Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Negro. Todo es negro a su alrededor.
Durante un tiempo indeterminado se siente perdido, como si estuviera en la deriva. Le cuesta un poco recuperar sus sentidos. Ahora está confundido. ¿Dónde está? ¿Dónde está?
No es capaz de sentir su cuerpo totalmente, pero de alguna manera sabe que se está moviendo. Sus extremidades de repente están pesadas, con un hormigueo insistente recorriendo cada parte suya. Las alarmas se encienden en su cabeza; cuerpo está a punto de colapsar. Pero hay algo que le impide perder la consciencia.
Ruido.
Hay mucho ruido.
Un tono ensordecedor que le palpita la cabeza, tan agudo, tan insoportable. ¿Por qué se siente tan enfermo? Parece que va a vomitar...
También... algo parece no andar bien en él; le duele, pero, ¿en dónde?... duele, duele, duele---
Lo único que puede ver es la espesa oscuridad que lo rodea, la cual muy lentamente se va desvaneciendo. Sigue sin poder verse a sí mismo. Solo sus manos que se arrastran sobre una superficie frente a él, aunque de manera dificultosa, las cuales las siente un tanto... diferentes de lo que suelen ser.
De repente siente todo su cuerpo ser tumbado hacia delante, y la sensación de la caída envía una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Cae, pero no siente ningún golpe.
Es desesperante hasta que, tal y como llegó, el ruido se fue; completamente de la nada. Dando paso al sonido de los acelerados latidos de su corazón, el viento y la fuerte lluvia cayendo a su alrededor. La oscuridad se desvanece dejando ver un escenario que difícilmente podía distiguir. Un lugar abierto, cubierto por abundante barro, hierba húmeda, hasta es capaz de divisar un bosque a un par de kilómetros en la distancia detrás de un largo y viejo portón de barrotes, casi totalmente derribado. Como si hubiese sido maltratado múltiples veces. El olor del petricor junto a uno más fuerte llegan a sus fosas nasales como un golpe. Ese segundo olor es rancio, sin embargo, le es más que familiar...
Sangre.
Hay sangre por doquier.
Luego el tono vuelve, esta vez más insistente y martilleando su cabeza, hasta el punto de creer que se partirá en dos. Duele demasiado, pero debe moverse; algo se lo ordena. Se tambalea, resbala una y otra vez hasta que logra ponerse de rodillas con dificultad. Su vista es borrosa, inestable; está llorando, le arden los ojos, está mareado. Intenta articular una palabra, pero por su agudo dolor, la única cosa que sale de su garganta es una especie de gemido débil y entrecortado.
"¿Qué es esto---? ¿Dónde estoy---?¿Dónde estoy?"
"...Alguien... ¡Alguien por favor, ayúdeme!... Quien sea, solo---"
