Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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El límite entre los dos lados del territorio estaba marcado por una gran piedra, rozando los trescientos metros desde los pies de la montaña para arriba. Antes, el límite estaba un poco más allá desde un pequeño arroyo a kilómetro y medio de los pies de esa montaña.
Son YeongSu había sido bastante generoso al concederles gran parte de su hogar para su comodidad, pero que les fue arrebatado de un día para el otro, desapareciendo la verdadera Manada X sin dejar rastro.
Actualmente, ese hogar ya no tenía su antigua tranquilidad, y tras SeongHwa hacer el trato con el nuevo dueño, su lado fue notoriamente reducido. Los subordinados de esa manada solían caminar cerca de los límites a propósito para provocar a sus vecinos. Ninguno estaba de acuerdo con compartir con Lobos del lado de un ex heredero, humillado e indigno de volver a liderar. Cuando se encontraban en sus respectivas horas de patrullaje, no faltaban las palabras vulgares e insultos de todo tipo provenientes de los Lobos de la manada farsante; pero nunca obtuvieron otra respuesta a parte de las gélidas miradas y aromas de advertencia.
Después, se largaban insatisfechos con su resultado. No podían empezar una confrontación física si no tuvieran permiso de su cabeza principal. Al menos respetaban su autoridad (aunque sea a regañadientes).
Ante la reducción del lado de sus nuevos vecinos, sabían que obligados a salir de ahí cada tanto para buscar comida real y no perder fuerza. Sin embargo, nunca consiguieron atraparlos, llegando a encontrar solo rastros viejos para validar su fracaso, sumando a que la ruta que tomaban era totalmente diferente a la anterior.
Sonja, MinGi y GeonHak interceptaron a la manada intrusa justo antes de que llegaran a la mitad de la ladera. En donde un amplio claro predominaba en medio del bosque junto al manto de nieve. La piedra que marcaba el límite estaba más abajo, donde el claro empezaba.
Sonja, quien estaba más al frente, derrapó al tiempo en que se detenía abruptamente y mostraba su fila de caninos hasta la encía. El pelo de su cuello se erizó a la par que emitía un prolongado gruñido. MinGi y GeonHak pronto se le adelantaron unos pasos imitando su acción.
Un Lobo gris lideraba al menos un poco más de una veintena de Lobos frente a ellos, quienes les respondieron de la misma forma agresiva. El Lobo gris los identificó de inmediato, abriendo más los ojos y moviendo sutilmente la nariz. Pareció sonreír con malicia. Frente a él estaban tres de los miembros más importantes de la miserable manada de SeongHwa, y justamente, había mandado a su preciada delta. Ella lo detestaba a creces; eso solo lo incitaba más a ponerle las manos encima, sabiendo que sería un buen benefactor para su nombre y persona si la capturaba.
Si bien su padre le había dejado llevarse un puñado de más de sus subordinados para su cometido, no le había dicho de que no podía iniciar una pelea si así lo deseara. ¡Al diablo de una vez con el estúpido acuerdo!
