Capitulo IX

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–Siempre tengo que ser yo la mucama de todos, ¿no? –Bramó Millan recogiendo los pedazos del tazón de café, que se hallaban desplomados a un lado de la mesada de mármol– ¿Por qué no lo limpia Jade? Después de todo, es su desastre, no el nuestro. El ragazzo es muy agradable y todo eso, pero no me parece que nos tengamos que encargar justamente nosotros dos de sus cagadas, ¿Acaso sus amigos no lo pueden hacer? –resopló mientras continuaba quitando las manchas del líquido marrón del suelo

– ¡Abbastanza Millan! –Le dedique una mirada asesina– Le prometí que no le contaría a los demás, y no lo haré. Aunque, eso ya lo rompí contigo. Procura simplemente no decir nada –mencione con calma, y a su vez iba quitando los rastros de sangre que quedaban en la mesada y en el marco de la puerta en el cual Jade intentó sujetarse

–Claro... no te preocupes, yo no diré que tenemos a un posible asesino en tu habitación y que además de eso se desangra cada parte de su cuerpo como un colador humano. Pero tu tranquila, he visto muchos capítulos de Dexter, se ocultar las huellas de su cuerpo cuando lo enterremos –su tono sonó más irónico de lo normal– Ah, y otra cosa, ese secreto no lo rompiste conmigo para cotillear. Lo hiciste porque sientes miedo, es una reacción normal que cualquiera hubiera tenido al encontrar a una persona en el estado que se hallaba Jade, así que no te sientas mal por tenerlo, necesitabas hablarlo con alguien y eso está perfecto. Mar, de verdad quiero ayudarte pero si no me dices que paso no puedo hacerlo

–Ya te conté todo lo que se. Lo vi entrar en ese estado, lo cure y lo deje descansando arriba –mencioné acercándome hacia él para poder bajar mi tono de voz y que nadie más escuchara. Aun cuando con mi mejor amigo habíamos inspeccionado la casa para saber el paradero de los restantes, ya que al bajar a recibir a Millan la música ya no se oía ni tampoco las risas, todos se habían, eso se me hizo un poco extraño ya que cuando subimos con el moribundo, continuaban todos bailando en la sala. Luego de mi peculiar abrazo con Jade, él cayó en un sueño profundo, por el contrario yo me aproxime a llamar a Millan que permanecía en su sesión de fotos y milagrosamente atendió a la primera, cosa que realmente no pasa muy a menudo, él llego casi instantáneamente tras contarle lo que había sucedido.

–Bueno, cuando la bella durmiente se despierte, exprímelo como una naranja hasta que te revele todo –sugirió el ruloso con voz firme y yo asentí

Millan se retiró hacia su habitación para tomar una ducha luego de una larga sesión de fotos. Quería hacer lo mismo, pero mañana debía rendir un parcial importante de química, no tenía tiempo que perder. Recogí mi larga melena castaña en un moño, prepare un café y subí hacia mi habitación. Al entrar, Jade seguí recostado en mi cama cubierto por mi frazada de delfines, lo más probable es que al despertarse se quejara de eso, su cuerpo estaba boca arriba mientras que su rostro estaba de lado, su brazo derecho estaba al descubierto dejando lucir el hermoso tatuaje que tenía en el mismo, justo por encima de la muñeca tenía la cara de un león, me acerca a él para poder detallarlo profundamente. Por encima del león con una distancia razonable tenía otro tatuaje, era una frase estaba en un idioma que no logre descifrar a simple vista, aquella decía "gealladh dànachd". Estire mi brazo hacia mi móvil que reposaba sobre la mesa de noche junto a mi cama, coloque mi huella dactilar y me adentre en el traductor, esa frase estaba en gaélico, me sorprendí cuando termine de escribirla, esta decía "promesa de aventura". Aquella se me hizo extraña, Jade no parecía ser el tipo de persona que se tatuaría algo así, yo me esperaba algo más tosco, se ve que tiene más corazón de lo que aparenta. Me quede unos segundo mirándolo mientras dormía tan plácidamente, el comenzó a moverse y murmurar cosas que no se entendían muy bien, pero eran lo más semejante a quejas. No podía ser, hasta dormido se quejaba, era irritante. Aun cuando me cabreaba que protestara por todo, tenía que admitir que era bonito verlo protestando en sus sueños y observar cómo se molestaba por algo, que aunque no tenía ni idea podía suponer mediante algunas frases que disparaba que se trataba de alguien que lo estaba contradiciendo en absolutamente todo, casi tanto como lo suelo hacer yo.

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora