36 | Como sumergirse por primera vez.

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Capítulo con contenido sexual explícito.

Aunque no muchas personas estén leyendo esto, quiero asegurarme de que te sientas cómoda o cómodo leyendo esta clase de escenas. Así que si no lo estás, te recomiendo pasar directamente al siguiente capítulo. Este capítulo no aporta nada importante a la trama y cualquier detalle relevante me aseguraré de volver a mencionarlo en capítulos posteriores para que no te pierdas nada.

Si aún así decides leer, pues... ¡a disfrutar! ;)



*



Besarlo era como sumergirse en el agua por primera vez.

El primer contacto con el agua es aterrador. Tus instintos te dicen que debes volver a la arena. Pero tú sigues adelante.

Y sabes que la ola que se precipita hacia ti puede arrastrarte a tierra firme o ahogarte. Salvarte o hundirte. Pero tú te lanzas contra ella de todas formas, solo para descubrir momentos después que no ha pasado ninguna de esas dos cosas. No te has ahogado y tampoco has vuelto a la arena. Estás flotando. Y quieres que el mundo se detenga justo ahí, justo en ese momento. En ese punto intermedio entre tocar el fondo del mar y el cielo.

Cuando Isaac recorrió con una mano mi mejilla y me besó suavemente, no rápido ni exigente como las veces anteriores, se sintió exactamente así; como sumergirse en el mar por primera vez. Como flotar.

Y creo que la mesa debajo de mí estaba temblando, pero no podía importarme menos, no mientras Isaac abría mi boca con la suya y sumergía su lengua dentro, o mientras los músculos de su torso desnudo se presionaban y tensaban contra mi vestido. Gemí con el primer contacto de nuestras lenguas y entonces su beso se volvió feroz. Mis piernas se curvaron instintivamente alrededor de su cintura y tiré de los mechones de su pelo para presionarlo más contra mí.

Sus manos se hundieron en mi cintura y recorrieron mis curvas, subiendo y bajando y acariciando hasta que mi respiración se volvió un tartamudeo, pero sin dejar de besarme con labios, lengua, dientes y aliento. Como si lo necesitara de verdad. Para respirar. Para existir. Para ser.

—Necesito este vestido fuera. —Sus manos recorrieron mi cintura hasta llegar a la base de mis pechos, sus labios todavía sobre mi boca.

—Lo que queda de él, querrás decir —exhalé, considerando que prácticamente lo había partido por la mitad.

Sus labios se curvaron sobre los míos.

Sus manos siguieron su recorrido hasta rodearme los pechos y pasar lentamente el pulgar por mis pezones ya erizados contra la tela de satén. Suspiré contra su boca.

—Solo ha sido una pequeña rotura de nada —pronunció, mientras sus dedos seguían subiendo, explorando, hasta llegar a los tirantes del vestido y enrollar un dedo en cada uno de ellos—. Nada en comparación con lo que tenía realmente pensado hacer con este vestido mientras te veía pasear en ese salón.

Me lo imaginé observándome desde algún lugar alejado mientras yo paseaba con Axian. Un tirón en mi estómago.

—¿Me has estado vigilando? —pregunté, entre la diversión y el estremecimiento mientras él pasaba los tirantes a cada lado de mis hombros.

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