El mundo entero se tambaleó a mis pies.
Porque incluso cuando ya venía sospechando lo que Thais trataba de decirme desde más o menos la mitad de esa historia tan surrealista, escucharlo en voz alta era cien veces peor.
Una cosa era que me hubieran secuestrado con el pretexto de que me necesitaban para encontrar a mi padre biológico homicida —lo cual ya de por sí sonaba lo suficientemente descabellado—, pero otra cosa muy distinta era decirme que yo pertenecía a dos razas enemigas y que mis supuestos padres biológicos eran una especie de Romeo y Julieta que se habían enamorado en contra de las leyes y habían concebido a un bebé —que ahora ya no es un bebé sino una adolescente de diecisiete años— de las que ambas razas querían deshacerse porque mi sola existencia está prohibida.
Thais no solo estaba diciendo que mi padre no era Clint Edevane. Sino que además Aura Edevane tampoco era mi madre. Que mis padres eran en realidad el antiguo líder de los Asphars y la hija del líder de los Nephers.
Me habría echado a reír histéricamente si pudiera al menos moverme.
Thais me brindó un momento de silencio como si esperase que me fuera a echar a llorar en cualquier momento. O a gritar. Pero no hice ninguna de las dos cosas porque no estaba segura de cuál de ellas hacer primero. De lo que sí estaba segura era de que me sentía exactamente igual que la mañana en la que desperté en el hospital hace tres años y me dieron la noticia de que mi padre, Clint, había muerto: desorientada y paralizada.
—Podemos seguir en otro momento si lo prefieres —me dijo gentilmente Thais. No sabía qué aspecto debía tener mi cara ahora mismo si hasta él parecía preocupado.
Antes de darme cuenta, yo ya estaba negando con la cabeza:
—No —titubeé. A pesar del entumecimiento interior, pregunté en un hilo de voz—: ¿Qué pasó con Karan y Anur después de eso?
Thais pareció asombrado por mi pregunta. Pero la verdad era que necesitaba evadirme de la verdad, de lo que se suponía que era yo o de lo que significaba y significaría toda esta historia para mi vida de ahora en adelante. Necesitaba procesarlo. Seguir fingiendo por unos minutos que todo lo que Thais me estaba contando no tenía nada que ver conmigo antes de darme de bruces con la realidad.
—Fueron atrapados poco después y encerrados en la prisión central de los Nephers, y el anillo fue devuelto a su lugar —me respondió al cabo de unos segundos—. Las Autoridades los interrogaron a los dos y los torturaron para que les dieran tu ubicación, pero no consiguieron sacarles la información. Así que se les ejecutó a ambos públicamente.
Pero se supone que Karan sigue vivo, pensé, no lo han podido matar.
No me hizo falta formular la pregunta en alto porque él notó la confusión en mi expresión antes que en mis propios pensamientos:
—Diez años después de la ejecución, hace tres años, empezaron a morir Asphars y Nephers de manera misteriosa —me explicó Thais—. Todos los asesinados pertenecían a las Autoridades: altos cargos del Gobierno de las dos razas, consejeros, guardias... al cabo de un mes fueron asesinados brutalmente más de cincuenta miembros. Y un día el asesino mató a Afgan Bieslack, el padre de Anur y el que en aquel entonces era el líder de los Nephers. Después de él murieron la mayoría de Nephers que formaban parte de su gabinete y todos los que tuvieron algo que ver con la captura y ejecución de Anur. Y un tiempo después, fue asesinado otro de los líderes Asphar. Era casi como si alguien se estuviera vengando...
—Karan —murmuré, absorta en la historia. El chico de ojos azules asintió—. Entonces... ¿no fue ejecutado?
—Según los informes, la ejecución de Karan se hizo un día después de la de Anur —dijo—. Pero la noche de antes de esa ejecución, esos informes también hablan de que el anillo Nepher había vuelto a desaparecer.
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SEVEN ©
ParanormalTras la muerte de su padre, Kirsen Edevane se esfuerza por recuperar las riendas de su vida. Sin embargo, la llegada de siete nuevos y misteriosos alumnos al Instituto Reems convertirá su intento por recomponerse de las heridas del pasado en una mis...