EPILOGO

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Un par de meses después.

Nunca se me va a Olvidar aquel momento en que puse un pie en la recepción de Gold Group, y Elliot chocó conmigo.

¿Qué me iba a imaginar que aquel hombre arrogante al que en mi mente le dije idiota, se convertiría en el amor de mi vida?

Nunca me imaginé que siendo polos completamente iguales, pudiésemos desafiar las leyes y terminar atrayéndonos el uno al otro.

Cada que pienso en todo lo que hemos pasado juntos, me digo a mí misma que definitivamente nacimos para conocernos. Para curarnos el uno al otro las heridas que teníamos del pasado, para hacer nuestro presente más bonito y para soñar con un futuro todavía mejor. Para amarnos el uno al otro sin reservas ni condiciones.

El amor que surge en el momento menos esperado es simplemente hermoso. No sabes cómo, cuándo o dónde, pero no importa, solo sabes que te hace feliz, te hace bien, y con eso basta.

Eso es amor...

Una pequeña risa se me escapa cuando siento la respiración de Elliot muy cerca de mi cuello.

—Hemos llegado —anuncia.

En ese momento, el auto se detiene. Tengo curiosidad por ver dónde estamos, pero no puedo ver nada gracias a la magnífica idea de Elliot de vendarme los ojos.

—¿Está bien si me estaciono aquí, señor? —pregunta Matt.

—Sí, aquí está bien —responde Elliot.

—¿Ya puedo quitarme la venda?

—Todavía no.

—¿Por qué? —protesto.

—Porque si lo haces, verás la sorpresa recién bajes del auto y no quiero que eso suceda.

—¿Por qué tanto misterio?

Le escucho soltar un suspiro.

—Porque espero que en verdad te sorprendas cuando la veas.

No tengo más opción que hacer caso a lo que dice, aun cuando la curiosidad me está matando.

Le escucho bajar del auto y luego, con mucho cuidado me ayuda a bajar también. Es un poco difícil moverme  teniendo los ojos vendados, pero Elliot no me suelta en ningún momento.

Cuando bajo del auto, él me guía paso a paso quién sabe a dónde, pero de pronto puedo sentir que mis pies caminan sobre algo suave. Creo que es césped.

—¿Dónde estamos? —pregunto llena de curiosidad.

—Ya lo verás.

Nos detenemos y entonces puedo oler un agradable aroma en el ambiente que me pone todavía más insegura respecto a dónde estamos.

—Huele a rosas —digo, tomando una inspiración profunda.

Elliot me suelta la mano y se ubica a mis espaldas.

—Desde hace mucho tiempo pensé en hacer esto, ¿sabes? La idea me vino a la mente por una pequeña conversación que tuvimos una vez y ya no pude sacármela de la cabeza, así que planeé todo con mucha paciencia y dedicación, y ahora estoy ansioso por ver tu reacción.

Extrañamente he comenzado a sentirme nerviosa.

—¿Puedo ver ya?

Suelta un suspiro que hace ver que también está nervioso.

—Okay. Aquí vamos —dice.

En ese momentos sus manos desatan el nudo de la venda que me cubre los ojos y la retira. Pestañeo un par de veces para aclararme la vista y echo una ojeada a mi alrededor.

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora