Capitulo XXII

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Millan Brunet

Luego de oír por milésima vez la alarma, me impulse hacia delante y con mucha pereza me encamine hacia el cuarto de baño. Me asee rápidamente con agua fría, pera despabilarme mejor y me tomé unos minutos observando un punto fijo, procesando la idea de que debía enfrenarme al peor monstruo que uno puede conocer en las mañanas, mi mejor amiga.

Al finalizar mi ducha, mire la hora en mi móvil, el reloj marcaba las 7:15. Aun me restaban 15 minutos, tenía tiempo para prepararle su café cargado junto a un croissant y una buena ensalada de frutas con algunos frutos secos y un café negro para mí.

Acomodé las tazas y platillos en una fuente y me encamine por las escaleras hacia la habitación de Mar, entre sin golpear, porque de todos modos si lo hacía, no contestaría, es una persona con el sueño muy profundo. Deje las cosas sobre el escritorio y me acerque hasta ella, se veía placida durmiendo. Me alegraba saber que ella sí logro conciliar el sueño, a diferencia de mí, que si logré dormir media hora en toda la noche es muchísimo, la única solución que encontré para conseguirlo aunque sea por un momento, fue colocarme los audífonos con música relajante. El asunto con Jade me tiene bastante preocupado y el hecho de tener que echar a mi mejor amigo de casa, bueno de la casa de Margot, tampoco es algo que me hiciera mucha gracia. He pensado toda la noche en cómo nos traiciono sin tan solo titubear, en como lanzo tantos años de amistad a la basura. Pero bueno, al fin y al cabo, uno nunca termina de conocer del todo a la persona que tiene al lado.

—Mar–susurre contra su oreja– Despierta, he preparado el desayuno

Comencé a moverla de lado a lado, la destapé, le hice cosquillas, incluso me recosté sobre ella, pero nada funciono. Definitivamente, mi mejor amiga tiene el sueño tan pesado como un koala, esos duermen casi 22 horas al día, casi tan parecido a Margot.

—Gotti...

Removí sus brazos, aún seguía sin respuesta y mi paciencia se estaba acortando

—¡Mar! –Grité– ¡Si no te levantas ahora mismo... –me tomé unos segundos para pensar bien mi estrategia, de nada serviría que le lanzará agua, le daría igual. Por lo tanto, tenía que hacer algo que realmente la despertará– cortaré tu cabello de rapunzel y te dejaré como Edna Moda

Increíblemente eso funciono, pero no de la forma en la que quería. Margot se impulsó hacia delante más rápido que un pestañeo, posicionándose encima de mí, aplicando una leve presión en la zona de mi garganta, permitiendo que aun pueda ingresarme el oxígeno.

—Atrévete a tocar mi cabello, y te dejaré estéril–soltó una risita al ver mi cara de espanto– Buen día, ricitos –dijo dándome una palmada en el hombro

Reincorporándome sobre la cama y frotando mi garganta, respondí

—Desearía que dejaras de hacer eso, por lo menos conmigo –me sonrió y fue directo a atacar el desayuno

—Tú agrediste a mi cabello –se encogió de hombros– ¿Qué haces así todavía? –Apreció por completo mi pijama– Creí que ya estarías listo, llegaremos tarde

Como no iría a la Universidad, claramente volví a colocarme nuevamente mi pijama. Soy de esas personas que apoyan vivir en pijama, siempre y cuando me encuentre en casa. Antes solía salir con cualquier cosa que encontrara, pero debido al gran éxito que estoy obteniendo por medio de las producciones con Sace, la agencia no me permite salir mal vestido o no acorde a lo que ellos promueven.

—¿Que acaso uno de esos personajes literarios que tanto te gustan a ti, no ha dicho una vez qué, no se puede llegar tarde a un lugar al que no asistirás?

Ella sonrió al recordar específicamente, a qué libro me refería

—Lo hizo. Intentaré aplicar esa táctica más a menudo, –dio otro sorbo a su café y gimió de dolor al quemarse la lengua– Deberías avisar que estaba caliente, la próxima

Solté una carcajada

—Sabes que no lo haré, es divertido ver tu expresión al quemarte –intento matarme con la mirada, pero finalmente termino riendo conmigo– Iré a alistarme, termina rápido con eso

Luego de esperarla exactamente veinticinco minutos dentro del carro, nos marchamos hacia la Universidad. Gracias al poco tráfico que había, llegamos juntos con el tiempo.

Para no preocupar a Margot, no mencione acerca del carro que venía detrás de mí. El mismo Maserati quattroporte negro con ventanillas polarizadas, que nuevamente me obstaculizaban la vista hacia el conductor. Seguí conduciendo sin darle importancia, aunque de todas formas, termine aumentando la velocidad para que perdiera mi rastro, pero esos venditos coches se caracterizan por su máxima velocidad. Debido a la velocidad que iba, tuve que pisar a fondo el freno en un semáforo, no estaba en mis planes matar a nadie. Al hacer aquella maniobra, el maldito carro negro tuvo que hacer lo mismo. La persona que manejara, debe tener al universo de su lado, porque estuvo a milímetros de chocar contra mi carro, y de ser así, hubiera reaccionado peor de lo que lo hice.

Baje de un aventón, pegando un portazo. La persona que conducía hizo precisamente lo mismo. Ambos, nos paramos uno enfrente del otro. Pude reconocer que se trataba de un hombre, debido a sus manos que era lo único que dejaba al descubierto. Su cabeza se encontraba recubierta por un pasamontañas que no me permitía ver absolutamente nada de su rostro, debido que en los ojos tenía una telilla trasparente para su vista, pero al ser oscura no podía alcanzar a verlo, además, portaba un enterizo negro y por encima de mismo, portaba lo que parecía ser un chaleco antibalas.

—¿Qué pasa? Te dan los cojones para seguirme durante semanas, pero no para mostrar tu verdadero rostro, que patético

Él no respondió, simplemente volteo para subirse nuevamente a su carro. Pero, a mí no me iba a dejar así. Lo sujete con fuerza por el hombro, para voltearlo, sin embargo, fue más rápido que yo y aproximo su brazo contrario contra mí, golpeando en la flexión de mi brazo, produciendo que lo sacase. Intente golpearlo sucesivamente, pero jamás llegue a hacerlo, su táctica era impecable, como si fuera entrenado por la milicia o el FBI.

Él no me lastimo en ningún momento, simplemente atajaba mis ataques, de pronto oí el ruido de una puerta cerrarse, miré sobre su hombro y de la parte trasera de su coche bajaba otro sujeto, un poco más bajo que él. Ese mismo, le lanzo algo que no reconocí al instante, sino que lo hice cuando ya se encontraba insertado en mi cuello.

En las nuevas noticias de hoy...

La buena, era que logre quitarme con la poca fuerza que me restaba, la jeringa.

La mala, ya estaba vacía, todo el líquido que contenía, ahora se encontraba dentro de mí.

La lancé al suelo, con brusquedad me solté de su agarre, he intente huir. Para mi maravillosa suerte, eso salió pésimo. Mis piernas se debilitaron y caí contra la acera, trate de arrastrarme, pero fue imposible, mis brazos también estaban débiles. Poco a poco, mis ojos comenzaron a sentirse pesados, hice una gran esfuerzo por no cerrarlos, sin embargo, efectivamente eso que me contenía la jeringa era un sedante, el cual ya había comenzado a hacer efecto. Mis parpados se rindieron, al igual que mis brazos y piernas.

Y ahí, en ese preciso instante, en esa miserable acera, fue donde comenzó mi infierno. 

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora