Han pasado dos días desde el juicio, y desde entonces todo ha marchado bien. En verdad me siento demasiado bien. Ponerle punto final a esa situación que durante más de dos años venía arrastrando se siente como haberme quitado un enorme peso de encima.
Cada que traigo a mi mente el momento exacto del juicio donde declaraban culpable a Ronald, juro que vuelvo a sentir las mismas emociones que me dominaron en ese instante. Emoción, alegría, paz y tranquilidad. Ese fue un día que jamás se me va a olvidar.
Al final, Ronald fue sentenciado a nueve años por el delito de homicidio preterintencional, más tres años más por haber fingido su invalidez, recibiendo una pena total de doce años en prisión. Para mí, ese tiempo no es suficiente para que pague por todo lo que hizo, pero de todas maneras sé que será un infierno para él.
Por otro lado, su querida esposa e hijastra, también van a enfrentarse a un proceso legal por complicidad. No se me olvida la cara que pusieron ambas cuando presentamos la denuncia. Se les fueron los colores del rostro y por más drama que hicieron, la investigación ya fue aprobada; no obstante, ellas siguen en libertad con la condición de no salir del país, pero estoy segura que no tendré que esperar mucho para que ellas también reciban su merecido.
Suelto un largo suspiro, recargándome contra el respaldar de mi silla. Todo está acomodándose poco a poco.
Le hice dos promesas a mi madre, el día de su funeral: Prometí que le haría justicia y que intentaría ser feliz. Ya pude cumplir la primera y eso me ayuda a que también pueda cumplir la segunda. Ahora puedo enfocarme en ser feliz. Tengo muchos motivos para serlo.
De pronto los pequeños golpecitos en la puerta me hacen salir de mi ensimismamiento. Pestañeo un par de veces y enfoco mi vista en la entrada. Una sonrisa boba se forma en mis labios al instante que veo a Elliot asomándose despacio.
—Hola —le saludo.
—Hola.
Termina de entrar a mi oficina, cierra la puerta y se queda a un par de pasos de mi escritorio.
—¿Estás ocupada?
—No, para nada. Dime qué necesitas.
—Bueno, pues necesito muchas cosas —dice dando otro par de pasos para rodear el escritorio y acercarse a mí.
—¿Qué cosas?
Sus manos se aferran a los reposabrazos de mi silla y la giran, obligándome a quedarle de frente.
—Darte un beso, por ejemplo —dice.
Se inclina y termina plantando sus labios sobre los míos en un beso rápido.
—¿Algo más? —pregunto divertida cuando se aleja.
Enarca una ceja y sonríe socarronamente.
—¿Tú quieres algo más?
—Sí. Quisiera un café.
Una sonrisa divertida baila en la comisura de sus labios. Endereza su postura y se queda de pie, recargándose contra el escritorio y se cruza de brazos.
—Necesito informarte de algo.
—A ver. Dime qué es.
—No te había dicho nada porque quería dejar que descansaras un tiempo antes de iniciar otro proceso legal.
La confusión se apodera de mí al instante.
—¿Como que otro proceso legal?
—Te aseguro que no será nada difícil. Davis me dijo que se encargaría de todo.
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¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]
RomanceÉl es arrogante, ella también lo es. Él es astuto, ella lo es mucho más. Él cree que es un experto en el arte de la seducción, ella le desmostrará que es mejor. Dos polos completamente iguales. Totalmente dispuestos a desafiar las leyes, porque no...