Capítulo 68 | Elliot

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La furia y la adrenalina recorren mi torrente sanguíneo a una velocidad alarmante. El pulso me zumba detrás de las orejas y el corazón me late a toda prisa. También puedo sentir el hormigueo en los nudillos de mi mano derecha a causa del golpe que acabo de darle al imbécil, pero sé que no fue suficiente. No para la furia que siento y que pide a gritos que la deje salir.

Soy consciente de todas las miradas curiosas que me he ganado a causa de la escena que acabo de montar frente a todos, pero me importa una mierda. 

Las personas más cercanas jadean escandalizadas al momento en que Robert se lleva una mano a la boca y se limpia un poco de sangre de su labio inferior. Acto seguido, levanta la mirada y me sonríe con cinismo. Eso basta para enfurecerme más.

Me agacho lo suficiente para aferrar mis manos a la parte del frente de su saco y de un solo tirón lo obligo a ponerse de pie, para luego contraminarlo con la pared más cercana. 

—¡Elliot, basta!

Olive me habla desde algún lado, pero no puedo prestarle atención ahora. Estoy demasiado alterado, demasiado furioso. No estoy dispuesto a razonar.

—Debería molerte a golpes ahora mismo, hijo de puta.

Mi voz truena más enronquecida que nuca.

—Hazlo —dice el idiota, en un tono retador—. Deja que todas estas personas vean que el gran Elliot Reynolds no es tan pulcro como creen. Demuestra lo clase de hombre que eres.

—¿La clase de hombre que soy? —cuestiono, aferrando el agarre de mis manos, hasta que los nudillos se tornan blancos—. ¿Y tú qué clase de hombre eres, imbécil? ¿Cómo te atreviste a ponerle una mano encima a Olive?

—Claro. Olvidaba que te estás acostando con ella —exclama el idiota con una sonrisa estúpida, que me obliga a borrársela, dándole otro empujón contra la pared.

—Mide tus palabras, imbécil.

—Pero es que es la verdad. Eso estás haciendo, ¿o no? Te estás acostando con tu empleada.

—Ella es mi novia —aclaro con severidad—, y eso es algo que no te incumbe.

—¿Pues sabes qué, Reynolds? —pregunta con sorna—, Tu novia y yo estábamos recordando viejos tiempos, ¿no es así?

Intenta ver a Olive, pero le doy un tirón a su saco que lo obliga a verme a mí de nuevo.

—Ni siquiera la mires, pedazo de mierda.

—¿Que no te ha contado ella la relación tan cerca que teníamos? —dice en un tono demasiado pretencioso.

—¿Crees que no sé lo que hacías? —escupo, apretando los dientes con demasiada fuerza—. La hostigabas, buscabas propasarte con ella cada que tenías oportunidad y todavía eras tan cobarde que la chantajeabas para que ella no dijera nada. Eres una basura, Hoffman. Deja que lo sepan todos. 

Elevo la voz un par de tonos más, provocando que la gente comience a murmurar sobre lo que acabo de decir. El idiota me mira enfurecido e intenta defenderse.

—No me levantes calumnias, Reynolds. No tengo la más mínima idea de lo que hablas.

Maldito. Solo consigue que mi furia crezca todavía más.

—Sé un hombre por una vez en tu puta vida y admite lo que eres. Deja que sepan que eres un maldito acosador, capaz de tratar mal a una mujer y de despedirla solo porque no quiso irse a la cama contigo, peor aún, deja que sepan que todavía sigues molestándola como un maldito enfermo.

Una estúpida risa se le escapa, mientras me da un fuerte empujón consiguiendo que lo suelte.

—¿Eso es lo que ella te dijo? Pues yo jamás hice nada que ella no quisiera. Yo sé que le gustaba. ¿No es así, Liv?

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora