"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"

𝙲𝚊𝚙 𝚗𝚘𝚟𝚎𝚗𝚝𝚊

Dixie no era mucho de llegar temprano a clases porque honestamente le importaba muy poco. Se había vuelto confiada una vez que se enteró de que su madre anulaba sus retardos por una razón u otra, pero ese día había despertado inusualmente temprano y decidió ir al instituto incluso antes que Heidi.

Ni siquiera pensó en pasar por su novia porque en serio era temprano y no quería apresurarla, por lo que decidió irse en Uber, y si bien D'amelio High se veía vacío y casi tenebroso con algo de niebla debido al clima inusualmente frío en esa época del año, el Mustang de Avani estaba estacionado en el aparcamiento, así como un par de autos más que posiblemente le pertenecían a los docentes que tenían clase a la primera hora.

La pelinegra iba a dirigirse al aula de alemán porque era la primera clase que tenía ese día, pero aún era temprano y se tomó todo el tiempo del mundo para pasar a su casillero por el libro de texto, también compró un paquete de galletas en la máquina expendedora y solo entonces emprendió su camino hacia el aula designada para la profesora Waldfogel.

Cojeaba un poco al caminar por la torcedura que sufrió el día de la pasarela de beneficencia por culpa de Andrea, pero ya casi no dolía y era algo bueno, y como su mañana había estado plagada de cosas inusuales hasta ese momento, inusualmente la puerta del aula de alemán estaba entreabierta -cosa que en serio no se cuestionó a pesar de que teóricamente sabía que las aulas siempre eran cerradas con llave al final del día-.

Cuando empujó la puerta para ingresar, casi cayó de culo al piso debido a la impresión.

Avani estaba sentada sobre el escritorio y estaba abrazando a la profesora Waldfogel con las piernas mientras se besaban. Ambas parecían ensimismadas en aquello y la mente medio dormida de Dixie trató de darle sentido a la imagen ante sus ojos, ¡pero no tenía sentido! ¿Acaso Avani había recurrido a eso con tal de conseguir su único cien faltante en el registro escolar?

Obviamente, la pelinegra trató de alejarse de allí sin hacer ruido, pero su mochila golpeó la puerta y casi inmediatamente Avani y la profesora Waldfogel se alejaron del beso que habían estado compartiendo. La chica tenía los pómulos sonrojados y los labios enrojecidos presumiblemente a causa de los besos, y en general se veía desastrosa en lugar de prolija, y con un vistazo rápido, Dixie se dio cuenta de que tenía suelto el botón de los vaqueros y la cremallera abierta.

—Señorita D'amelio... —comenzó la profesora con expresión casi ajena, como si Dixie no la hubiera encontrado manoseando a su mejor amiga.

—No quiero saber —zanjó la pelinegra con firmeza, y Avani pareció volver en sí en ese momento, porque se abotonó los vaqueros y maldijo entre dientes—. Solo... solo me iré ahora.

Unos minutos más tarde y sentada en una de las bancas del patio trasero, Dixie sintió que la chica tomó asiento a su lado de forma dudosa, pero antes de que Avani pudiera decir algo, la pelinegra espetó:

—¿Lo sabe Charli?

—Bueno... honestamente fue su idea —murmuró Avani en un tono bajo—. Escucha, Dixie, no es lo que estás pensando y...

—No quiero saber.

—Esto ni siquiera es serio y...

—Dije que no quiero saber, Avani —zanjó la pelinegra—. Lo digo en serio. No quiero saber nada y no quiero tener que ver en esto.

Ambas guardaron silencio luego de aquello y se dedicaron a mirar el horizonte en un silencio incómodo. Dixie entendía el atractivo de tener algo como una aventura con una profesora, pero nunca creyó que su mejor amiga, corrección, sus mejores amigas, se verían involucradas en algo así.

—De acuerdo, en realidad sí quiero saberlo todo.

Avani exhaló una risa y pronto la pelinegra se contagió, y fue así como la chica terminó por contarle que en sí era algo muy nuevo y que básicamente Charli -haciendo uso de sus dotes de manipulación- logró convencerla y convencer a la profesora, lo que fue más díficil que convencer a Avani en sí, porque su licencia de docente -y libertad- estaba en juego y todo eso.

—Espera un momento, ¿entonces la semana pasada no llegaste a nuestra cita porque estabas con Charli y la profesora? —Dixie balbuceó y adoptó una expresión ofendida—. ¡Me cambiaste por sexo! Eres una pésima amiga. Aunque yo también te habría dejado plantada, porque la profesora Waldfogel es muy linda.

—No tuvimos sexo —la chica resopló—. Elske nos invitó a almorzar y conversamos mucho y... ella es muy agradable.

—¿Sabes qué es lo positivo de todo esto? —Cuestionó Dixie luego de un momento en silencio, lo que hizo que Avani alzara una ceja a modo de cuestionamiento—. Puedo amenazarte con decirle de esto a tu madre cuando te niegues a hacerme un favor.

—Perra.

Dixie se saltó la clase de alemán y en su lugar, llevó a su novia a su rincón favorito en la biblioteca, donde la aprisionó contra la pared y empezó a besarla de forma apresurada y brusca, lo que rápidamente hizo que la chica ucraniana jadeara y buscara el botón de los vaqueros de la ojiverde.

Dixie gimió cuando sintió que la mano de su novia la acunó suavemente por encima de las bragas y volvió a unir sus bocas en un beso demandante al tiempo que movía las caderas contra la muñeca de Addison en busca de la deliciosa fricción contra su clítoris.

—Pixie, eres tan hermosa —murmuró la rubia entre besos, por lo que la pelinegra apretó los dientes y jadeó en busca de aire—. ¿Cómo es que eres tan hermosa?

—Porque soy yo —respondió Dixie de forma incongruente, lo que hizo reír a su novia.

Todo estaba siendo muy divertido hasta el momento y Dixie se estaba precipitando al orgasmo muy rápido -cortesía de sus hormonas pre menstruales-, pero de acuerdo a los antecedentes, tuvo que haber previsto que algo saldría mal en el momento en que decidió tener sexo con su novia en la biblioteca.

Obviamente aquello estaba destinado al fracaso y a que alguien la encontrara montando la mano de su novia, solo que ese alguien resultó ser el peor alguien posible.

—Dixie Jane D'amelio, pensé que te había criado mejor que esto. No lo puedo creer.