Miku se saltó las últimas clases para tomarse un tiempo en casa y calmarse, pues hablar de eso con Kaito no le había ayudado para nada. Y pensó que quizás esa fuese la razón por la que lo ocultaba todo. Era demasiado débil y sensible ante su pasado.
A la mañana siguiente, volvió a llegar antes de tiempo. Esta vez fue a propósito, para estarse unas horas a solas. Algo que acabó por hacer muy a menudo.
Dejó su mochila en su pupitre y se sentó para luego reposar su cabeza entre las hojas que habían caído de la mochila y se habían desparramado por el suelo y su mesa. No le dio mucha importancia, ya que tampoco iba a venir nadie hasta en unos veinte minutos.
Pero se equivocó. Y entró Kaito, sin prestar atención a que en la clase ya había una persona. Estaba leyendo unos papeles que parecían una canción, y llevaba un bolígrafo en la boca. Ponía una cara de desconcierto mientras se introducía la otra mano en el bolsillo. Rápidamente, Miku se puso a recoger todo lo que había escampado.
Sin embargo, el chico se dio cuenta de que ella estaba en la sala.
-Anda, Miku, no te había visto- dijo sacándose el bolígrafo de la boca-. ¿Qué es esto?
-¡Nada!- gritó ella. Pero el muchacho ya había cogido ese papel que ella deseaba no haber tirado. Debía haber sido un poco más consciente, pero la tranquilidad que conseguía en la soledad la habían hecho olvidarse de qué era lo que contenía su mochila realmente.
-¿Rolling Girl?- se preguntó algo desconcertado-. ¿Qué es?
-No es nada- y se la intentó quitar, pero Kaito esquivó el ataque.
Estuvo un rato observando el papel que había cogido del suelo, el cuál contenía la canción que deseaba que nadie de esa escuela viera.
-Se equivoca otra vez...- dijo leyendo en voz alta.
-Por favor, no lo leas...- suplicó ella con timidez.
Iba cargada con todas las hojas que había desparramado. Una llamó mucho la atención de Kaito y se la quitó sin aún soltar la otra que había agarrado antes.
Estaba descubriendo demasiado.
-¿Cuando el charlatán ríe?- se extrañó-. ¿Y esto?
-Kaito...- murmuró Miku advirtiéndole.
-Oye, que no está mal el título.
Siguió leyendo mientras de vez en cuando sonreía. De repente, volvió a girarse hacia la chica y le quitó otra partitura.
-¡Anda! ¡Otra más!- dijo alegre.
-Eh, no tienes derecho a leerlas- se enfadó ella.
-En realidad sí. Como representante del club de música, tengo todo el derecho del mundo a leer las canciones de mis compañeros.
-Pero no quiero que nadie las lea... Ni las escuche.
-¡Eh!- dijo algo contento-. Esta la cantaste el primer día de clase, ¿verdad? ¡Está muy bien!
-Sí, ¿y qué? ¿Qué te parecería a ti si yo leyese tus canciones?
Empezaba a enfadarse un poco, aunque en el fondo entendía la curiosidad del chico.
-Después de ver esto, me parecería vergonzoso que lo hicieras. Las mías... bueno, las de mi "grupo" son como manchas de mierda en una pared comparadas con estas.
-Estás exagerando- dijo sonriendo con timidez.
Se la miró asombrado.
-No, para nada.
Ella también se impresionó ante la reacción del chico.
-Podríamos cantar alguna para el festival- sugirió cogiendo otra de las partituras-. No. Espera. Tú podrías cantar alguna para el festival.
-¡No!- gritó Miku pisándole sus últimas palabras-. ¡Tengo una voz horrible!
-En mi opinión, es preciosa- dijo sin quitar el ojo de las partituras.
Se sonrojó al oír eso. Nunca nadie que acabase de conocer sin contar al profesor Sunohara le había dicho que tenía una voz bonita.
Es más, normalmente había recibido burlas ofensivas por parte de sus compañeros, y esa fue una de las razones por las que intentaba no cantar en público y no hablar demasiado con la gente, pues había acabado aceptando que su voz no era de buen oír.
-Gracias- dijo en casi un susurro-. Pero no creo que la otra gente piense lo mismo.
-Te menosprecias demasiado- le dijo devolviéndole sus partituras-. Cantas tan bien como escribes, y eso es muy bueno.
Ella asintió feliz de que alguien la apreciase por una vez en su vida.
-Pero me ha llamado la atención la primera- comentó seriamente-. Sí eran así tus sentimientos, es normal que ayer te pusieras a llorar.
Ella no quiso levantar la mirada. Hablar de ese tema le traía demasiados recuerdos. Era triste tener un pasado tan gris.
-¿Te puedo pedir un favor?- preguntó Kaito al ver la reacción de la chica por su comentario.
-¿De qué se trata?- dijo Miku con curiosidad.
-¿Podrías componer una canción para mí?
Ella se lo miró con incredulidad.
-No dedicada a mí. Quería decir una canción conmigo. O sea... Que compusiéramos juntos algún tema- dijo él algo nervioso.
-Si a ti te parece bien...
-¡Genial! ¿Y me podrías prestar esa del charlatán?
-¿Para qué?
-Cosas profesionales. Tranquila, que no haré nada que te pueda perjudicar.
-Gracias.
-No, ¡gracias a ti!
Y la dio un pequeño abrazo, algo que ella notó raro, pues nadie lo hacía salvo su hermano. Justo en ese momento, entró Gumi Megpoid con dos mochilas en la mano.
Tosió por lo debajo al verlos, pero luego sonrió divertida. Kaito se separó de ella lentamente, como si el abrazo fuera algo normal.
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Rolling Girl
RandomEnvuelta en un halo de críticas, burlas, insultos e incluso agresiones físicas, Miku se consigue deshacer de todo ese horripilante pasado y se cambia a un nuevo instituto lleno de personajes nuevos amantes de la música.