XXVI - "... que no me podrás quitar".

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Salió del recinto con una libreta entre las manos, la cual miraba fijamente, sin prestar atención a nadie más. Pero se sorprendió como nunca lo había hecho al ver a Michael Johnson parado delante de su escuela, sentado en un banco jugando con el móvil.

No sabía cómo reaccionar. Lo que sí sabía es que estaba demasiado contenta como para moverse de dónde estaba.

Al final decidió encararse a su timidez y caminó firmemente hacia donde estaba él. Le dio un par de toquecitos en el hombro para que reaccionara.

-¡Anda, Miku! ¿Cómo tú por aquí?- exclamó alegre mientras le daba un abrazo fugaz.

-Ahora esta es mi escuela- respondió con una sonrisa.

-Así que estudias aquí...

-Sí.

-Yo aún sigo en ese instituto infernal.

La miró durante un momento y luego volvió a sonreír.

-En realidad ya sabía que estudiabas aquí, pero no me lo creía- dijo.

-¿Eh? ¿Cómo que no te lo creías? ¿Quién te lo dijo?- preguntó ella desconcertada.

-Steve, Michelle, Ryan y Nagisa. Bueno, esos cuatro mequetrefes.

Realmente, nunca se esforzó en aprenderse sus nombres al igual que ellos nunca se esforzaron en aprenderse el suyo, así que tampoco sabía quién era quién. De lo que sí estaba segura era que esos cuatro chicos eran con los que se encontró la otra vez.

-También se comenta por ahí que tienes novio o yo qué sé- comentó riendo.

-Esto... Bueno...- tartamudeó un poco nerviosa-. Podríamos decir que sólo es verdad para ellos.

-¿Cómo?

-No es verdad, realmente, pero se lo dije para que...

-¿Te refieres a que les has dicho que tienes sólo para ahuyentarles?

-Lo dices como si fuera impropio de mí.

-No creí que fueras así de superficial.

-Eh, alto ahí.- Miku se sorprendió ante la reacción de su antiguo amigo-. Yo no soy ninguna superficial. Es más: el chico se ofreció para fingirlo, realmente yo no tenía intención de decir ni hacer nada.

-Ya, claro.- El chico le estaba empezando a sacar de quicio.

-Oye, tampoco te pongas desagradable conmigo.

Entonces apareció el equipo de rescate. Rin, Len, Luka, Oliver, Gakupo, Meiko, Gumi, Haku, Kaito y su hermano Mikuo. Sonrió orgullosa, aunque se arrepentía de hacerlo. Ahora iba a ser salvada por sus amigos, y eso la ponía en un pedestal, algo que nunca había experimentado.

-Vaya, aquí está Michael...- dijo Mikuo cruzando los brazos, mirándolo con superioridad.

-Cuánta gente...- le susurró a Miku asustado.

-Nosotros somos sus amigos- dijo Rin levantando el puño orgullosa.

-¿Qué es lo que ocurre?- preguntó Kaito mirando al intruso despreciablemente.

-Dice...- empezó ella con nerviosismo-. Cuando fingiste ser mi novio... Él no se lo cree.

Meiko y Luka se pusieron a reír. Al igual que Len y Oliver, aunque los otros mantuvieron la compostura.

Kaito miró al recién llegado con los ojos como platos durante unos segundos, aunque rápidamente volvió a su estado original, cruzando también los brazos como hacía Mikuo.

-Bueno, sólo lo hice para ahuyentar a los abusones de ella- dijo indiferente.

-Lo hiciste tú, así- afirmó Michael con un posado serio.

-Pues claro- intervino Gakupo-. Ella no tendría valor para hacerlo.

Podría sentirse aludida, pero no lo hizo. Se sintió protegida por ese comentario, quizás porque la forma con la que lo dijo era de hermandad y familiaridad.

Todos sus amigos se quedaron quietos, mirando al intruso como si fuera un mosquito, aunque Miku más bien estaba nerviosa por si reaccionaba mal.

-Bueno, Michael...- dijo, rompiendo el silencio-. Aquí me va mucho mejor, por lo que ves.

-Sí, ya veo- comentó intentando pasar desapercibidas las miradas de los compañeros de ella-. Pero aparte de la gente, ¿qué más ha cambiado?

-¿Estás de coña?- preguntó girándose, acercando su cara a la suya-. Ha cambiado todo. Todo.

Él pareció asustarse al ver esa reacción en ella.

-¿El qué? ¿El hecho de que ahora puedes cantar cuando se te antoja?

-Podría ser. Es algo, una parte de mí, que nadie podrá arrebatarme nunca aquí. Y a partir de hoy, ni aquí ni en ninguna otra parte.

Los amigos de Miku ahora se apartaban un poco del espectáculo, como pensando que esa escena era más bien privada y que no se tenían que meter.

-Vamos, Miku. Todos saben que no tienes valor para cantar delante de nadie- rió Michael. Realmente, le estaba pareciendo la mar de desagradable.

Había cambiado.

-Cállate, maldito bastardo- le espetó. Eso hizo que sus amigos se girasen de repente-. No tenía valor para cantar delante de ellos. Y desde luego nunca pienso tenerlo para cantar delante de ti.

-Eh, ¿a qué viene tan mal humor? Sólo bromeaba.

-Tú no estabas bromeando...

Entonces lo miró de arriba a bajo, ante la mirada expectante de sus compañeros y la del chico.

-Estás saliendo con alguna chica- dijo ella. Michael abrió los ojos como platos-. Y es alguna de las que iban en mi contra.

Rolling GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora