—¿Segura que estás bien? —Cuestionó Dixie al tiempo que posaba una mano de forma cuidadosa en el hombro desnudo de la rubia—. No me gusta pensar que estás dolorida.Recostada sobre las almohadas de la cama de la pelinegra, Addison dejó salir una risita burlona antes de responder.
—No parecías muy preocupada cuando saltaste encima de mí apenas me viste.
Dixie rodó los ojos y le dio un golpe en las costillas a la chica ucraniana, luego resopló y se cruzó de brazos aún acurrucada en su costado.
—Estaba feliz de verte, estúpida —espetó, y luego añadió—: Maldita malagradecida. Pero ya en serio, ¿duele mucho? —La pelinegra cuestionó en un tono bajo, trazando de forma ligera el hematoma en el hombro de Addison—. Andrea es una estúpida arrogante. Maldita...
—Tranquila, estoy bien —interrumpió la rubia, y luego acunó la mandíbula de Dixie con cariño—. Aunque me pareció extraño que la quarterback pasara de ignorarme a querer matarme luego de que me alentaste desde las gradas.
La pelinegra hizo una mueca y se removió en su lado de la cama, por lo que Addison le dirigió una mirada extrañada y curiosa al mismo tiempo, lo que en sí solo logró colocarla más nerviosa si era posible, y en ese momento se dividió entre decirle la verdad o hacerse la loca y dejar pasar el tema.
Por un lado, si le decía a Addison la verdad, esta estaría atenta a cualquier posible atentado y no estaría confundida respecto a los ataques directos de Andrea -asumiendo que aún no la superara-, pero si no le decía, las cosas podían seguir mayormente en orden y lejos de dramas de exes temperamentales y esa mierda cliché de instituto.
Cada opción tenía sus pros y sus contras, pero si Dixie era honesta consigo misma, a ella le encantaría saber quiénes eran los exes de Addison para saber medir distancia o mantenerse al margen y evitar conflictos, así que...
—Es mi ex —terminó por decir.
—Oh... entonces es verdad que tienes esta cosa por las deportistas.
—¿Disculpa? —La pelinegra frunció el entrecejo con confusión, y Addison se encogió de hombros.
—El otro día Charli dijo que tenías esta predilección por chicas atléticas y chicos brillantes, y de hecho, Avani mencionó por equivocación que estuviste saliendo un tiempo con una chica del equipo de baloncesto... —murmuró con cautela al ver la expresión cuidadosamente neutra de Dixie—. ¿Es por eso que llamé tu atención? ¿Por mi físico casi atl...
—Addison, eso no tiene nada que ver —Dixie rodó los ojos y volvió a abrazarse con fuerza al torso de la chica ucraniana—. Me gustaste por tu forma tan extraña y original de uhm... ¿conquista? Honestamente, tu complexión física no se me pasó por la mente. Estuve medio loca por ti desde el sexto beso a pesar de que hacías que cayera sobre mi culo.
La rubia dejó salir una risa fuerte y melodiosa que hizo que el corazón de Dixie titubeara, volviera a latir y se acelerara a un ritmo poco salubre para el humano promedio, lo que la llevó a tomar la sábana que las cubría hasta las caderas y pasarla por encima de sus cabezas para cubrirse.
Luego acunó el rostro de Addison entre sus manos y casi se subió en ella para besarla de forma delicada y cariñosa, lo que a su vez hizo que las manos de la rubia encontraran las caderas de la chica encima de ella y buscara un ritmo perfecto para mover sus bocas en sincronía.
El beso escaló demasiado rápido por algún motivo que Dixie no pudo describir, pero fue plenamente consciente de que deseó inclinar sus caderas contra la pelvis de la rubia cuando sus lenguas se encontraron a medio camino en sus bocas. De hecho, una de las manos de la pelinegra viajó a los mechones rubios y la otra descendió con cuidado por la pendiente del pecho de Addison.
—Dixie, Cali quiere ent... ¡Dixie Jane D'amelio! —Espetó su madre al abrir la puerta.
Inmediatamente, la rubia empujó a Dixie de encima de su cuerpo -lo que hizo que cayera al piso de forma poco elegante enredada en la sábana- y se incorporó en el colchón con prisa, el cabello enredado y las mejillas sonrojadas. La pelinegra maldijo entre dientes aún tirada sobre su espalda y Heidi se cruzó de brazos. Cali permanecía sentada al lado de la directora, viendo a Dixie con expresión curiosa y la cabeza inclinada hacia el lado derecho.
—Mamá, creí que habías ido a hacer las compras —se quejó la pelinegra mientras trataba de incorporarse.
—Directora D'amelio, le prometo que no es lo que parece —se apresuró a decir Addison, y apenas escuchó la voz de la rubia, Cali corrió y saltó sobre la cama deshecha para acurrucarse en el regazo de la chica ucraniana—. Uhm... debería irme, ¿no es así?
Heidi la ignoró y se dirigió a su hija.
—Creí haber dejado específicamente claro que mi casa no es un motel para tu uso personal, Jane —espetó.
—¡No estábamos haciendo nada! —La pelinegra se defendió rápidamente. Addison se limitó a acariciar las orejas de Cali con expresión temerosa—. ¡Ni siquiera...
—¿Acaso ya olvidaste el trauma que pasé cuando te encontré metida en la cama con... —la mujer se interrumpió a sí misma al ver la expresión curiosa de la rubia—. No importa. Mi casa no es motel, Jane. Addison, espero que no se vuelva a repetir. ¿Queda entendido?
—Mamá —se quejó Dixie.
—¿Entendido, señorita Rae? —Urgió la mujer en dirección a la rubia, quien tragó saliva de forma forzada antes de asentir.
—Entendido, directora D'amelio.
—Bien —zanjó Heidi con expresión determinada—. En fin, chicas, traje pizza. ¿Tienen hambre?
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"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"
FanfictionDonde Addison tiene un crush enorme en Dixie D'amelio, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ¡Atención! Capítulos extremadamente cortos. Esta es una adaptación, todos los crédit...