XVII - El festival

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Habían pasado dos semanas más, y el festival de la escuela estaba al caer. Miku estaba tan alterada que llegó tarde a clase después de quedarse dormida en casa.

-¡Disculpa, señor Sunohara!- dijo antes de entrar y casi caerse al tropezarse con el frenazo que pegó.

Se puso recta y fue hacia su asiento saludando a Rin y a Luka por lo debajo. Esas dos se habían convertido en sus mejores amigas desde el día del accidente.

Pasó la mañana lentamente hasta que, antes del almuerzo, el profesor dijo que recitaría el nombre de los nominados para actuar en el festival, algo típico en aquella escuela. Y ella se puso tensa, pues no sabía de qué hablaba. Quizás todos lo supiesen, pero se abstuvieron de decirle nada.

-Sólo hay siete- dijo con un papel entre las manos-. A diferencia del año pasando, donde había diez.

-¿Por qué?- se indignó Yuma.

-Normas del Consejo de las Artes de la Secundaria de Escuelas Mayor, chico- respondió el profesor.

-La CASEM no tiene derecho- se indignó otro chico.

Esa institución era desconocida para la chica. Un consejo sobre las artes de la secundaria... ¿de escuelas mayor? "¿Se referirá a las artes que se practican en las escuelas de secundaria?", pensó Miku, "¿Artes como el canto, el baile, la pintura y... todo lo demás?".

-Bueno, allí van los nominados.

Fue entonces cuando Miku pensó en que quizás esos fueran los nominados para actuar en nombre del club de música, o de los del bachillerato artístico, o qué sabía ella. De lo que estaba segura es que ella no estaría nominada, pues teniendo en cuenta las canciones de pacotilla que hacía y su falta a las clases, no creyó que fuese la más indicada.

-Kagamine Rin- dijo, y Rin lo celebró levantando el puño debajo de la mesa-, Megurine Luka, Sakine Meiko, Shion Kaito, Megpoid Gumi, Kagamine Len y Hatsune Miku.

Al oír su nombre, no pudo evitar sonreír y mirar a sus amigas, las cuales le levantaban el dedo pulgar mientras sonreían alegremente.

-Bien. Y ahora las canciones nominadas. Sólo siete, una por cantante.- anunció el profesor.

"¿Una por cantante? Maldición", pensó Miku al ver la cara picarona que le enviaba el profesor.

-La primera es, obviamente, como se dijo un mes atrás, Love is War. La segunda será World is Mine, después Tell Your World, Redial, Yellow, Romeo and Cinderella y para acabar Love Words.

Al acto, Miku se levantó con una mirada feroz.

-¡Pero todas estas son mías!- gritó indignada.

-¿Qué?- dijo toda la clase al unísono.

-¡Ahora no me dirá que las dos extras también son suyas!- espetó una chica, la que reconoció como Lin Haine.

-Todo ha sido por CASEM. Yo no he elegido nada- respondió el profesor.

-¡Entonces eso es un sí!

-Las dos extras son...- Hojeó los papeles que tenía encima de la mesa-. Odds and Ends y una llamada... esto... Magnet.

-Pero...- tartamudeó Miku-. ¿De dónde las sacó?

El profesor rió.

-Se las dejó un día en clase, y los profesores creyendo que formaban parte del proyecto, las recogieron todas.

-Pero aún faltan. ¿Dónde están las otras partituras?

-Es increíble- le comentó Luka a Meiko alucinando por lo ocurrido-. El año pasado no pasó ni una, pero este año resulta que pasan nueve, y todas de Miku.

-¿¡Pero qué coincidencia más graciosa, no!?- gritó Lin de nuevo-. ¡Seguro que esto está amañado!

-Lin, haz el maldito favor de callarte y sentarte- le espetó Kaito girándose bruscamente sobre su silla-. Eso sólo lo dices porque tus canciones no valen ni para lavarse el culo.

-¿Qué? Mis canciones son mucho más buenas que las de esa pájara. Sólo se hace la víctima para que le hagáis caso.

Y Miku se puso a reír. Quizás fuese un acto reflejo, pero no pudo evitarlo.

-Perdón- dijo agarrándose la barriga-. Lo siento, es que...- Pero seguía riendo. Sus amigos sonrieron divertidos al ver la reacción de la chica.

-Y encima tiene el derecho de burlarse de mí- gruñó Lin.

-No, no es eso- dijo sonriendo-. Es que... No sé-. Aún no podía hablar con normalidad-. Es que me ha parecido gracioso lo de lavarse el culo con una canción. Te lo imaginas ahí con una radio y...

-Pues a mí no me ha hecho gracia- la interrumpió mirándola con crueldad.

Los amigos de Miku rieron por lo debajo ante la comparación que hizo con la radio.

-¡Lin Haine!- gritó el señor Sunohara-. ¡Cierra el pico de una maldita vez! Siempre te metes con el ganador. El año pasado ya le hiciste lo misma a Megurine.

Ésta le hizo caso y se sentó al acto, con una mirada fría dirigida a Miku, la cual aún estaba de pie. Se tranquilizó y, acariciándose el vendaje del brazo, miró al profesor.

-Disculpe, señor, pero yo no quiero tener que actuar, cantar o interpretar en el festival. Y mucho menos con mis canciones. He leído otras de mis compañeros y son mucho más buenas que algunas mías.

-En ese tema no entro- respondió el hombre-. Pero hay que reconocer que tus canciones son pegadizas y melodiosas. Las indicadas.

-Pero tiene que saber que muchas de ellas las compuse con mi hermano Mikuo...

-Eso él ya lo sabe. Sin embargo, él está en el club deportivo. Le da igual que las uses tú en su lugar.

Miku se volvió a sentar para dar finalizada la conversación. En el fondo le hacía ilusión que sus canciones fueran interpretadas en el festival, pero al mismo tiempo le daba miedo, y no lograba saber por qué.

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