Margot LeBlanc
—¡¿INSECTOS MOLESTOS?! –Arquee mis cejas en sorpresa, con cada palabra que emitía mi mejor amigo de aquella discusión, me indignaba más– Insectos molestos van ser los que plantare en su habitación, por gilipollas. ¡Me tiene harta con sus estupideces! Ahora mismo iré a bajarle los humitos de superioridad que tiene, piensa que por tener un rostro bonito, puede tratar a todos como si fueran puras mierdas y él, el rey del mundo –respire profundamente antes de continuar, necesitaba acomodar mis ideas y pensar precisamente que haría– Hablare esta misma noche con él, de hoy no pasa –afirmé
—No dudo de tu poder de convencimiento hacia las personas, pero Mar, Jade no es cualquiera, él no cederá a la primera –apoyó sus ante brazos sobre la fría mesada– Y para ser sinceros, no me agrada la idea de que te quedes a solas con ese espécimen
A mí tampoco, pero debía hacerlo. Sus malos tratos empeoraban cada día, no solo hacia nosotros sino que también hacia sus mismos amigos, a los cuales llamaba hermanos, los hacía sentir pura basura.
—No me hará nada–aseguré
—Sigue sin agradarme la idea, pero diga lo que diga harás lo que te complazca, así que mínimamente ten cuidado
—Lo haré, no te preoc...
Ambos dimos un respingo al oír el pitido de Magic Dance, proveniente del móvil de Millan. Alcancé a ver el nombre en la pantalla, era Allegra, su fotógrafa, en realidad era la que Sace le había encargado. Sin estar el altavoz encendido y con una distancia prudente, podía oír la voz alterada de ella a kilómetros de distancia. Por lo que había comprendido, mi mejor amigo olvidó la campaña de publicidad que tenía para la temporada de invierno, porque si bien aún continuamos en otoño, las sesiones para las campañas de las estaciones, se realizan una temporada previa.
Millan colgó el móvil y subió a toda velocidad las escaleras, pero se detuvo en seco sujetándose del pasamano, volteo hacia el inicio de la misma, en dirección hacia mí
—¿Quieres acompañarme? Casi ni recuerdo la última vez que me has venido conmigo, y para ser sinceros extraño que haya alguien haciéndome caras extrañas durante las fotos, sería lindo que vinieras y podría compra...
Puse los ojos en blancos, al oír que quería comprarme algo solo por acompañarlo. Era una costumbre que solíamos tener de pequeños, cuando alguno no quería acompañar al otro a algún sitio, nos sobornábamos con dulces o helado. Pero ya habíamos crecido, no debía hacerlo, lo acompañaría de todas formas.
—No debes comprarme nada ricitos de oro, iré
Él volteo los ojos al oír el apodo, de pequeños siempre lo llamaba así. Solté una risita disimuladamente ante el recuerdo, siempre se cabreaba y sus mejillas se volvían rojizas, era tan adorable.
Luego de colocarnos algo decente para salir al mundo, fuimos en busca del carro y aceleramos enseguida. No había tiempo que perder. Allegra era una mujer muy simpática, hasta que alguien la hacía esperar, en ese preciso momento se convertía en Cruella de Vil y nosotros, en sus pobres dálmatas.
Llegamos a su salón de producción, hoy serían las fotografías de interiores. Ella nos aguardaba en la puerta, moviendo su tacón de arriba hacia abajo con impaciencia, nos mataría lo veía en su rostro. Teóricamente le gritaría a Millan, pero sabía que yo no me iba a quedar afuera de eso.
El salón se hallaba en uno de los edificios más antiguos de Bellagio, cerca del Lago Como, a media hora de distancia en carro. El establecimiento era inmenso y moderno, dado a las nuevas reformas, de las cuales se había encargado Sace. Saverio Cennini, el dueño de la marca más trascendente de Italia y una de las más importantes alrededor del mundo, se encargó en persona de todas las remodelaciones.
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Il falso colore delle rose
Teen FictionTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...