Capítulo 73 | Olive

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Dolor.

El dolor se apodera de cada parte de mi cuerpo, tan agudo e insoportable que casi me hace desfallecer. Me duele incluso hasta respirar.

Mi visión en borrosa, mi cabeza da muchas vueltas. Me siento mareada, aturdida, confundida.

Escucho sirenas de ambulancia a mi alrededor. El sonido taladra en mis oídos, acompañado de unas voces desesperadas que gritan cosas que no logro entender. 

¿Qué ha pasado? ¿Quiénes son? ¿Dónde estoy?

De pronto creo que alguien llega hacia mí, sujeta mi muñeca como para corroborar mi pulso y luego revisa mi ritmo cardíaco. Creo que dice que está demasiado débil a pesar de la enorme angustia y desesperación que siento dentro de mí, sin saber a causa de qué...

—Está perdiendo demasiada sangre —dice la voz que se escucha lejana, como si fuese a través de un túnel, y añade—: Necesito hacerle un torniquete.

Logro sentir cómo sujetan mi pierna izquierda y el dolor estalla agudo, provocando que inmediatamente suelte un fuerte quejido. Duele demasiado.

—Deja que otro se encargue de ella—responde una mujer desesperada—, necesito que me ayudes aquí. Él no responde. Su ritmo cardíaco está bajando demasiado.

Una punzada dolorosa me atraviesa el pecho ante las palabras de la mujer porque en ese momento...

—Elliot.

Su nombre escapa de mis labios en apenas un hilo de voz.

Su rostro viene a mi mente de golpe. La desesperación se multiplica por mil y de pronto siento como si el corazón casi se me sale del pecho cuando en ese instante, lo ocurrido viene a mi mente. Una imagen tras otra como una película siendo adelantada en cámara rápida que se detiene en el momento en que el auto se estrelló.

Trago grueso.

Oh, Dios.

—Dime qué tenemos —la voz de otro hombre capta mi atención.

—Está inconsciente. Posible lesión en la cabeza. Necesito trasladarlo de inmediato al hospital para poder examinarlo.

—¿Qué tan grave puede ser? —El hombre hace otra pregunta.

La mujer duda unos segundos en responder, pero lo hace.

—Hemorragia interna. Si se trata de un hematoma intracraneal, él podría morir.

¡¿Qué?!

Oh Dios, no. 

No. No. No...

Por favor no.

¡No!

Mi cerebro envía una orden inmediata a mi cuerpo para que reaccione. Para que me ponga de pie y vaya con Elliot ahora mismo, esté donde esté.

Sin embargo, soy incapaz de acatar la orden. Intento levantarme pero es en vano. Lo único que consigo es que el movimiento cause que el dolor sea mucho más insoportable y por ello un fuerte quejido escapa de mis labios, alertando al paramédico que me atiende.

De inmediato me impide que siga moviéndome. Dice que debo permanecer quieta, que me calme, pero me niego a escucharlo. Necesito saber de Elliot. Necesito verlo aunque sea,  pero aunque intento buscarlo con la mirada, lo cierto es que todavía me siento mareada y mi visión es borrosa. No puedo hacer nada, maldición. Todo es inútil. 

—¿D-Dónde está él? —pregunto con la voz débil y temblorosa—. Necesito... saber...

—Señorita, cálmese. 

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora