Capitulo IV

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El despertador sonó como todas las putas mañanas, pero desplegué una hermosa sonrisa al saber hoy debía entrar más tarde a la Universidad, así que volví a cerrar mis ojos y continuar con mi sueño de belleza

PLUF

PLUF

Di respingo de mi cama, con el corazón acelerado vi como Jade entraba dando brincos y con su ropa deportiva que no le sentaba nada mal

-¡Arriba LeBlanc! Vamos que hay que entrenar –menciono mientras corría mis sabanas de lugar, menos mal que había decido dormir con pijama lo noche anterior, sino vería mi ropa interior de Pucca

-¿Entrenar? ¿Qué es eso? Acá en Italia no se entrena –sostuve con sarcasmo mientras volvía a sujetar mis sabanas

El simplemente se rio enarcando una ceja y precio a sujetarme de la muñeca para que me levantara, con fastidio y malhumor me prepare y baje a desayunar. En la cocina estaban todos simplemente tomando un licuado, Nadim me señalo el espacio vacío que había junto a él y me acerque mientras Marco me pasaba mi bebida. Esperaba ver a todos con cara de odio hacia Jade, pero la verdad es que estaban lucidos y gran energía para entrenar, ¿Acaso esta gente no duerme? Que poco disfrutan la vida, Millan enfrente mío era el único que parecía normal, estaba con la cabeza entre sus brazos en el mármol de la mesada, claramente la estaba pasando mal al igual que yo. Nosotros no entrenábamos, el solo hacia tenis de vez en cuando, más que nada cuando estaba aburrido y yo hace años que no hacía nada de actividad física, solo scherma y hace mucho no practicaba, pero seguro lo seguía haciendo de maravilla.

Al cabo de un rato, Jade nos obligó a salir a correr y levantar pesas que de seguro pesaban más que el mismo, no entendía como hacían para soportar esto todos los días era una tortura. Cuando por fin nos dejó volver, con Millan fuimos a por algo para desayunar y nos quedamos un rato al aire libre. Sin embargo los chicos decidieron quedarse más tiempo fuera entrenando

-Mia madre, questo ragazzo è pazzo –se quejó Millan recostándose en la tumbona

-Nunca lo hubiera dicho mejor – mencioné mientras recostaba mi cabeza sobre su stomaco– Ni les hace falta entrenar

-Sobre todo a Jade no le hace falta, ¿no? –me dedicó una sonrisa pícara

-Oh mio dio stai zitto –le di un golpe en el hombro al pedirle que se callara

[...]

Cuando bajé a la sala noté a Oliver y a Donatella bastante tensos con unos papeles que no alcance a leer que decían, seguro se trataba de la carrera de marketing que estaban siguiendo los dos, no le tomé importancia y me dirigí a mi lugar favorito de la casa, el playroom. Al entrar me quede dura al ver como del respaldo del sofá sobresalía una cabellera negra espléndida y con una espalda ancha que iba justo a su medida, me acerque lentamente para ver que tenía en sus manos y de repente mis mejillas se tornaron muy calientes, de seguro mi cara ya parecía un tomate

Es tu momento para enseñarle lo que podes hacer con una espada

Oh no, ¿por qué tenía que agarrar mis trofeos de scherma? No me daba vergüenza que los viera, simplemente no quería que él pensara como los de mi preparatoria, no quería que pensara que era violenta o algo por el estilo. Intenté girar sobre mis pies para irme sin que me escuchara, pero fue inútil

-No creía que eras tan buena, como para ganar trofeos –resoplo sin siquiera darse la vuelta

-Soy la mejor, o bueno, lo era cuando practicaba –dije frunciendo mis cejas

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora