𝙲𝚊𝚙 𝚟𝚎𝚒𝚗𝚝𝚒𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎

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En la oficina de dirección, Heidi tomó asiento en su silla giratoria con expresión resuelta, y del otro lado, Addison se dejó caer en una mueca en una de las sillas frente al escritorio. Dixie estaba por tomar la otra silla, pero su madre le dirigió un entrecejo desaprobador y, maldiciendo entre dientes, le cedió el lugar a Avani, lo que la dejó de pie detrás de su amiga y su ladrona de besos.

—Esta institución no tolera las agresiones físicas o verbales —inició Heidi con un tono de voz neutro—. Y junto a los agresores, todo aquel que incite a altercados de cualquier tipo, será expulsado de forma inmediata.

Addison y Avani voltearon a verse con el pánico inundando sus rostros de forma casi cómica. Detrás de ambas, Dixie rodó los ojos.

—Mamá, por Dios...

—Silencio —espetó la directora en un tono tajante, lo que hizo que la pelinegra entreabriera la boca, sorprendida por lo ensimismada que su madre estaba en su papel—. Si bien no voy a expulsarlas porque confío en que esta es la primera y última vez en que sucederá algo así, no se irán de aquí como si nada hubiera pasado. Gregg y Rae, ayudarán en la cafetería por el resto de la semana, y tú, D'amelio... —Dixie alzó una ceja con arrogancia porque era su madre, seguramente estaba jugando y al final rompería en carcajadas o se burlaría de los rostros asustados de Addison y Avani, además, aunque el castigo fuera de verdad, ella era su hija, no sería algo demasiado malo—... el conserje se reportó enfermo, de modo que limpiarás el auditorio y el aula de audiovisuales después de clases, durante los días de incapacidad del señor Soto.

—Claaaaro, cómo no. Deja la actuación, madre, ya lograste que Addison y Avani se orinaran en los pantalones, ¿ya podemos irnos?

Heidi frunció el entrecejo en dirección a la pelinegra y se puso de pie, las chicas sentadas en las sillas frente al escritorio tragaron saliva forzadamente y solo entonces Dixie hizo una mueca, notando al fin la expresión determinada en el rostro de su madre.

—Mamá —se quejó al caer en cuenta de que realmente tendría que limpiar el auditorio y el aula de audiovisuales—. ¡Soy tu hija!

—No hay favoritismo —zanjó la mujer antes de volver a tomar asiento—. Vayan a clase.

Addison y Avani salieron de la oficina casi corriendo y tropezando con las sillas y la puerta, demasiado asustadas por la expresión resuelta en el rostro de la directora, por su parte, Dixie se quedó de pie sin saber qué decir.

—Soy tu hija —repitió en un tono incrédulo. Heidi se encogió de hombros—. Mamá, es que...

—Debiste pensar en que eres mi hija antes de actuar como una... chica que hace que los demás peleen, Jane. Soy la directora de este instituto y tú mi hija, compórtate como tal. Ahora ve a clase.

La pelinegra salió de la oficina completamente pasmada, y caminó por el pasillo sin prestar atención a su alrededor, sin embargo, giró la cabeza al escuchar dos voces conversando de forma animada y haciendo alusión a que llegaron tarde a clases.

Un tumulto de sensaciones negativas se arremolinaron en el estómago de Dixie al distinguir la voz de Addison y la de Carla, también las risas encantadas de la rubia, y si su día se había ido al carajo con la orden de hacer lo que el conserje normalmente debía hacer, definitivamente empeoró al ver que Addison y Carla estaban demasiado cerca, casi como si pensaran abrazarse...

Se acercó de forma inmediata y como la vez anterior, empujó a Addison contra la pared más cercana para besarla de forma posesiva, pero la cosa cambió en que le rozó -sin querer- un pecho con la mano derecha. La rubia ahogó un grito aún contra la boca de su crush y se sonrojó profundamente ante el toque inesperado, mientras tanto, Carla dio un par de pasos hacia atrás, completamente asombrada.

—Solo déjala en paz —espetó Dixie antes de alejarse por el corredor y murmurar entre dientes—. Claro, mi día tenía que empeorar teniendo competencia.

"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora