Capítulo VIII

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Al sentir una ligera mano repleta de anillos caer sobre mi rostro, no necesite levantar mis parpados para saber de quien se trataba. Donatella, me había insistido hasta los huesos para que tengamos una pijamada como las típicas películas de Estados Unidos donde las mejores amigas se reúnen a comer y beber. A mí no me apetecía demasiado la idea, no me fascinan los planes en donde mi casa o alguna parte de ella termina siendo un desastre, me pone de malhumor la mugre y más que nada las personas mugrosas. No suelo irritarme fácilmente, o tal vez un poco sí, pero si hay algo que logra sacar lo peor de mí es la mugre y bueno, las personas en general. La peliblanca no era de ese tipo de personas, pero tampoco era como yo, ella era un intermedio. Ni muy limpia ni muy sucia. Ella no tenía muchas amigas, una de las cosas que teníamos en común según lo que me comento anoche entre tragos de tequila y vodka. Luego de varios shots, amabas nos sentimos más en confianza, aunque ya habíamos forjado una linda amistad no éramos tan unidas como para contarnos absolutamente todo. Por lo que para conocernos un poco más, comenzamos a hablar sobre anécdotas del pasado de ambas, algunas tristes, felices o vergonzosas. Luego pasamos a hacernos una rutina de skin care, uno de sus cajones del escritorio se encontraba lleno de distintas mascarillas hidratantes para el rostro, algunas con formas de animales, otras de colores o simplemente sencillas y blancas, ella escogió una en forma de oso panda, junto a esa misma había una de un delfín y por supuesto que escogí esa, hicimos sesión de fotos mientras nos reíamos de cómo nos quedaban a ambas. Pasamos a hacer otras cosas típicas de pijamada como ver películas, escuchar música, hasta que tocamos el tema del amor.

Entre risas y más tragos la peliblanca de rostro refino menciono "por favor nunca te alejes de nosotros, pase lo que pase", esa frase quedo revoloteando en mi cabeza por un momento pero estábamos en tan mal estado que no podía ni pesar a que se refería.

Quite ligeramente su mano de mi rostro. Me desperece, estirando mis brazos hacia arriba y proseguí a bañarme. Cuando ya me encontraba como una persona decente, baje a desayunar. Allí, la cocina se encontraba desierta, ni mis mascotas estaban. Aproveche la soledad de mi casa para poner Backstreet Boys al máximo, sujetando mi tazón de café comencé a dejarme fluir por la música y a bailar como si fuera mi último día de vida, del altavoz salía Get Down, lo cual hizo salir mis pasos prohibidos y hacer la famosa coreografía del videoclip en el medio de la sala frente a los grandes ventanales que daban al jardín trasero

– ¿Sacando los pasos prohibidos hermanita? –Menciono Oliver entre risitas, mi rostro comenzó a encenderse al notar que no se encontraba solo, sino que estaban todos a excepción de Donatella que continuaba en su sueño de belleza, esa chica sí que tenía un sueño pesado. Tampoco estaba Millan que se encontraba en una sesión de fotos para Sace, una de las marcas más importantes de la región y bueno como ya era costumbre faltaba Jade, su ausencia se estaba volviendo habitual, desde el llamado que recibió hace dos días al volver del descampado– Venga, hazte a un lado que me toca mi parte –a Oli le gustaba hacer de Brian Littrell cada vez que escuchábamos a la banda, mientras que yo prefería hacer de todos, aunque mantenía un amor platónico hacia Kevin

Haciendo a lado, me uní al resto de los chicos avergonzada, quedando justo al lado de Nadim y dándole lugar a Oliver para hacer su gran número –A darlo todo hermanito– sonreí mientras le guiñaba un ojo

–Sí que se te da bien baila, ¿hay algo que hagas mal? –Preguntó Nadim volteando su cabeza en mi dirección–

–Cocinar, eso se me da fatal –asegure

–Joder, sí que somos parecidos eh –soltó con una sonrisa, yo solo le dedique una sonrisa de boca cerrada– Vamos tíos a bailar todos –Nadim sujeto mi mano guiándome hacia el centro de la sala y con su otra mano realizo señas a los demás para que se nos unieran

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora