Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Al término de la reunión, se acordó de que SeongHwa iría al pueblo junto con MinGi y Eden, llevando la voz de la evacuación. Y así, al inicio del plan.
HongJoong se mantuvo paciente en la sala mientras comía un rápido desayuno en un pequeño plato hondo junto a los dos miembros más jóvenes del grupo. Mientras HyunJin comía los vegetales cortados sin rechistar, JeongIn hacía pequeñas muecas al tragar. Con el paso del tiempo le iban a gustar menos y su cuerpo le pediría más carne al volverse un cambiante para reponer sus energías con mayor rapidez. A HongJoong le era un tanto gracioso e incluso tierno verlo esforzarse por comer las verduras.
Se había disculpado con San, y San, como si fueran los amigos de toda la vida, le dijo que estaba bien mientras le tomaba de ambas manos y le mostraba su mejor sonrisa, junto a una mirada difícil de descifrar. Dijo también que estaba feliz de que HongJoong aceptara a SeongHwa, y que su ataque anterior tenía justificación válida. No era algo fácil de comprender y pocos tenían el coraje de continuar al lado de alguien que pasa por ese proceso.
HongJoong se quedó pensando en ello.
Cuando SeongHwa, MinGi y Eden regresaron, lo primero que el Alpha hizo fue buscarlo, pedir su mano de nuevo y que lo acompañara a ver a Sonja. HongJoong no dudó, y luego de dejar a los cachorros con el resto de vegetales y las figuras de papel, siguió a SeongHwa hacia el segundo piso.
En la habitación fue testigo de una escena que calentó y apretó su corazón al mismo tiempo. SeongHwa se acercó a pasos lentos a la cama, soltando la mano de HongJoong para sentarse y acariciar con delicadeza los cabellos y mejillas de su hermana, comprobando su temperatura e incluso su pulso. Se sentó a su lado en el momento en el que Sonja entreabría los párpados, y con la somnolienta voz aún un tanto débil, decía el nombre de su hermano y se aferraba a su mano.
—Hwa, viniste...
—Sí, aquí estoy. Tranquila, Soo —le había susurrando SeongHwa sin dejar de acariciar su cabeza en ningún momento—. Vas a estar bien. Prometo que estarás bien.
—No te vayas... —la voz de Sonja dio indicios de quebrarse nuevamente, sus ojos cristalinos ante la luz de la lámpara—. Ninguno... No quiero... dormir sola... Quiero dormir con ustedes...
Esas palabras bastaron para que HongJoong no quisiera abandonarla nunca.
—Shh. No llores, pequeña.
SeongHwa miró a HongJoong a los ojos, y él, comprendiendo el mensaje silencioso, asintió. Se quedaría con ellos hasta que Sonja volviera a dormirse.
—Aquí nos quedaremos —le dijo con tono suave y paternal, como si le hablara a una pequeña niña—. No llores más, Sonja. Vamos a quedarnos contigo.
