El corazón me martillea con tanta fuerza, que siento que en cualquier momento se me va a salir del pecho. Me siento un poco ansiosa y tengo las manos heladas por el nerviosismo.
El espacio del elevador se siente mucho más reducido con la imponencia del magnate a mi lado. Todo el cubículo está inundado por el embriagante aroma de su loción, y siento que eso no ayuda nada a mi respiración tan dificultosa y a mi inestabilidad emocional. Siento un remolino de emociones batallando entre sí, por liderar en mi interior: la cordura, el deseo, el raciocinio y la seducción. La fuerza de voluntad y los deseos carnales.
Todas y cada una de ellas, atribuidas a un solo hombre: Elliot Reynolds.
Él y sus embriagantes besos que me envían al borde de mis límites. Ya ni siquiera sé si tengo límites. Quizá los he roto todos, cuando decidí corresponder a su deseo. Cuando decidí ceder a mis deseos.
Estaba molesta con él porque tenía razón en todo lo que me dijo y simplemente yo no lo quería admitir. Estaba molesta porque su juego de seducción que inició en aquella habitación de hotel, con ese primer beso, estaba empezando a tener su efecto en mí. Está empezando a arder en mí y esta noche, quizá presa de un impulso, pero voy a dejar que el fuego me consuma.
Solo por una noche, pienso. ¿Qué tiene de malo hacer algo indebido solo por una noche? No tiene nada de malo si la aventura es peligrosa pero excitante. Si me hace sentir viva y deseada. Si me hace desear.
Cuando siento el leve roce de unos dedos en mi cuello, se me eriza la piel y casi se me cierran los ojos. Todo mi cuerpo está expectante. Está tan sensible que cualquier pequeño movimiento de Elliot Reynolds, me hace temblar las piernas. Me hace aferrarme al deseo de querer esto aunque sé que es indebido.
La tensión sexual entre nosotros es tanta, que todo el espacio del ascensor parece estar a punto de estallar y hacernos sucumbir ante la provocación en cualquier momento.
Su mano abandona su labor y siento su respiración en mi nuca. Su cuerpo se pega al mío por detrás y siento su erección en mi trasero. Casi se me escapa un gemido por ello. Sí me desea. Soy capaz de causarle todo eso, y no sé cómo sentirme al respecto. Jamás pensé que esto me fuera a pasar.
Mi respiración se vuelve jadeante cuando sus labios me dejan suaves caricias en la piel de mi cuello y no contengo el impulso de cerrar los ojos, y echar mi cabeza hacia atrás para recargarla en su hombro. Una de mis manos se eleva hasta sostenerme de su cuello cuando su boca deja una estela de besos húmedos en la piel detrás de mi oreja y me provoca morderme el labio inferior, para ahogar los sonidos que quieren escapar de mi boca.
—Deseo deshacerme de toda la ropa cuanto antes. —Su aliento cálido vuelve a erizarme la piel. Su otra mano rodea mi cintura. —Deseo sentir y besar cada centímetro de su preciosa piel.
Sus palabras son como combustible para el calor que sigue creciendo en mi interior y un nudo se instala en mi vientre. Cada palabra o movimiento de este hombre, en estas circunstancias, me empuja un poco más al borde del deseo.
Mis ojos se abren de golpe cuando el elevador anuncia nuestra llegada a lo que parece ser el último piso. Las puertas se abren y revelan ante mí, un espacio inmenso y lujoso. Juro que me quedo boquiabierta. Estamos en el pent-house.
No contengo el impulso de girar mi rostro para poder verlo —Estamos en... —dejo la frase a medias, insegura, pero él la termina.
—Mi apartamento.
Wow. No pensé que me trajera a su apartamento.
Regreso mi vista al frente y apenas puedo ordenarle a mis pies salir del ascensor, cuando él me da un pequeño empujón. Sus manos todavía rodean mi cintura desde atrás y su nariz se hunde en mi cabello. Avanzamos hasta quedarnos en el amplio espacio acomodado como sala.
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¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]
RomanceÉl es arrogante, ella también lo es. Él es astuto, ella lo es mucho más. Él cree que es un experto en el arte de la seducción, ella le desmostrará que es mejor. Dos polos completamente iguales. Totalmente dispuestos a desafiar las leyes, porque no...