Rin se tiró encima de ella apretujándola como a un osito de peluche mientras gritaba eufórica algo que sonó totalmente diferente a lo que ella pretendía decir.
Luka traía un paquete con una etiqueta que ponía el nombre de todos los que habían participado en ese regalo. Ella se alegró mucho al ver que sus amigos se habían interesado por ella. Casi todos sus compañeros de clase llevaban un paquete o alguna cosa para ofrecérsela como regalo.
-¿Pero qué...?- se preguntó al ver tantos regalos.
-¡Feliz cumpleaños!- dijo alegremente Rin mientras le extendía el regalo con una afable sonrisa.
-¿Un regalo para mí?- se preguntó intentando no llorar.
-¡Por supuesto! Esperamos que te guste- sonrió Luka.
Al abrir el paquete, vio unos auriculares rosas con alas de mariposas. Los cogió delicadamente y los miró impresionada. Era increíble que se hubieran tomado la molestia de comprarle eso.
Haku Yowane le regaló un libro llamado El viento helado que penumbra mi corazón. Trataba sobre una chica solitaria que encuentra el amor de su vida oculto en el bosque, interpretando piezas de música céltica y clásica con un violín y una guitarra acústica diseñados especialmente por él.
Gakupo y Oliver le regalaron los primeros cuatro mangas de una colección llamada Blue Exorcist. Estaba ilusionada al ver que se habían preocupado tanto por ella.
El profesor entró también y toda la clase se quedó en silencio observándole.
-Así que hoy es el cumpleaños de Hatsune- comentó por lo debajo-. Genial. Tenía ganas de tomarme un día relajadito.
Todos los compañeros se miraron entre sí. Eso no significaba un día libre, solamente que las clases se centrarían en diversión y no en estudio como solía ser cada día.
-¡Genial!- gritó Rin-. ¡Un día sin clase!
-Técnicamente sí que haremos clase- aclaró Kasane.
-¡Cállate, agua-fiestas!
Todos se pusieron a reír. Aunque ella estaba aún impresionada por tanta amabilidad. Nunca en su vida había tenido unos amigos tan increíbles como aquellos. No podía defraudarles, no podía permitirse otro día de depresión, pues exteriormente ya no tenía ningún problema en la vida.
Llegó de nuevo la hora del almuerzo. Se dirigió hacia el piano cuando todos estaban charlando, de pie, o saliendo del aula, y pasó la mano por el teclado sin hacer sonar las teclas.
Su estupidez la iba a impedir tocar el piano durante mucho tiempo, y en el fondo se maldijo por haber hecho tal tontería.
Sus amigos la avisaron de que iban a dar una vuelta, y que tenía que ir pues habían reservado un restaurante para poder celebrar el cumpleaños.
Y ella hacía tiempo que no iba a comer a un restaurante. Y menos en buena compañía.
Salió de clase antes que ellos preguntando antes si su hermano Mikuo también podría ir, a lo que le dijeron que ellos ya habían contado con eso y le sonrieron mientras le pedían que se girase.
Su hermano le sonrió felicitándola por su cumpleaños, dándole un abrazo cálido y reconfortante.
-Bueno- dijo Rin poniéndose bien los clips que llevaba en su corto pelo rubio-. Será mejor que vayamos tirando ya para el restaurante. He reservado para diez personas.
-¿Diez?- se extrañó Miku mientras soltaba a su hermano.
-Sí. Bueno, ya sabes. Luka, Meiko, Kaito, Len, Gumi, Gakupo, Haku, Mikuo, tú y, porsupuestísimo, yo.
-Pero no están todos- se quejó.
-Bueno, tuvimos que hacer una selección. Akita Neru, Kasane y las otras decidieron no ir por darles lugar a tus más íntimos amigos- respondió Luka.
-Vaya...
-Además, ¡los restaurantes están caros, querida!- agregó Meiko riendo.
Seguidamente se fueron hacia un restaurante de la zona, caminando todos juntos. Miku se percató de que Rin caminaba muy cerca de su hermano, quizás demasiado, tratándose de ella.
Y entonces recordó un comentario que le hizo Luka un día que estaban en el baño:
-Tienes que saber que tu hermano es como un Kaito o un Yuma pero de dos grados mayor. Las chicas desviven por él.
-¿Y eso en qué me afecta?- preguntó ella perpleja.
-Bueno, sólo diré que Rin se desvive fácilmente por cualquiera.
Fue entonces cuando comprendió a lo que se refería. ¡A Rin le gustaba su hermano! Menuda chorrada acababa de descubrir, pues era fácil saber que Mikuo no caía tan fácilmente a los pies de la gente. Pero le hizo gracia saber que su mejor amiga estaba casi literalmente colgada por su querido hermano mayor.
Al llegar al restaurante, Miku se impresionó al ver que era uno con temática infantil. Estaba lleno de niños pequeños, pero por lo que veía a sus amigos eso les importaba muy poco. Quizás ellos también tuvieran, en el fondo, una mente de crío al que le encantan los sueños, los colores y las golosinas.
-Bendito seas, Japón- dijo Haku mientras abrazaba una escultura de un oso gigantesco que había en la entrada.
-¡El plato estrella es un helado para cinco!- gritó eufórica Rin mientras pegaba un salto sobre su silla con forma de oso Panda.
Las mesas eran bajas, y la gente comía en sillones, sillas no muy altas, puffs y otros muebles bastante cómodos y adorables.
-¿De qué gustos hay?- preguntó impaciente Len mientras apartaba a Luka de su camino y miraba junto con su hermana la carta de postres especiales.
-Fresa, vainilla, nata, chocolate, pistacho, dulce de leche, stracciatela, kit-kat, oreo, limón, menta, frutos silvestres, manzana, naranja, cereza... ¡Dios! ¡Se me hace la boca agua!- gritó Rin emocionada por tanta variedad.
Miku sonrió divertida, aunque ella prefería un pastel de chocolate relleno de vainilla. Pero ver la emoción en las caras de los presentes, decidió pedir cinco helados con gustos diferentes cada uno. La camarera, al ver que había tanta gente, preguntó si lo que querían era compartir un helado en un cuenco enorme.
Gakupo se puso de pie golpeando con las dos manos en la mesa.
-¡Eso no es pregunta, mujer!- gritó-. ¡Pues claro que queremos!
-Gakupo, qué maleducado eres a veces- le regañó Luka haciéndole sentar.
-Disculpe su comportamiento- se excusó Kaito-. Necesita azúcar.
-¿Y dices que sólo comeremos ese helado?- preguntó Mikuo sosteniendo aún la carta, manteniendo la compostura adulta que siempre ponía.
-¿¡Sólo, dices!?- exclamó Haku-. ¡Ese helado podría alimentarte por un mes!
-Qué exagerada...- murmuró Kaito.
Ella le dio un golpe amistoso mientras sonreía.
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Rolling Girl
RandomEnvuelta en un halo de críticas, burlas, insultos e incluso agresiones físicas, Miku se consigue deshacer de todo ese horripilante pasado y se cambia a un nuevo instituto lleno de personajes nuevos amantes de la música.