Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Apenas recuperados de los efectos de las feromonas, los Pacificadores cercanos se movieron rápidamente para volver a inmovilizar a los carnívoros en sus celdas. Con la mitad del rostro cubierto y los ojos entrecerrados por la irritación, dos médicos abrieron la reja del segundo camión e ingresaron, yendo directamente hacia Sonja. La pusieron boca arriba y la colocaron de regreso sobre la camilla. Bajo la mirada de los otros cuatro integrantes allí presentes, la desnudaron en la parte superior para poder quitarle las vendas y revisar la herida, revelando todo su tatuaje, que le recorría desde el codo derecho hasta la clavícula, conformado por líneas serpenteantes que formaban lirios apenas reconocibles a primera vista. Los Pacificadores se quedaron allí aún después de que otro cerrara la reja, la asegurara y cerrara las puertas del camión.
Kim HongJoong les había dado la oportunidad valiosa para irse junto a los transportes que llevaban a los sobrevivientes. Todos irían al mismo destino: la Ciudadela Reforzada de Reubicación.
En el otro transporte entraron otros tres médicos para también quedarse. Ninguno de los Lobos se resistió, nadie hizo nada ante su presencia, ni siquiera les dieron una mirada. Eden fue devuelto a su sitio, pero ahora sin cadenas. No cuestionó esa decisión, sentándose obedientemente, observando cómo los otros dos colocaban una dosis de sedante a MinGi y JongHo —por precaución— antes de controlar los daños en sus brazos, apagando los collares eléctricos. El silencio pesado era interrumpido únicamente por el movimiento veloz y profesional de los médicos, algunos breves intercambios de palabras entre sí, y el sonido crudo del viento en las afueras.
—No podremos darles el tratamiento adecuado sino hasta llegar a un centro médico —le informó uno de los médicos con voz tensa, inclinándose frente a él, hablando con un volumen para que se supone solo él le oyera. Pero estando en un lugar cerrado con seres súper desarrollados, era algo imposible—. Van a tener que esperar y aguantar con lo que tenemos hasta que lleguemos a la ciudadela.
Eden le dirigió una mirada impasible, provocando que el joven médico apretara los puños y sintiera frío en su columna al enfrentar sus ya oscuras irises, que eran simplemente difíciles de leer. Eden advirtió que ese muchacho no estaba acostumbrado a tratar con carnívoros de manera directa. Hasta ahora.
—Comprendo. Los muchachos ahora están así, pero al llegar verán que ya no tendrán tanto trabajo por hacer —le dijo con seguridad, enseriando su tono poco después al añadir:—. Pero necesito que tus colegas traten la herida de nuestra niña lo mejor posible. Fue atacada por otro Lobo estando débil. Seguro saben las consecuencias que le acarreará pronto si sigue desangrándose.
Negar la casta de Sonja a esas alturas ya no tendría sentido. Era mejor ser sincero para que los médicos supieran qué hacer, aunque les costara caro en un futuro.
