Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Iban corriendo contra el viento.
Esquivando árboles, saltando sobre arbustos y troncos de viejos abedules caídos. Sus patas se hundían en la nieve creando huellas que se mezclaban entre sí. La manada avanzaba en formación triangular para mantenerse junta. Tras oír el aullido convocatorio de su integrante femenino no dudaron en responder e ir en su dirección. Liderados y guiados por el Alpha, quien era el más grande, yendo al frente de sus cinco subordinados con el hocico entreabierto. Su aliento se helaba y convertía en vapor blanco que se perdía a sus espaldas.
Él estaba enfadado. Su ira se podía leer en el ámbar con degradado rojo de sus ojos ardientes.
La Loba se había alejado desobedeciendo sus órdenes.
Los carnívoros olisqueaban tanteando el aire. Se arrastraban al frente con la mera intención de atacar para después retroceder gruñendo, enseñando a la vez sus incisivos vampirescos. Sentían a sus contrarios acercarse a gran velocidad desde el bosque sobre el pequeño barranco. La Loba no les quitaba su penetrante mirada de encima, desprendiendo su aroma más fuerte que antes como advertencia, creando una atmósfera desagradable al olfato sensible. El olor era una forma de marcar territorio, y dependiendo de su intensidad, obligaba a extraños a no cruzar los límites. Pero esa regla no era aplicable ni tan efectiva con los comunes.
HongJoong se vio obligado a cubrir su nariz. Le picaba por el fuerte olor, pero por más raro que sonase no le molestaba a su omega en lo absoluto, cuando debería ser lo contrario. Para ello debió, en algún momento de su vida, estar en presencia constante con la portadora como para que se adaptara al aroma.
HongJoong pudo sentir el verdadero poder de los Lobos sobre las otras especies. Con solo ver la manera en que la Loba se erguía ahora sobre él era suficiente.
Ella mostraba los colmillos emitiendo un profundo gruñido de garganta a aquellos carnívoros que osaban a acercarse demasiado, manteniendo el espacio debido entre ellos. Aunque no dudaría más tiempo así. Los salvajes tipo D no respetaban del todo las reglas de los Lobos.
De repente un conjunto de gruñidos guturales cortaron sus amenazas. HongJoong se encogió en su lugar sintiendo un escalofrío en su nuca, dejando que la Loba se agachara un poco con la clara intención de protegerlo. Ella levantó la cabeza con las orejas rectas, quedando inmóvil cuando un rugido más poderoso que el suyo hizo eco.
Los carnívoros elevaron los ojos profiriendo un gruñido metálico en conjunto. Pero no fue tan impresionante como los de la manada que se alzó sobre ellos.
HongJoong fue espectador en primera fila cuando seis ejemplares más de Lobos aparecieron saltando desde el borde del barranco, creando una barrera triangular entre ellos y los comunes. Su mirada grisácea reparó en el Lobo más grande; encabezando al grupo firme, enseñando su lado fiero. Soltando breves ladridos y dentelladas al aire, sus dientes chocaban con rabia como si dijera "Aléjense" en su idioma. Sus subordinados le apoyaban de cerca imitando sus acciones.
