Las almas destinadas son unidas por un lazo invisible que perdura hasta el fin de los tiempos. Viven varias vidas buscándose, estirando el hilo, enredándolo, hasta encontrarse.
En medio de la oscuridad, emerge una criatura enorme, espléndida, feroz...
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La nieve caía cada vez más rápida y la tormenta empezó a desatar su furia sin darse a esperar más. Los vientos sacudían los árboles creando silbidos espantosos, acompañados de truenos cada vez más cercanos, opacando cualquier otro ruido en los alrededores.
Uno de los Lobos cojeaba de su pata delantera, siendo apoyado por otros dos para poder avanzar. Tenía rastros de haber peleado, jadeando mucho más que sus compañeros al respirar.
Todos pasaron a su forma humana, pero el Lobo herido fue el que tardó un poco más, soltando un ronco gruñido que se volvió un quejido ahogado. Volver a su forma humana tras ser herido en la lobuna era tan doloroso como peligroso, si no se había curado, más si la gravedad de la herida era grande. Pero aún sabiendo eso, el Lobo lo hizo.
Era GeonHak.
Su antebrazo derecho estaba en una anormal posición, y a pesar del horrible clima y la distancia, se podía distinguir la cantidad de sangre oscura que chorreaba de él manchando su ropa. WooYoung se les aproximó a pasos veloces. Movió la cabeza buscando algo, y sus labios pronunciaron una pregunta que fue respondida de manera seca por MinGi. Él tenía rastros de aturdimiento en el rostro.
Tanto los párpados de SeoHo como los de HongJoong se abrieron aún más en sorpresa. HongJoong tuvo que lamerse sus —repentinamente— resecos labios, y antes de que pudiera decir algo, SeoHo ya había abierto velozmente la puerta saliendo como alma que lleva el diablo exclamando el nombre de su pareja.
La fuerza de su empuje provocó que la puerta chocase contra la pared creando un espantoso ruido que despertó a San —quien apenas se había quedado dormido— de un sobresalto. Inevitablemente también despertó a HyunJin y JeongIn; pero ellos se mantuvieron acurrucados sobre el sofá en silencio, sin atreverse a decir algo.
—¡Qué está...! —cuando visualizó lo que estaba pasando, las palabras de San se perdieron en el aire, y fueron reemplazadas por un jadeo—. Ay, no.
Con una mano sobre su barriga, San salió de la casa detrás de HongJoong, los dos siendo golpeados por el mayor bajo de temperatura en el exterior. La claridad grisácea del día se iba opacando rápidamente por las capas de nubes sumándose a cada segundo.
A solo unos metros ante la entrada, GeonHak ya no estaba queriendo permitir que lo ayudaran a caminar, haciendo movimientos leves con sus hombros. Pero apenas se soltó del agarre de Eden y JongHo, la cabeza le dio vueltas, mareándose. Pronto SeoHo le rodeó el torso con sus brazos aferrándose a él apenas lo vio tambalearse, evitando que perdiera el equilibrio por completo. La pérdida de sangre continua comenzaba a hacer efectos.
Con una cara de desasosiego, SeoHo le gritó un rotundo “¡Déjate de tonterías!” seguido de un fuerte regaño, y comenzó a arrastrarlo hacia el interior de la casa.
