Capítulo 20 | Elliot

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Sus palabras son la luz verde que esperaba para continuar. Sin perder tiempo, vuelvo a devorar su boca e invierto nuestras posiciones. La levanto del piso y la acomodo sobre el escritorio, abriendo sus piernas para asentarme entre ellas. En el proceso, la falda que ciñe sus muslos se enrolla más arriba, dejando su preciosa piel a la vista.

Gruño contra su boca cuando sus piernas rodean mis caderas y yo las empujo contra ella para que pueda sentir cuan duro me encuentro. Necesito estar dentro de ella ya, pero antes voy a darle un poco de placer. Quiero verla disfrutar.

Bajo mis manos y acaricio sus muslos lentamente desde las rodillas hacia arriba. Mientras mis dedos hacen su camino hacia su entrepierna, puedo sentir cómo su cuerpo se tensa y cómo su respiración se acelera. Me encanta.

Para facilitar mi trabajo, me encargo de terminar de subirle la falda hasta que esta queda enrollada casi en su cintura. Dejo de besarla, solo porque quiero alejarme un poco y contemplar su casi desnudez. Trago grueso cuando me deleito viendo las diminutas bragas que tiene puestas. Toda la sangre me bombea con fuerza por todo el cuerpo, hasta llegar a mi miembro y hago una mueca cuando siento que se endurece más.

 —¿Te gusta lo que ves, Elliot?— pregunta con una voz suave y sensual.

Alzo la mirada para verla a los ojos y respondo:— ¡Me fascina!— una de mis manos juguetea con el borde de sus bragas. —Creo que te las dejaré puestas —digo con picardía.

Sus intensos ojos castaños se llenan de un hermoso brillo cargado de deseo —¿En serio vas a follarme, con mis bragas puestas?

Su pregunta tiene un ligero toque de incredulidad y me provoca sonreírle cuando asiento en respuesta.

—Voy a follarte con toda la ropa puesta, Olive.

Enarca una ceja y sonríe mientras se aleja de mí para inclinarse hacia atrás, poniendo sus manos sobre el escritorio para sostenerse, sin soltar sus piernas de mis caderas. Sus ojos están clavados en los míos cuando lentamente lame sus labios.

—Por favor, no me hagas esperar, Elliot.

—Como tú ordenes, preciosa.

Sin darle tiempo de anticipar, una de mis manos termina de llegar a su entrepierna y no me detengo ahí. Un jadeo escapa de sus labios cuando mis dedos hacen a un lado el delgado material de sus bragas, y acarician sus pliegues húmedos. ¡Ah, mierda! Está muy mojada.

—Mmm estás perfecta —gruño excitado.

Mis dedos empiezan a trazar caricias de arriba abajo y se retuerce de placer, arqueando su espalda. Me deleito con los suaves sonidos que escapan de sus labios y eso me llena de mucho más placer. Me fascina ser yo quien le provoque todas esas reacciones a su cuerpo y solo deseo hacerla disfrutar mucho más.

El ritmo de mis caricias aumenta y sin previo aviso, deslizo unos de mis dedos en su interior. Un sonido estrangulado escapa de su garganta y cierra los ojos con fuerza.

—¡Ah! ¡Elliot!— gimotea, apretando sus piernas contra mis caderas.

—¿Te gusta así, preciosa?— pregunto jadeante, disfrutando de la humedad y calidez de su interior, cuando mi dedo bombea dentro y fuera de ella. Gimotea un sí como respuesta y veo cómo muerde con fuerza su labio inferior. —Ven acá —digo con urgencia y la hago enderezar su postura, para volver a besarla, sin dejar de tocarla.

Mi lengua invade su boca y absorbo con deleite el gemido que se le escapa en el momento que introduzco otro dedo en su interior. Su cuerpo se estremece y sus manos se aferran con mucha fuerza a mis hombros.

¡Ah, joder! Estoy demasiado duro. Necesito con urgencia estar dentro de ella, pero quiero que se corra con solo mi toque, de nuevo. Sé que no falta mucho para eso. Su cuerpo está tan tenso y sus piernas empiezan a temblar.

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora