❄️Nueve

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Un quejido salió ahogado de su garganta

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Un quejido salió ahogado de su garganta. Quiso cerrar los ojos, pero no se lo permitió. YeoSang observaba cada movimiento de la joven enfermera mientras ella ejercía la curación rutinaria de las heridas. Ya había terminado con la del muslo —fue incómodo para la pobre—, ahora pasaba la gasa sobre los puntos del hombro. Ninguna de las balas tuvo orificio de salida, así que para un poco de alivio del beta, solamente tuvo dos lugares con puntos. Aunque eso significara que sus cuidados fueran más detallados y estrictos, puesto que le podría agarrar una infección si no se hacían de la manera adecuada.

Hubo un momento donde la joven había dudado de su trabajo por culpa del nerviosismo que le provocaba la penetrante mirada de su paciente sobre sus manos. YeoSang le había reprendido más de una vez cuando ejercía algún movimiento erróneo —consecuencia de sus nervios— sobre los puntos, diciéndole entre bajos gruñidos que tuviera más cuidado; pero él por dentro se estaba aguantando las ganas de decirle que se fuera para curarse él solo.

No le agradaba que manos ajenas a las suyas tocaran su cuerpo, no si no eran de fiar. Sumando a que siempre se curó solo cada herida provocada en su piel. Detestaba la idea de verse débil frente a otra persona que no fuera él mismo. Él sí podía mirarse a detalle, solo él podía ver qué tan maltrecho estaba.

—Suficiente. —sentenció de repente.

Las manos de la joven se detuvieron en el acto para mirarlo con desconcierto.

—Pero, aún no he terminado la curación, joven. Ni siquiera tiene el permiso de curarse solo aún.

—No importa —YeoSang suspiró por la nariz como un perro hastiado. No era su intención ser duro, ella no tenía ninguna culpa encima; pero su instinto de autoprotección lo torturó lo suficiente; ya eran demasiados días que aguantaba su presencia. Tomó la gasa húmeda de las manos de la enfermera con su mano útil—. Yo terminaré. Déjame las cosas y vete.

La joven no hizo nada para evitarlo, respetando la decisión del paciente más por sentirse intimidada que por otro motivo. Kang YeoSang realmente estaba dispuesto a echar a cualquiera que lo quisiera ayudar, y su pensamiento desde el primer momento en que lo vio era acertado. Retrocedió varios pasos pero no se fue, viendo con atención cómo YeoSang hacía el resto sin problemas. Se suponía que él no debía tocar las heridas antes de su alta, pero ahí estaba, con la mirada concentrada y el ceño fruncido sobre los puntos. No habían más de siete en su hombro, pero en su muslo eran casi diez. Las balas de guerra hicieron un desastre en su carne.

YeoSang apretó moderadamente tratando de sacar el líquido pos quirúrgico bajo la herida. Se manejaba bastante bien con una sola mano y sin hacer ninguna mueca o gesto desagradable. Al terminar le hizo una seña a la enferma para que vendara la herida nuevamente. Al menos debía dejarla hacer algo más.

La pelirroja acomodó todo lo usado sobre un carrito cuando aseguró las vendas con esparadrapos de papel. Se despidió de YeoSang con una reverencia seguido de buenos deseos, y salió, dejándolo solo otra vez. YeoSang suspiró nuevamente al acomodarse sobre la cama. Estuvo mirando a la nada por un rato antes de que su vista viajara a la mesilla junto a su cama. Varios papeles estaban tirados ahí a la suerte; se inclinó lentamente para tomar algunos.

𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝𝐲 𝐌𝐨𝐨𝐧 「𝙊𝙢𝙚𝙜𝙖𝙫𝙚𝙧𝙨𝙚/𝙁𝘾𝙑」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora