CAPÍTULO XIX

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Capitulo XIX

Mi anatomía temblaba, la sensación de nerviosismo me estaba consumiendo, aun hallándome en el interior de mi habitación, el cual era mi único lugar seguro por el momento. Sentía pánico, aumentó mi ritmo cardíaco rotundamente, me estaba hiperventilando, todo mi cuerpo se encontraba recubierto por una capa fina de sudor, me sentía débil e indefensa. Mi mente estaba abrumada de suposiciones, teorías, conclusiones, intentaba unir muchas situaciones diferentes. Ciertamente, este estaba siendo de los peores ataques de ansiedad que había sufrido, hasta el momento.

Estaba furiosa por toda la situación, pero lo estaba aún más, conmigo misma. Siempre lo tuve enfrente de mí, con un solo movimiento podría haberme matado, y en vez de abrir los ojos o indagar más como me había predispuesto en un principio, mi cabeza solo pensaba en querer volver a besarlo. Joder, sí que había sido un gran beso, el mejor para ser sincera. Jamás había deseado besar tanto a alguien, como a él. Pero eso no se repetiría jamás, me producía asco. Saber que con las manos que sujeto mi rostro durante nuestro beso, son las mismas manos con las que asesino a alguien. Mi estómago se revuelve de solo pensarlo.

Desde que había ingresado a la habitación, mi posición continuaba siendo la misma, sentada en el suelo con la espalda contra la puerta mientras abrazaba mis piernas. Luego de varios minutos, conseguí controlar mi respiración. Sintiéndome apenas más calmada, me arrastre hasta mi cama, sí me arrastre porque al intento de levantarme, mis piernas fallaron. Sobre la misma, se hallaba mi móvil. Lo sujeté con mi mano temblorosa y marque el primer número que salía en pantalla.

—¡Hey! Principessa –al oír su voz, me derrumbe

—Mi...mi-lli... –no logre estabilizar mi voz, el llanto no me lo permitía

—Voy para allá

No me dio tiempo a responderle, simplemente colgó. No precisó que le dijera donde estaba, él mismo se había encargado de dejarme en casa, para seguir su rumbo hasta el Parque de Diversiones, con Tatiana. Ojalá mi llamado no le causara problemas con ella, es una ragazza muy simpática, dudo que tenga algún molestia.

Millan quiso ingresar de prisa hacia mí, pero había colocado candados, era imposible que entrara. Golpeando con fuerza la puerta, de seguro imaginándose lo peor, llamaba a mi nombre. Pude restaurar la fuerza en mis piernas, así que me dirigí con toda la prisa que me permitían, hacia allí y colocando la llave de bronce, saque los dos candados que se encontraban ahí. Al abrir, su pecho subía y bajaba, estaba agitado. Conectamos nuestras miradas, conocía perfectamente en qué estado me encontraba, no era la primera vez que me encontraba en un ataque de ansiedad. Corrió hacia mí y me abrazo con fuerza, como si intentara recolectar todos mis pedazos rotos, justo lo que necesitaba.

Sin soltarse de mí, Millan cerró con un leve movimiento de su pie, la puerta. Me aferre a él como si fuéramos un solo cuerpo, permanecimos así por un buen tiempo, ninguno hablaba y lo agradecía.

Como aun perdurábamos en el centro de la habitación, mi mejor amigo me sujeto por detrás de mis rodillas y me recostó a un lado de él. Con una mano seguía aferrándome a él, mientras que la otra se movía en busca de mi manta de delfines que se hallaba en una esquina de la cama. Me cubrió con ella y acariciando mi cabello, soltó

—Mar...–me removí en sus brazos, para unirnos más todavía– Necesito que me expliques que sucedió, no puedo quitar cabezas sin motivos... –entrelazo nuestras manos antes de continuar– aunque verte así es razón suficiente para ahcerlo, ¿fue Jade, cierto?

—S-si...

Desarmó nuestro abrazo levantándose abruptamente de la cama, sin decirme nada abrió la puerta con furia. Lo conocía, iba a matarlo, pero lo que Millan no sabía, era que lo más probables es que sucediera a la inversa. Salté de la cama en dirección a él y sujete con fuerza su muñeca

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora