Il falso colore delle rose

Capítulo VII

Faltaba poco para que finalice la clase de anatomía, enfrente de mí tenía el cadáver de una pobre señora de no más de 50 años aproximadamente que había sufrido de la enfermedad de Wilson, un trastorno hereditario que produce la acumulación excesiva de cobre en los órganos. Pobre mujer. Ahí estamos 30 ragazzi revisando ese cuerpo y quedando fascinados por lo que podíamos presenciar, para algunos puede sonar asqueroso pero para los que nos gusta la medicina, es glorioso poder ver algo así de cerca. Algunos tuvieron que retirarse, mientras que otros lo observaban desde lejos, porque el olor dentro de la funeraria era demasiado invasivo, por suerte mi estómago no era sensible como el de los demás, la mayoría de mis amigos y familiares siempre le temían a las agujas o se desmayaban al ver una simple gota de sangre, en cambio para mí era alucinante poder apreciar eso y saber porque y como sucedía cada cosa dentro de nuestro organismo

– ¡Señorita LeBlanc! –Grito el señor Parisi mientras chasqueaba sus dedos frente mis ojos, automáticamente me quito mi modo avión cerebral, lo mire confundida– Dígame las características las principales características de esta enfermedad –mencionó señalando el cuerpo sobre la camilla

–La enfermedad de Wilson, no elimina el cobre por completo, sino que se acumula y puede llegar a la muerte como en este caso. Los síntomas generalmente comienzan entre los doce y los veintitrés años de edad, pero en ciertos casos puede llegar a darse en personas mayores –dije ojeado al cadáver, si bien había activado mi modo avión, ya había estudiado este tipo de enfermedad. En mi tiempo libre, solía buscar enfermedades randoms para ver de que trataban y como se podían tratar sí que no tenían cura

– ¿Cuáles son sus síntomas?

– Hinchazón, fatiga, dolor abdominal y movimientos no controlados o con mala coordinación –conteste con una sonrisa de superación

– ¿Y su tratamiento?

–El tratamiento suele incluir la administración de fármacos que pueden hacer que los órganos liberen cobre en el torrente sanguíneo, el más utilizado es el quelante. Una vez adquirido, se puede eliminar del cuerpo por vía renal –respondí firmemente sin quitarle los ojos de encima, el profesor Parisi solía ser bastante pesado, por lo que siempre intentaba estar al día con mis conocimientos

Continuamos examinando el cadáver unos minuto más, hasta que finalizo la clase. Por suerte, era la última del día. Antes de guardar mis materiales, me fui directo a esterilizar mi instrumental quirúrgico y a limpiar cada parte de mi mano. Al salir, busque con la mirada el auto gris de mi mejor amigo. Él no estaba allí. Sujete mi móvil para llamarlo, pero antes de que atendiera apareció un pelinegro de sonrisa perfecta con una altura dominante que conocía muy bien

Jade me quito el móvil y sin darme tiempo a protestar mencionó –Súbete– señalo el carro con su cabeza

– ¿Qué haces aquí? ¿Y Millan? –Fruncí el ceño– ¿Dónde está?

–Agh, deja de hacer tantas preguntas y súbete –volteo sus ojos, le sostuve la mirada confundida– No lo quería hacer, pero tú me obligaste –se inclinó hacia a mí y me sujeto como una bolsa de verduras dejando que toda mi sangre fuera hacia mi cabeza

– ¿QUÉ DOMONIOS HACES? ¡BAJAME AHORA MISMO! –Grite mientras pataleaba– Juro que si no me sueltas ahora vo... –me interrumpió colocándome en el asiento del copiloto y acomodando el cinturón de manera tan sutil que me sorprendió

En el transcurso del viaje, no se dignó a dirigirme la palabra. Yo seguí protestando todo el camino, porque quería saber a dónde me llevaba. No había tomado el camino a casa, se había desviado más de veinte cuadras. Termine rindiéndome, sabía que no me iba a responder, correspondí a callarme y escuchar la hermosa canción que sonaba de fondo, Shape Of My Heart. Jamás pensé que Jade seria amante de los Backstreet Boys, tenía fachada de escuchar metálica o rock