Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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SeongHwa, HongJoong, acompañados de YeoSang, siguieron a los Pacificadores hasta el piso donde estaba Sonja.
HongJoong se descolocó un poco cuando SeongHwa terminó aceptando que viniera. Él parecía saber algo al respecto, sin embargo, le susurró que de todas formas no estaba del todo seguro de su decisión. El nombre de YeoSang le era familiar por algo, y eso era porque Sonja lo nombró varias veces en su infancia.
No tenía lógica al saber que estuvieron separados por kilómetros y nunca se vieron. Además, SeongHwa agregó que Sonja no se relacionó con otros niños en su vida dada su casta. Por ello cuando hablaba de un tal YeoSang de vez en cuando, él creía que se trataba de un amigo imaginario. Pero luego de cumplir los doce años, Sonja no volvió a mencionarlo.
HongJoong miró de reojo a YeoSang, quien caminaba en total silencio. ¿Cómo podrían haber tenido contacto? Dijo que era difícil de explicar... y no se le ocurría nada al respecto.
Los Pacificadores que custodiaban la puerta de Sonja asintieron a las órdenes de Kyung. Abrieron la puerta, y dejaron que el comandante y sub comandante entraran primero. Les siguieron SeongHwa y HongJoong, entrando por último YeoSang. Dentro de la habitación, las cortinas que ocultaban a Sonja estaban corridas, y el cirujano y dos enfermeros estaban controlando meticulosamente a Sonja. Su ritmo cardíaco había aumentado, como si acabara de correr por un valle entero. Las manos de Sonja se cerraban en puños y las abría, de vez en cuando, tirando de sus correas sin mucha fuerza como si quisiera alcanzar algo. Su respiración bajo la máscara era pesada, empañando el plástico.
—Comandantes. La Delta ha estado así desde hace casi dos horas —informó el médico—. Le suministramos medicamento para tratar de regular su ritmo cardíaco, pero apenas si hizo efecto. Si sigue así, corre riesgo de sufrir un paro cardíaco. Lo que en su condición actual, no podría aguantar.
—¿Esto es consecuencia de la infección?
—Por sorprendente que sea, no. La seguimos manteniendo bajo control —dijo el médico—. Pero dudo que lo hagamos por más tiempo. Y no es recomendable inyectar dos veces la misma dosis de dos drogas tan agresivas. Aún siendo una carnívora, con su sistema como está no lo resistirá. Esta reacción tiene otra causa que aún no logramos identificar.
—¿Qué más pueden hacer? —preguntó SeongHwa. Su voz amenazando con traicionarlo—. Ella no puede morir. No así. No aquí.
—Podríamos ganar tiempo si le hiciéramos la transfusión sanguínea que necesita. Pero se nos es imposible sin un grupo compatible con su sangre —el médico hizo una pausa, agachando la cabeza ligeramente —... Me temo que es un callejón sin salida.
