Capítulo 40 | Elliot

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Tengo un remolino de sensaciones haciéndome mierda internamente. No encuentro manera alguna para describir lo que siento en estos momentos. Me desconozco justo ahora.

¿Era necesaria tanta sinceridad?

Creo que me arrepiento de lo que acabo de decir, pero no encuentro modo para retractarme y la cara que tiene Olive en estos momentos, solo hace que la maldita incomodidad sea peor.

Me mira sorprendida, confundida o no sé ni cómo demonios. No puedo leer la expresión exacta que tiene su rostro y eso solo me impacienta. Necesito que diga algo. Lo que sea.

Tenso mi mandíbula y preso de un impulso me alejo de ella como si no soportara tenerla cerca. El gesto la deja todavía más perpleja. Le doy la espalda y me froto el rostro con una mano al tiempo que tomo una inspiración profunda para tratar de serenarme y pensar: ¿cómo me retracto?

—¿Qué fue lo que dijiste, Elliot? —Pregunta en un hilo de voz.

Niego con mi cabeza y vuelvo a verla de frente, alzando un poco la voz al hablar.

—No sé lo que dije ni por qué lo dije, Olive. Así que no preguntes.

La decepción que refleja su rostro, ante mis palabras, me hace sentir como un verdadero hijo de puta.

¿Por qué demonios siempre debo decir las cosas del peor manera? Necesito con urgencia pensar antes de hablar.

Suspiro.

—Escucha, lo que quiero decir es...

—No me interesa escuchar nada más —me corta de golpe y al instante se mueve de su lugar buscando la salida, pero le corto el paso.

—Olive, espera...

Trato de sujetar su mano, pero me aparta bruscamente.

—¡No me toques!

—Solo quiero que me escuches.

—¿Y si no quiero hacerlo? —Ataca furiosa. —Escucha, Elliot. Odio lidiar con idiotas y a ti te gusta serlo. Estoy volviéndome loca tratando de entenderte, pero simplemente no puedo. No sé a qué demonios estás jugando, pero ya me estoy hartando.

Frunzo el ceño porque admito que me siento algo confundido, o en realidad molesto. No sé.

¡Dios! Esta mujer me aturde demasiado.

—Créeme, Olive, no estoy jugando a nada.

—¡Por supuesto que sí! —Exclama en un tono bastante acusador. —Has estado haciéndolo desde el otro día. Lo único que entiendo es que tratas de jugar con mi mente, diciéndome incoherencias solo para hacerme creer cosas que no son, y con ello pretendes que yo vuelva a aceptarte. —Niega con su cabeza con desesperación, dejándome todavía peor de confundido. —No puedes intentar chantajearme diciéndome cosas bonitas. No puedes venir y decir esas cosas que sabes que van a afectarme de algún modo, y luego fingir que lo olvidaste, con la estúpida excusa de que estabas ebrio y el alcohol te hizo hablar de más...

¡Mierda! Está hablando demasiado.

—No estoy ebrio, Olive —la interrumpo antes que siga.

Enmudece de inmediato y me mira como si se arrepintiera de lo que acaba de decir. Como si no debía decirlo.

—¿Por qué lo dijiste? —Cuestiono con el extraño presentimiento de que algo me oculta.

—¿Decir qué? —Pregunta, tratando de escucharse serena, pero fracasa.

Acorto la poca distancia que hay entre nosotros, obligándola a levantar la mirada para poder verme. Busco con urgencia alguna respuesta en sus ojos, pero no logro descifrar ninguna de las tantas emociones que estos me transmiten en estos momentos.

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora