Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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Los separaba el espacio entre las camillas.
En una pulcra habitación sin ventanas, un enfermero revisó a YeoSang mientras otra enfermera a HongJoong. Según el hombre, ambos se habían salvado de recibir un daño mayor. Si MinGi no hubiera tenido los guantes de contención, les habría desgarrado la carne con sus garras.
YunHo se apoyó contra la pared izquierda con los brazos cruzados sobre su pecho. Le echó un vistazo a YeoSang, notando que su rostro carecía de emoción, y sus ojos estaban clavados en algún punto muerto sin parpadear.
Por otro lado, HongJoong era fácil de leer. Realmente le había afectado el encuentro y las declaraciones de MinGi, más aún que YeoSang no las hubiera negado en lo absoluto. Era otro problema más que debía asimilar.
YunHo se sintió en una cuerda floja. También se había sorprendido, pero, por un lado, no era capaz de sentir enfado hacia YeoSang, ni siquiera cuando le confesó sobre quién fue y lo que era. Estaba claro que la manada no lo querría cerca, y no estaba seguro de si HongJoong seguiría inclinado a su favor.
¿Qué se supone que pudiera hacer él al respecto?
Aunque haría falta un gran acto de bondad parte de YeoSang para obtener al menos una pizca de la confianza del grupo... Si es que MinGi no lo asesinaba antes.
—Van a estar bien —dijo la enfermera al terminar su trabajo. Un Pacificador armado hacía guardia en la entrada, enviado por Dorian para mantenerlos bajo vigilancia—. Pero será mejor que se queden dentro del edificio.
—Gracias por su atención. —dijo YunHo. Los enfermos hicieron una venia en respuesta.
—¿Qué pasará con MinGi? —preguntó HongJoong.
La enfermera compartió miradas con su colega; ninguno de los dos estaba informado al respecto, y tampoco era como que quisieran saberlo. En su lugar, el soldado en la puerta respondió con un tono estoico.
—Lo pondrán en aislamiento hasta nuevo aviso. Normalmente se lo enviaría a la Zona Negra después de un arrebato como ese, pero Park SeongHwa hizo un acuerdo con el sub comandante Dorian y el comandante Kyung, y lo seguirán manteniendo aquí. Aunque no se sabe por cuánto. Deben ser conscientes de que tenemos a personas en esta ciudadela que deben ser protegidas a toda costa.
HongJoong soltó un suspiro derrotado, asintiendo. La manada se quedaría sin su segundo al mando, lo que le complicaría más las cosas a SeongHwa al no tener a su hermana cerca. Aún estaba Eden, pero no sería lo mismo.
—Entiendo.
—Él no tuvo la culpa —dijo de repente YeoSang, en tono casi ausente. La gasa blanca sobresaltaba entre su cabello negro—. No lo culpo.
