Volver a ver las caras de la gente después de un mes de rehabilitación en casa, le hicieron ver todo lo que antes ignoró. Quizás antes nunca vio lo que realmente era la gente, pues estaba muy ocupada huyendo de quien fuese.
La gente era amable. No eran demonios vestidos de forma humana. No era un infierno sobre la Tierra. Sus caras no mostraban hostilidad.
Al menos, no la mostraban hasta que la vieron.
Empezaron los insultos en voz alta, los cuchicheos, las zancadillas... Era una chica solitaria.
Pero odiada.
Después de todo lo que había sufrido, pensó que quizás tirar adelante fuera la mejor solución. Pero era capaz de llorar. Juraba que se podría a llorar a pesar de que no quería. Estaba cansada de intentar ser fuerte.
Porque no lo era.
Caminó por los pasillos buscando algo en su mente para deshacerse del mundo exterior. En una pared, en el puesto de anuncios, había un papel que anunciaba un concurso de talentos.
A ella siempre le había gustado la música. Era su única razón para vivir después de su hermano. Pensó en participar, ya que quizás eso la tranquilizase y le haga reflexionar sobre si ella era débil o simplemente una concha de acero cubierta de terror.
Se inscribió cuando no la miraba nadie, pero la inscripción duraba más de lo esperado, así que empezó a venir gente.
-¿Te va a apuntar a ese concurso de talentos, pelo raro?- dijo un chico que pasaba por ahí-. Seguro que ganas el premio a la más friki del colegio.
-No creo que llegue a ganar nada con esas pintas- dijo una chica que le acompañaba.
Ella miró a sus abusones para lograr comprender a qué venía tanta hostilidad. Pero nunca comprendía nada. Ellos hacían el mal porque sí.
-Venga, vámonos- dijo otro de los chicos-. No vale la pena pisar una hormiga sin saber dónde está el hormiguero.
Todos los muchachos se fueron entre risas y cuchicheos, como era el día a día en ese instituto.
Ella siguió rellenando la inscripción al concurso, a pesar de que todas las ganas se habían esfumado con la corriente de aire que habían provocado esos malcriados.
Estaba harta de todo.
Salió de recepción para irse a clase, pero las puertas de las aulas estaban petadas de gente. De la gente que se metía con ella.
No quería cruzarse con ellos, ni pasar entre ellos, porque luego le lloverían los empujones y las patadas en la espinilla. Así que dio media vuelta y se dirigió al ático.
Era el único sitio que ella consideraba seguro.
Su entrada estaba restringida, pero ella siempre sabía cómo colarse y abrir las cerraduras sin dejar el mínimo rastro. Salió por la pequeña puerta y se abrió paso entre las corrientes de aire mañaneras.
Faltar otro día a clase no haría daño a nadie. Sus notas eran sobresalientes, y su ausencia en clase era totalmente ignorada. Incluso por los profesores.
De repente, se puso a llorar. Casi era lo que hacía todos los días, pero esta vez no sabía por qué. Su instinto la hizo ponerse de pie y secarse las lágrimas. No sabía qué hacer, porque para salir de ese instituto primero tenías que conseguir una beca de otro. Le quedaban dos cursos más en ese infierno, y ella no aguantaba ni un día más.
Se subió al bordillo que separaba el suelo del ático de una muerte rápida. Pensó que esa sería la mejor opción. Luchar ¿para qué? Había caído tantas veces que pensaba que otra caída no le iba a hacer daño. Ella formaba parte del suelo.
Iba a hacerlo, de eso sí que no tenía miedo, pero alguien salió al ático. Había dejado la puerta abierta. Estaba a punto de saltar, pero quién entró la detuvo con un grito.
-¿¡Qué haces!?- gritó histérico-. ¿Ibas a saltar? ¿¡En qué estabas pensando!?
Ella se lo quedó mirando mientras el viento agitaba ese pelo del que había recibido tantas burlas.
El recién llegado corrió hacia ella alarmado.
-Quizás no estuviera pensando- respondió en un murmuro-. Quizás sólo estuviera actuando por instinto.
-¿Qué clase de instinto te incitaría a saltar des del ático?- dijo él obligándola a bajar del bordillo agarrándola por el brazo.
-Sonará irónico, pero el de la supervivencia, supongo.
-Eres estúpida.
Ella sabía que lo era, pero mostrar más debilidad de la que estaba mostrando era lo último que tenía que hacer en ese momento, así que se mostró serena e intentó no derramar ninguna lágrima. Lo que le parecía raro era que ese muchacho se hubiera preocupado por ella.
-¿Por qué querías saltar?- le preguntó el chico haciéndola sentar en un banco alejada del precipicio-. ¿Algún corazón roto?
Si intentaba parecer simpático, no lo era. Nadie en su sano juicio se suicidaría porque un solo chico no la ama. A ella, no la amaba nadie. Los únicos seres vivos que se preocupaban por ella eran su hermano y su madre. Su padre estaba en prisión y a ninguno de los familiares conocidos les caía bien ella.
-¿Cómo te llamas?- preguntó al ver que no respondía.
-Miku Hatsune- respondió intentando calmarse.
-Qué nombre más peculiar.
-¿Y tú?- dijo intentando ignorar el comentario.
-Michael Johnson.
Definitivamente, su nombre era mucho más normal. Ella se llamaba Miku Hatsune, que significaba "el sonido del futuro". Su madre no quería conservar el apellido del padre, así que jugueteó con el nombre de sus hijos.
El apellido de su madre era tan horrendo para ella que no quería que lo pronunciasen ni en sus pensamientos.
Pero era obvio que la odiaba a ella si le ponía "el sonido del futuro" a su segunda y última hija.
-Muy bien, Miku- dijo él intentando adaptarse al nombre-. ¿Por qué querías saltar?
"Su pregunta no debería ser contestada", pensó ella.
-No tenías por qué detenerme- dijo ella.
-¿Por qué evitas la pregunta?
-No debiste haberme detenido.
-Podrías haber saltado delante de mis narices, pero has preferido quedarte petrificada mirándome.
-¿Querías que saltara?
-Te gusta enredar mentes, ¿eh?
Ella se puso de pie, obligando a Michael apartarse unos cuantos metros. No quería volver a clase, pero menos quería tener que hablar con ese muchacho y explicarle el por qué de la situación.
-¿Te sientes mejor?- preguntó él angustiado por el comportamiento de la chica.
-Todavía no- respondió ella antes de desaparecer por la puerta.
[Intenté basarme en la canción de Hatsune Miku para crear esta primera parte de la historia. La historia se basará en un argumento inventado por mí y las mejores canciones de este grupo de cantantes]
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Rolling Girl
RandomEnvuelta en un halo de críticas, burlas, insultos e incluso agresiones físicas, Miku se consigue deshacer de todo ese horripilante pasado y se cambia a un nuevo instituto lleno de personajes nuevos amantes de la música.