Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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HongJoong pudo leer algo diferente en los ojos de ese Lobo. Ardía como una flama, podía sentirlo; pero a la vez estaba demasiado lejos de su alcance como para poder comprenderlo.
Lo que había ocurrido esa mañana había sido... algo sumamente incómodo y extraño. SeongHwa le había acercado, dejando un espacio seguro entre ellos, saludado y agradecido que hubiera amanecido bien en la cabaña. HongJoong lo observó brevemente para luego bajar la mirada; le pesaba el sentimiento en los ojos del Alpha quien no se molestaba en ocultarlo.
Sintió un cosquilleo extraño al saber que se preocupó por él, no verlo en la habitación. Era su instinto omega respondiendo a la preocupación del alfa.
¿Por qué se sentía así de repente?
Mordió su mejilla interna evitando una sonrisa. Debía suprimir toda emoción frente a él.
Porque no estaba bien que se presentase frente a un carnívoro.
—Lo siento si los asusté por mi acción anterior. —se había disculpado el Alpha mirándolo tanto a él como a los cachorros. Había recuperado su temple sereno, pero tras esa capa seguía en alerta.
—Está bien, Alpha. —HyunJin respondió casi monótono. Su compañero lo miró frunciendo un poco el ceño no tan contento por su forma de responder.
HongJoong observó a los cachorros sobre su hombro por un momento, sabiendo que ahora SeongHwa esperaba su respuesta.
—No se preocupe —dijo HongJoong, y levantó la vista para enfrentarlo—, e-es... es entendible su preocupación. Su posición lo justifica.
Hasta creyó que debía ser él quien se disculpase de haber salido sin el permiso aún. Lo hizo, imaginando que lo mandarían de regreso a la habitación.
—Lo siento por salir... regresaré ahora, con permiso.
Hizo una reverencia con la cabeza dispuesto a irse, a aislarse de ellos, sobre todo de él, de nuevo. Sin embargo SeongHwa levantó su brazo deteniéndolo a un paso de avanzar.
Y sucedió. Esa maldita sonrisa hizo todo. Fue ladina, pero bastó para ponerlo más nervioso. SeongHwa movió la cabeza en negación, e hizo el amago de querer acercar su mano hacia el rostro de HongJoong. Se detuvo a medio camino y su sonrisa de borró, como si recordara algo importante. HongJoong lo miró confuso llevar ambas manos detrás de su espalda.
—No te disculpes —murmuró, siendo su voz más gruesa en ese tono. Los pelos de la nuca de HongJoong se estremecieron—. Puedes salir cuando quieras ahora. Tienes la libertad de explorar la madriguera.
SeongHwa giró hacia la Loba que aguardaba con paciencia detrás de ellos.
