𝙲𝚊𝚙 𝚜𝚎𝚝𝚎𝚗𝚝𝚊 𝚢 𝚌𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘

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Sentada en la sala de espera fuera de la oficina de la directora, Charli tenía una pierna sobre la otra en una pose relajada mientras Avani la veía con pasmo desde el otro lado del pasillo. Addison estaba en la enfermería -no se supo si fue Charli o Barbara, pero alguien le propinó un codazo en el rostro cuando trató de ayudar a separarlas- y Dixie la estaba acompañando.

La corredora tenía un par de rasguños simétricos respetablemente dolorosos en el costado derecho del rostro y tenía el labio inferior roto, pero a pesar de eso, había una sonrisa engreída en sus labios y mantenía un semblante de suficiencia que tenía a Avani en serio muy confundida. También tenía la ropa llena de manchones verdes que quedaron en sus prendas durante la pelea mientras ella y Barbara rodaban por el suelo, pero, de nuevo, parecía muy poco preocupada por su aspecto.

—Charli... —comenzó la chica.

—No, detente allí. No vas a arruinar mi momento de felicidad —la interrumpió la corredora, y luego volvió a sonreír—. Se sintió taaaan bien.

—Te van a suspender una semana —Avani casi chilló—. ¿Necesito recordarte que mañana hay una competición?

—Bueno, maldita sea, de todos modos valió la pena —murmuró con un encogimiento de hombros—. Debiste haber visto su expresión cuando le...

Antes de que Charli pudiera seguir adelante con su línea, la puerta de la oficina de dirección se abrió y de ella salió Barbara -quien sostenía una compresa de hielo en prácticamente toda la parte izquierda de su rostro- siendo acompañada por Heidi, quien le dirigió un entrecejo desaprobador a la corredora antes de girarse hacia la rubia.

—Señorita Minerva, temo que nos veremos dentro de una semana —Barbara asintió sin mirar a la directora, pero le dedicó una mirada asesina a la castaña -quien le lanzó un beso- y miró de reojo a Avani antes de caminar y desaparecer por el corredor—. Grace, a mi oficina.

Cuando Charli llevaba alrededor de diez minutos conversando a puerta cerrada con Heidi y Avani estaba a punto de terminar con sus uñas, Addison y Dixie aparecieron por el corredor y caminaron hacia su amiga con pasos silenciosos porque no querían interrumpir sus pensamientos frenéticos.

—Ya volv...

—¿Y si estaban peleando por mí? —Cuestionó Avani en dirección a la pelinegra con una expresión llena de pánico—. ¿Y si fui la razón por la que se agarraron a golpes?

—Avani, querida, no seas narcisista —Dixie colocó ambas manos sobre los hombros de su mejor amiga y dejó un apretón reconfortante antes de añadir—: Hay muchas razones por las que dos chicas pueden pelear. ¿Recuerdas esa vez donde tú y yo casi nos matamos porque salimos a una fiesta con la misma blusa? —La chica dejó salir una risa entre dientes al recordar el incidente y luego asintió en acuerdo—. Quiero decir que, en sí, no necesitamos una razón demasiado importante para agarrarnos a golpes con alguien.

—Yo creo que sí estaban peleando por ti —murmuró Addison sin prestarle atención a nada.

Inmediatamente, el semblante de Avani volvió a caer y la pelinegra le dedicó a su novia un entrecejo fruncido que dejó en evidencia su desaprobación, sin embargo, la rubia estaba bastante distraída toqueteando la bandita que Mera le colocó en el rostro para mantener cubierto el corte en su pómulo.

—Soy la peor de todas —la chica se cubrió el rostro con ambas manos y negó con la cabeza—. Soy una mala persona, yo...

—Oye, no —Dixie le quitó las manos del rostro y le dedicó una sonrisa tranquilizadora—. Incluso si estaban peleando por ti, tú no les dijiste que se agarraran a golpes, ¿o sí?

—Bueno, no, pero...

—Además —la pelinegra esbozó una sonrisa maliciosa y murmuró—, no es tu culpa ser la tipa más guapa, atlética, amable y encantadora de D'amelio High, ¿verdad?

Avani dejó salir una risa ligera y miró hacia a la puerta de la oficina de Heidi cuando escuchó que giraron en picaporte, la directora mantenía el semblante tranquilo, pero Charli estaba tratando -sin éxito- contener una sonrisa.

—Directora D'amelio, Charli no... —empezó Avani apenas las vio, sin embargo, Heidi alzó una mano para detenerla.

—Ya todo está hablando con la señorita Grace y también se solucionó con la señorita Minerva, así que no diré más sobre el tema —la mujer habló en tono firme y practicado—. Charli, le llamé a tu madre para que viniera por ti, pero está en una reunión y...

—Ella puede tomar mi auto —se apresuró a decir Avani—. Yo puedo volver a casa en taxi.

—Bueno, no es de mi incumbencia —masculló Heidi antes de girarse para entrar a su oficina—. Vayan a clase —ordenó antes de cerrar la puerta.

Las cuatro chicas se quedaron en silencio y Dixie comprobó la hora en el reloj que llevaba en la muñeca para asegurarse de que no estaban llegando tarde a clases, mientras tanto, Avani extendió una mano hacia la rubia, quien bajó la cabeza y le entregó las llaves del Mustang que no llegó a usar, y a su vez, la chica le entregó las llaves a Charli, que luego de tomarlas se abrazó al cuello de su novia y la besó con firmeza y demasiado entusiasmo como para ser catalogado como una muestra de afecto moralmente aceptable en público.

Por otro lado, los hombros de Addison cayeron más al darse cuenta de que posiblemente jamás tocaría el auto de la chica.

—Lo siento, Addison. Novia mata a esposa —murmuró Avani a modo de explicación aún abrazando la cintura de la corredora.

La pelinegra se abrazó a los hombros de la chica ucraniana y buscó su mirada, luego dejó un beso delicado en sus labios.

—Tranquila, amor, hoy robaremos el Bugatti de Andy y podrás pasear por toda la ciudad si eso es lo que quieres.

"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora