Tirada en su cama con la mirada puesta en el techo y llena de un aburrimiento en serio insoportable, Dixie exhaló un suspiro y gimió patéticamente por lo que pareció ser la enésima vez en los últimos cinco minutos. Estaba tan aburrida, necesitada de la atención de su novia -de cualquier tipo, en serio- y tan absolutamente frustrada, que su mera existencia le resultaba insoportable en ese momento.Para empeorar las cosas, la residencia de su familia estaba en un silencio sepulcral poco alentador debido a que su padre estaba de viaje por negocios, su madre tenía consejo escolar ese sábado, Andy había decidido sacar a pasear a Cali, Avani y Charli estaban pasando el día juntas porque la señora Grace no estaba en la ciudad, y Addison estaba recuperándose de la paliza que Andrea le propinó a todas las integrantes del equipo de fútbol en la práctica del día anterior.
Estaba completa, absurda, y absolutamente sola.
Maldito fraccionamiento de mierda que era el más tranquilo y agradable de la ciudad. A veces, Dixie deseaba vivir en uno de esos lugares con vecinos ruidosos y pandillas peligrosas, y al darse cuenta de eso, se dijo que necesitaba terapia porque, ¿quién en su sano juicio cambiaría el perfectamente perfecto fraccionamiento Argo por un barrio lleno de pandillas, balas perdidas y niños insoportables?
—Necesito agendar una cita con la doctora Hamilton —se dijo con seriedad—. Oh, Dixie, eres patética hablando contigo misma.
Solo por tener algo que hacer y en un movimiento involuntario, la pelinegra llevó su mano izquierda hacia el lugar entre sus piernas -cubierto solo por unas pequeñas bragas- y se sobresaltó cuando el suave golpe de sus dedos allí envió una sacudida de calor a sus terminaciones nerviosas, sin embargo, eso también le hizo recordar que había pasado un tiempo desde que ella y Addison habían tenido sexo.
Entre sus reuniones con el club de ajedrez, las prácticas de Addison y el hecho de que alguno de sus padres siempre estaba en casa, no habían tenido mucho tiempo para recrearse de esa forma tan genial que Dixie en serio extrañaba, y en ese momento, donde la pelinegra tenía la residencia para ella sola al menos hasta las ocho, Addison estaba exhausta en casa por culpa de la estúpida de Andrea.
Para variar, las hormonas de Dixie estaban a tope porque su ciclo menstrual estaba cerca y al final cedió a sus impulsos físicos, obviamente con su novia en mente para que todo aquello fuera más fácil e intenso. A veces le preocupaba lo mucho que Addison lograba afectarla.
Mientras sus dedos encontraron el camino hacia el interior de sus bragas, la mente de la pelinegra reprodujo de forma vívida la forma en que el día anterior Addison la llevó a uno de los cuartos de limpieza y la empotró contra una pequeña mesa para besarla por todas partes gracias a que la noche anterior tuvo un sueño en serio elaborado que incluía a Dixie, un conjunto de lencería oscura y tacones poco salubremente altos.
Dixie jadeó ante el recuerdo de los dedos de su novia buscando a ciegas el botón de sus vaqueros mientras se besaban en el espacio cerrado y caliente, y las conocidas palpitaciones en su clítoris -así como su lubricación- se hicieron presentes apenas sus dedos pasaron de forma suave sobre su monte venus.
La pelinegra jadeó cuando sintió el fantasma de los labios de Addison en su mandíbula como usualmente cuando se besaban a solas y tensó los músculos de sus piernas cuando un pálpito particularmente fuerte latió en su clítoris debido al recuerdo, lo que hizo que presionara sus dedos con más fuerza contra la creciente humedad sobre su nudo de nervios y sus caderas se movieran de forma involuntaria contra su propia muñeca.
Sus pezones se tensaron contra la ligera tela de su camiseta de algodón y llevó su mano derecha a acunar su pecho al tiempo que extendía más las piernas en busca de un mejor ángulo, y una vez que tuvo más espacio, empezó a mover sus dedos de forma descuidada y moderadamente rápida contra su clítoris palpitante.
Cuando Dixie empezó a sentir que la presión en su vientre bajo iniciaba a acumularse como lava ardiente y sus dedos se frotaban de forma fluida sobre su clítoris gracias a toda la humedad que el pensamiento de Addison tocándola produjo, también escuchó pasos por el pasillo fuera de su habitación, lo que la llevó a entrar en pánico, dejar de lado su excitación y tensarse en su cama.
Sin embargo, antes de que pudiera colocarse presentable o incluso sacar su mano del interior de sus bragas, la puerta de su habitación fue abierta sin previo aviso y ella exhaló un grito horrorizado antes de rodar por el colchón -tratando de cubrirse al menos mínimamente- y caer al piso con un ruido sordo.
—Mierda, Dixie —Addison maldijo y corrió hacia el otro lado de la cama para ayudar a su novia—. ¿Te rompiste algo?
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —Espetó la pelinegra en tono molesto -aún tirada en el piso- y con las mejillas sonrojadas—. ¿Cómo infiernos entraste?
—Eh... yo... yo solo subí porque la puerta estaba entreabierta y uhm, sí. Quería verte —articuló la chica ucraniana de forma distraída, sin apartar la mirada de los muslos desnudos de Dixie, la obvia mancha de humedad en sus bragas y los pezones tensos contra la camiseta delgada—. Dixie, ¿estabas...
—Pfft, claro que no —se apresuró a decir la pelinegra—. Yo... yo estaba bebiendo agua y la maldita cosa cayó encima de mí y eso —balbuceó—. Uhm, ¿pensé que estabas recuperándote de la paliza de la práctica?
—Bueno, es que de hecho estoy mejor y quería verte —murmuró Addison antes de finalmente tomar asiento en el piso—. Pixie, ¿puedo ayudar con tu problema? Podría y me gustaría ayudar.
Dixie asintió sin dudarlo, discutir o tratar de defender que no estaba masturbándose porque era estúpido tratar de negarlo, y solo entonces la rubia la tomó por la base del cuello para unir sus bocas en un beso honestamente demasiado pasional para ser el primero de su sesión de besos, y la pelinegra se tensó ligeramente y siseó cuando la mano derecha de su novia encontró el interior de sus bragas y acarició su piel lisa hasta llegar a su clítoris.
Las caderas de la pelinegra buscaron la mano de Addison y esta separó sus labios brevemente para escuchar el gemido entrecortado que escapó de la boca de Dixie, quien se precipitó rápidamente hacia el orgasmo solo por el conocimiento de que su abstinencia había llegado a su fin y el hecho de que tenía los dedos de su novia en su vulva.
Los muslos de la pelinegra se cerraron con fuerza y atraparon la mano de Addison cuando el orgasmo la golpeó, y al mismo tiempo, una de sus manos cayó a la rodilla de su novia para sostenerse, entretanto, la rubia acunó suavemente la mandíbula de Dixie antes de murmurar:
—Pix, estoy enamorada de ti.
La pelinegra se tensó al escuchar a su novia y su cerebro se bloqueó por completo al tiempo que la euforia post coital y el conocimiento de que su novia estaba enamorada de ella se asentaron en su mente, por lo que en lugar de usar esa oportunidad perfecta para al fin expresar que ella también estaba estúpidamente enamorada de Addison, terminó por decir:
—¿Sabías que Zurich mordió a Avani cuando ella y Charli estaban teniendo sexo? —Aún con la mano de Addison en el interior de sus bragas.
![](https://img.wattpad.com/cover/266879617-288-k955432.jpg)
ESTÁS LEYENDO
"𝚂𝚝𝚘𝚕𝚎𝚗 𝚔𝚒𝚜𝚜𝚎𝚜"
FanficDonde Addison tiene un crush enorme en Dixie D'amelio, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ¡Atención! Capítulos extremadamente cortos. Esta es una adaptación, todos los crédit...