Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
(Capítulo centrado en Sonja, y el rescate de HyunJin y JeongIn)
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No estaba en los planes de Sonja rescatar a un par de cachorros, tampoco que fuera gracias a que "el enemigo" se hubiera humillado ante ella.
Ni siquiera era capaz de poder explicar totalmente lo que había sucedido sin que el recuerdo de lo que vio en aquel lugar la llenara de terror. No fue mucho, pero era suficiente como para provocarle un miedo indescriptible de solo pisar de vuelta esos terrenos bajo el emblema de la muerte. No terminaba por comprender las acciones de esas personas, con la incertidumbre de a dónde irían a parar en un futuro.
Por lo menos pudo contar lo suficiente como para que su manada, más su hermano y tío, entendieran. Aunque se había guardado ciertas cosas para sí, sin saber qué tanta repercusión tendría en su cuerpo, como en su futuro.
Desde que habían sido descubiertos por la "Manada X" y SeongHwa hubiera hecho un trato con el líder de la misma para que los dejaran vivir ahí, no ha habido un día en el que ella temiera por la vida de su grupo, más por la de su familiar, al que veía desaparecer a altas horas de la noche cuando el resto estaban dormidos. Y se sentaba en el último escalón a esperarlo luchando contra el sueño. Eso duró una semana entera, donde lo vio regresar antes de que el alba pintara el cielo. Parecía como si nada hubiera pasado, pero solo ella era capaz de ver cuán humillado y cansado estaba su hermano. Nunca logró que le dijera qué había hecho durante esas horas fuera, pero tenía una idea (la cual deseaba rotundamente descartar) vaga al sentir rastros de un olor ajeno sobre él junto con la característica rancia sangre seca.
Nunca abrazó a su hermano por tanto tiempo como lo hizo ese último día que duró su tortura, desesperada por hacer algo para repararlo. Sin embargo, sabía que nada lograría sanar por completo su mente y alma, quedando grabadas esas heridas para siempre.
Y le dolía esa impotencia. Ni siquiera hablar de ello con su tío o con quien consideraba su amigo más cercano era suficiente, rompiendo al final en un llanto ahogado mientras MinGi acariciaba su espalda.
Sus terrenos fueron duramente reducidos después de eso. Constantes amenazas casi todos los días que iban a vigilar, y cómo se obligaba a hacer oídos sordos a cada palabra dicha por esos los Lobos que los tenían casi en la palma de su mano si no fuera por cada intervención y sacrificio tanto de SeongHwa como Eden, MinGi, WooYoung y GeonHak, para mantenerlos al margen. No eran capaces de moverse porque no estaban seguros si lograrían encontrar otro refugio, y era mejor evitar moverse a largas distancias más si un miembro estaba en cinta. Sin importar cuán fuerte sea la protección que tuviera, San seguía siendo un blanco fácil para cualquiera. San haría lo que fuera por y para el bienestar de su cachorro que estaba cada vez más cerca de nacer.
