39 | La tempestad.

739 72 246
                                    



Una semana después.

I S A A C

—Los ocho jueces del Consejo de Justicia son psíquicos que tienen más de cien años, lo que significa que son muy poderosos. —La voz de Nerox a través de la videollamada se dirige a todos nosotros, pero me está mirando a mí—. Estaré de vuelta en un par de días, y hasta entonces no quiero que hagáis nada. Mucho menos entrar a ese Consejo. ¿Me habéis entendido?

Me sigue mirando a mí. Después dirige su mirada a Thais, porque sabe que él es el único de nosotros que sigue conservando algún tipo de consideración hacia él.

—¿Isaac? —Nerox insiste—. ¿Me has entend...

Cuelgo la llamada antes de que termine de hablar.

—Capullo —escupe Shad a la pantalla, aunque Nerox ya no está ahí—. ¿A quién cree que puede darle órdenes?

Ha pasado una semana desde que Nerox se ha ido y se supone que debería empezar a superar mi impulso de salir a buscarlo hasta las Brigadas y matarlo yo mismo antes de que lo haga el misterioso asesino al que ha salido a buscar. Pero me recuerdo que, en parte, estamos todos aquí, vivos y enteros, gracias a él. Que mi madre e Iss siguen vivas gracias a él.

¿Qué es una gran, sucia y retorcida mentira en comparación con todo lo que había hecho por mí y por mi familia?

Puedo ser un imbécil rencoroso, pero no quiero ser un ingrato. Eso es lo único que me ayuda a mantener la cabeza fría.

Aunque la resolución solo dura cinco segundos. El teléfono empieza a temblar sobrecargado y, antes de que pueda evitarlo, explota hasta que no es más que una pila de metal quemado y humeante.

Aran se sobresalta a mi lado y observa su móvil con pesar, aunque no con sorpresa. No es la primera vez que ocurre.

—Tenía archivos importantes...

Le envío una mirada de disculpa.

—No tenemos por qué hacer lo que él nos diga —Shad me dice desde el otro lado de la mesa de la cocina—. Yo voto por no esperar más e irrumpir en el Consejo mañana mismo.

—¿No has oído la parte de que los ocho jueces son psíquicos? —Kilian entrecierra los ojos—. Contamos con una clara desventaja. Necesitamos a Nerox.

—¿Para qué si ya tenemos a Thais? —Shad disiente—. Entraremos a la fuerza, Thais protegerá nuestras mentes de los jueces y el resto del trabajo será pan comido.

—Son ocho psíquicos de más de cien años contra uno. —La nota de voz de Thais es escéptica—. No va a ser sencillo.

Veo la duda en la expresión de Thais. Sé por qué no está de acuerdo. La única manera de conseguir que Thais tenga ventaja sobre los jueces es desactivando su inhibidor, lo único que lo separa entre el control y el descontrol. He visto a Thais usar sus poderes sin ese inhibidor antes. También he visto lo que sucede cuando pasa demasiado tiempo sin él. Y preferiría no volver a verlo. Él también preferiría no revivirlo. Esa es la única razón que me hace intervenir:

—Esperaremos a que Nerox vuelva —digo, aunque no es lo que opino realmente, ni lo que quiero hacer—. Nos duela o no admitirlo, lo necesitamos.

Thais suspira sutilmente y veo el agradecimiento en sus ojos.

También veo la intención de Shad de protestar, pero sigo:

—Entrar no supondrá un problema. —Me muevo para tirar lo que queda del teléfono de Aran a la basura y me hago una nota mental para conseguirle otro nuevo—. Pero no puedo decir lo mismo sobre cómo vamos a conseguir que quieran escucharnos.

SEVEN ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora