"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"

𝙲𝚊𝚙 𝚗𝚘𝚟𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘

D'amelio High era básicamente el segundo hogar de Dixie y había asistido a los días de la visibilidad incluso antes de ser una estudiante de la institución, pero seguía asombrándose cuando caminaba por los pasillos y se encontraba de frente con sus compañeros portando las banderas de sus países en el lado izquierdo del pecho, así como la bandera de su orientación o identidad sexual en alguna parte de su cuerpo.

Era asombrosa la forma en que D'amelio High se había vuelto un lugar seguro para todos los jóvenes que no podían expresarse libremente.

La pelinegra vestía una simple camiseta blanca con la bandera de Irlanda en el pecho, y la bandera bisexual decidió pintarla en sus mejillas para mayor visibilidad, básicamente porque ese día se le antojó ir con el cabello suelto y se obstruiría de la vista de los demás. Por si las dudas y si el maquillaje se borraba con el paso de las horas, llevaba un brazalete del orgullo bisexual en la muñeca izquierda.

Nick -con la bandera de Francia y la pansexual- estaba sosteniendo la mochila de Nai mientras esta sacaba las frituras que compró en la máquina expendedora y portaba con orgullo la bandera bisexual justo por encima de la bandera de Estados Unidos en la pernera derecha de sus vaqueros.

—¡Hola, Dixie! —Exclamó Carla cuando pasó a su lado, con la bandera de Estados Unidos y una bandera demisexual en la manga de su chaqueta—. Feliz día de la visibilidad.

—Feliz día, Carla —respondió la pelinegra con una pequeña sonrisa, misma que desapareció cuando se percató de la mirada Gayle al costado de la morena—. Marsh, ¿cómo vas?

La rubia se encogió de hombros pero no dijo nada, y Dixie solo se aclaró la garganta con incomodidad antes de buscar las banderas de Gayle con la mirada. Le pareció ver las banderas de Inglaterra y no binario.

—Eh... bueno, me iré ahora.

La pelinegra no esperó una respuesta y salió de allí lo antes que pudo, y rápidamente encontró a Avani y Charli hablando de alguna cosa cerca de la cafetería. Addison no se veía por ningún lado pero Dixie confiaba en que iba a verla en algún momento, tal vez durante el discurso de su madre o la fila para el almuerzo.

Los días de la identidad no había clases e incluso los profesores se unían a la celebración y usaban sus banderas con orgullo. De hecho, la pelinegra estaba segura de que había visto a la profesora Waldfogel llevando las banderas de Alemania y el orgullo polysexual, lo que le daba sentido a muchas cosas...

—Hola, chicas —murmuró Dixie una vez que estuvo lo suficientemente cerca de sus amigas—. Feliz día de la identidad.

—¡Feliz día! —Chilló Charli a todo pulmón y con las mejillas sonrojadas, obviamente emocionada, y a su lado, Avani solo pudo mirarla con expresión idiota—. Estoy tan emocionada que podría besar a todo mundo hoy.

—Pero no lo harás, ¿verdad? —Cuestionó su novia con el entrecejo fruncido—. Charli, si te atreves a...

—Ay, ya, qué aguafiestas —resopló la corredora antes de rodar los ojos—. Por cierto, Dixie, ¿dónde está la ucraniana?

—De hecho iba a preguntarles lo mismo —murmuró la pelinegra —. No debe tardar en llegar.

—¡Hola, chicas! —Andrea sonrió ampliamente y mostró con orgullo la bandera de Argentina en su pecho, así como dos brazaletes con los colores de la bandera del género fluido—. Eh... Avani, no te ofendas, pero sigo teniendo mis dudas respecto a ti siendo... ya sabes.

La chica alzó una ceja y miró a la quarterback con los brazos cruzados a la altura del pecho, por lo que Charli y Dixie se rieron entre dientes.

—Todos los años haces lo mismo, Andrea —se quejó Avani.

—No es mi culpa que no parezcas griega.

—¿Sabes qué? Esta vez vine preparada. Solo dame un momento —murmuró la chica antes de sacar algunas cosas de su mochila.

Avani se colocó una túnica blanca sobre los shorts vaqueros y la camiseta sin mangas, se soltó el cabello antes de colocarse una corona de olivo y se subió a una mesa para recostarse, entonces Charli tomó un racimo de uvas verdes y empezó a alimentar a su novia en la boca.

Andrea hizo una mueca de confusión, Dixie no pudo aguantarse la risa y los demás alumnos estaba tomándole fotos a Avani mientras estaba siendo alimentada como la Diosa que era.

—¿Esto es lo suficientemente griego para ti? —Cuestionó la basquetbolista de forma irónica luego de tragar las uvas en su boca.

Avani y Andrea se vieron ensimismadas en una discusión -muy típica- y Charli las alejó la una de la otra cuando estuvieron a punto de pelear, pero eso era típico de ellas dos. Buscaban cualquier pretexto para pelear.

De repente, la atención de la pelinegra se centró en la impresionante chica rubia que ingresó a la cafetería con una bandera de Ucrania atada a una de las presillas de sus vaqueros, el cabello suelto y las mejillas pintadas con la bandera lésbica, y de pronto, todo lo que Dixie pudo pensar fue en lo afortunada que era por haber atrapado a una extranjera tan atractiva.

Cuando Addison llegó a estar frente a ella, la pelinegra la abrazó por los hombros y la besó con firmeza. Posiblemente el maquillaje en sus rostros se manchó un poco debido al beso un tanto frenético para el lugar público, pero había algo en Dixie que se encendía cuando veía a su novia tan casualmente guapa y sexy.

—Feliz día de la visibilidad —murmuró la rubia aún contra los labios de su novia—. Lamento la tardanza, es que no sabía qué ponerme y...

Antes de que Addison siguiera con su explicación, una fuerza externa apartó a la pelinegra del camino y la chica ucraniana jadeó por el movimiento repentino.

Dixie alzó la mirada rápidamente y por eso fue testigo de la forma en que Ava abofeteó a su novia de forma bastante brusca, lo que hizo que Addison se quejara en voz alta y se cubriera la mejilla lastimada mientras una expresión pasmada y confusa aparecía en su rostro.

—¡¿Qué demonios, Sharpe?! —Chilló la pelinegra con la furia inundando su ser.

—Cállate, D'amelio —espetó Ava con el entrecejo—. Estamos a mano ahora.

—¿De qué estás...

—Le diste una bofetada a Sara, así que yo le di una bofetada a tu novia. Estamos a mano.

Ante la explicación, Dixie cerró la boca y Ava se alejó, y cuando la chica ucraniana le dedicó una mirada cargada de preguntas a su novia, todo lo que la pelinegra pudo hacer fue encogerse de hombros.