Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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SeongHwa estaba parado a diez metros de la entrada del campamento, iluminado bajo las potentes luces de los faros. Lucía una faz sombría que amenazaba a cualquiera que intentara acercarse. Sus ojos brillaban en un aterrador rojo carmesí que penetraba en el alma de quien lo viera.
No había rastro de sus prendas superiores, dejando la piel de su torso expuesta. Sus manos estaban llenas de sangre como la mayor parte de su cuerpo, con restos de viseras, barro y humedad. La gran cabeza de Lobo que traía tenía la mandíbula desencajada, la lengua colgando y todavía chorreaba sangre por todos sus orificios, especialmente en donde antes se hallaba su cuello, donde se podía ver un par de huesos de la columna sobresalir. En donde debía estar su ojo derecho ahora había un agujero rodeado de carne magullada.
—¿E-Es... Park SeongHwa? —se oyó el murmurar de alguien, tan claro en medio del tenso silencio—. ¿Él? ¿Pero... cómo?
—Imposible... ¿Qué no había muerto aquella vez...?
SeongHwa dejó caer la cabeza a un lado, la cual rodó y quedó de cara a los hombres que le apuntaban, la lengua cayendo de lado y el único ojo sano en blanco. La nieve se tiñó de rojo a su alrededor.
Los Pacificadores, incluyendo a los más experimentados, se petrificaron en su lugar.
—Mierda... Mierda. ¡Es la cabeza de otro Licántropo...!
SeongHwa los observó durante un rato. Su fría mirada analizando detalladamente a sus nuevos oponentes, infundiendo terror con tan solo su presencia y su agobiante calma, incapaz de saberse cuál sería su siguiente movimiento. Su sombra se alargaba detrás de él asimilando la forma de un Licántropo.
Dos comandantes dieron un paso al frente con solemnidad.
—... Entonces, el Príncipe Caído ha regresado por segunda vez... —murmuró uno de ellos. Traía el pelo negro largo atado en una coleta baja y su vista estaba fija en SeongHwa, como si lo retara—. Increíble. El legado de Seo Moon sigue trayéndonos sorpresas...
—Y cada vez se vuelven más desagradables —gruñó su compañero apretando los puños. Era una cabeza y media más alto, y tenía corte militar—, ¡Park SeongHwa, estás rodeado por más de treinta hombres armados! ¡No intentes nada o afrontarás las consecuencias!
—¿Qué consecuencias? —preguntó el más bajo con voz cínica y cansina. En la placa de su pecho rezaba su nombre y rango: «ᴋᴜʏɴɢ: ᴄᴏᴍᴀɴᴅᴀɴᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ sᴇɢᴜɴᴅᴀ ᴅɪᴠɪsɪᴏ́ɴ» —. Lo enfrentaron los mejores, fue baleado con balas especiales, cayó de una altura superior a los treinta metros y fue arrastrado por los rápidos llenos de piedras filosas. Y a pesar de ello, sobrevivió. Si lo sumamos con su enfrentamiento con Lorcán... Eso demuestra que los de Sangre Real están a otro nivel.
