Jade Fischer
¿Nunca han sentido que duermen pero no descansan?
Porque eso me está ocurriendo este momento. Dormir, la acción lo puedo hacer a la perfección, pero mi cabeza no descansa. Una y otra vez vuelven mis pensamientos mortificándome a través de mis sueños. Ya van tres horas desde que Margot se durmió y yo aún sigo dando vueltas, necesito apagar mi cerebro. Ponerlo en blanco. Dejar de pensar por un instante.
He deseado tanto poder acercarme a ella, tenerla conmigo, dormir juntos mientras la abrazo. Y ahora qué puedo hacerlo, solo pienso en las consecuencias que esto traerá y me siento un puto egoísta. Vino aquí, a mi habitación para alejarse de cualquier objeto que la haga recordar a Millan, vino a mí en ayuda, buscando protección. Cree que hace lo correcto, pero no es así. Estar cerca de mí la va a arruinar y aunque no pretenda hacerlo, terminará sucediendo. Ya no puedo alejarme, es demasiado tarde. La necesito conmigo.
Aquella conversación en el carro con Margot, le advertí que no debíamos seguir, este juego insano entre los dos, no estaba bien. Sin embargo, ninguno podía detenerlo. Sentimos y un sentimiento no se puede parar, pero lo podemos controlar. Ambos coincidimos que no estamos listos para afrontar una relación, a pesar de ello, ya nos encontrábamos en una. No tenemos título, no necesitamos esas estupideces. Nosotros podemos sentirlo todo y no ser nada a la vez.
A su vez, como no se pueden frenar los sentimientos, tampoco se puede cambiar el destino. Por más que intente modificarlo, desde un principio, el final ya estaba escrito. Desde ese mediodía en la que la vi salir empapada de la piscina yendo directo hacia Dona para presentarse, ya estaba escrito. Recuerdo su rostro horrorizado al recibir el abrazo de la peliblanca. Oliver siempre remarco que no le gustaban, pero mi mejor amiga es como un oso de peluche, ama estar abrazando a todos. Al venir el ruloso hacia mí, su mirada se paralizo con la mía. Pude percibir sus nervios, sus dedos jugueteaban entre sí, sus mejillas ruborizas y su sonrisa nerviosa. En ese saludo, en su sonrisa y su mirada conectando con la mía, lo pude sentir. Sabía que las cosas se me irían de las manos.
Odio romper las promesas y más detesto a las personas que lo hacen. Justamente por esto, no puedo permitirme romper mi promesa, por más que eso signifique romperme a mí mismo por dentro.
Voltee a ver el reloj que yacía en mi mesita de noche, marcaban las 07:15 am de la mañana. No había pegado un ojo en toda la noche. Intente zafarme del agarre de Margot, pero no funcionó, tenía mi brazo secuestrado. Me moví frustrado, pero ni se mosqueó. Entonces aplique lo que más le molestaba, me coloque de lado y me aferre a ella como un koala.
—¡Agh! ¡¿Pero qué diablos haces?! –Bramó intentando soltarse– ¡Me vas a asfixiar, suéltame!
Solté una carcajada y la solté
—¡No te rías! –golpeo mi hombro, liberando mi brazo dormido– Es horrible eso que acabas de hacer
—¿Abrazarte? –alcé una ceja
—Sí, eso. Nunca más –me señalo con el dedo
—Está bien, bandera blanca –dije levantándome de la cama– Venga, vamos a desayunar, parcerita
Estiré mi mano hacia ella y dudosa la termino tomando
Encendí la cafetera y la tostadora, mezcle los huevos, corte distintas frutas y exprimí unas naranjas. Margot me observaba desde la encimera de la cocina, en la cual estaba sentada. Se ofreció a ayudarme, pero me negué. Si había algo que me gustaba demasiado, era preparar desayunos.
Comimos en silencio, mirando el cielo lloviznar. Caían unas pequeñas gotas finas, que se adherían por el ventanal y caían. Margot se me mantuvo viendo un punto fijo durante todo ese tiempo, hasta que dio su ultimo sorbo de café. Proseguimos a recoger los platos y a cambiarnos. Nos fuimos directo a entrenar.
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Il falso colore delle rose
JugendliteraturTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...