Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Después del inesperado corte de luz, SeoHo fue a buscar de inmediato algunas lámparas de emergencia con la ayuda de DongJu, ubicadas en el fondo de uno de los muebles bajos de la cocina. De paso, se encargaron de cerrar firmemente cada una de las ventanas.
Siempre que había una tormenta así de fuerte los apagones eran frecuentes. Más en esos lugares altos poco habitados, donde la electricidad era débil. Por lo tanto, no les sorprendía que ocurriera tan pronto.
Las tormentas de nieve en aquellas zonas de montaña eran completamente diferentes a las que HongJoong estaba acostumbrado a presenciar. Era como estar en medio del ojo del caos. Los salvajes vientos golpeaban sin piedad lo que se encontraran en los alrededores, estremeciendo las ventanas hasta el punto de hacerlas crujir de vez en cuando. Esparciendo nieve y escarcha con violencia por todos lados armando un escenario magníficamente desastroso.
Pensó que esa diferencia, podría ser la comparación perfecta de esa falsa ilusión de paz que viven las personas dentro de las ciudadelas. Separadas de la deprimente y cruda realidad por muros de contención que bien, algún día, podrían dejar de existir.
Fuera de las Zonas Seguras, en las tierras de lo salvaje marcadas de rojo, nada ni nadie se salvaba de la fuerza de una verdadera tormenta.
SeoHo tuvo que regresar al segundo piso para proporcionarle algo de iluminación a Sonja. DongJu pudo estar más calmado gracias a él, quedándose aún en la planta baja. HyunJin y JeongIn ya no se volvieron a dormir —ya no podían, después de todo—. Se sentaron en medio del pequeño nido del sofá bien acurrucados y calentitos entre sí, uno de mejor humor que el otro, observando con atención a sus mayores.
WooYoung trajo almohadas y mantas de su habitación para que San —y su hijo o hija— se sentara con comodidad sobre el suelo rodeado de su olor. San no quería regresar a su propio nido por el momento con la excusa de que prefería quedarse con el resto en esa ocasión.
WooYoung no le hizo la contra a su petición. Fue en busca de más cojines para que los demás también se pusieran cómodos en el suelo, y San llamó a HongJoong para que se sentara a su lado. Luego se encargó de que DongJu no estuviera tan alejado del círculo. Todos hicieron un acuerdo silencioso de mantenerse juntos en esa sala.
Por un prolongado tiempo nadie había vuelto a decir alguna palabra. Ni siquiera San, el miembro más hablador y directo de la manada, sujetando la mano de su pareja entre las suyas, jugando un poco con sus dedos y acariciando el dorso de la misma con lentitud.
El silencio que los cubría era como una manera de mantener la calma de último recurso. Pero por el contrario al efecto pensado, el ambiente le causaba cierta incomodidad a HongJoong, para no decir que le dejaba un sabor extraño de boca. Aunque al parecer al resto no le importaba tanto.
