Margot LeBlanc
La peor lucha es la que no se hace
Karl Marx
Mis clases de manejo han terminado, antes de lo previsto. Debimos acortar todo lo que no fuera realmente necesario, dado que el tiempo es limitado en esta instancia. A su vez, pensamos en modificar la locación. No fue una decisión nuestra, sino de Hans. Nos convecino de que sería lo mejor, y para ser sincera, tenía razón. Estamos arriesgándonos con tantos cambios para el nuevo plan, pero el que no arriesga no gana, dicen por ahí.
Ajuste mi coleta, acomode mi ropa arrugada y fingí una enorme sonrisa al entrar a la cafetería. Allí estaba esperándome Romeo, con un traje grisáceo y un porte fino que lo caracterizaba.
—Buenos días, Margot –acomodo el asiento para mí– ¿Cómo has amanecido?
—Para ser sincera, no muy bien –agache la cabeza con pena– Pero no hablemos de eso, ¿Cómo te encuentras tú?
—Bien, colapsado de trabajo como de costumbre –dijo sin importancia– Si deseas hablar de lo que te ocurre, seré todo oídos y te ayudare en lo que pueda
—Gracias, en serio –mi piel se erizo al sentir la yemas de sus dedos rozar mi mano– Sin embargo, es un problema que no creo que tenga solución
—Te sorprendería saber lo que soy capaz de hacer por las personas que me agrandan –declaro
Reí por lo bajo, al oírlo
—Por las recientes lluvias, el campus ha quedado devastado
—¿El campus? ¿El de la Universidad de Bellagio? –Sentí con los ojos cristalizados– Lo siento, de verdad –entrelazó nuestras manos– Mi hermano me ha comentado lo importante que era ese evento. No llores, por favor. Veremos la manera de solucionarlo, pero no llores
—E-es que –mi voz se cortaba, tenía un nudo en la garganta– El presupuesto es muy bajo, apenas nos alcanza para la comida y el equipo deportivo de cada uno, no alcanzaremos a pagar un lugar nuevo –comenzaron a caer lagrimas por mi rostro– No podremos ayudar a nadie, quedaran miles de alumnos sin becas
Limpie mis lágrimas como pude y el, amablemente, me extiende su pañuelo de seda
—Mira... tal vez... podríamos... –se oía dubitativo– ¿Qué te parece la residencia de Alonzo?
—Oh no, no podría aceptar eso –dije apenada
—Es un placer para mí ayudarte, por favor acepta, Margot
—¿Dices que aceptara? –dije con timidez
—Dalo por hecho –dijo con una gran sonrisa– el día que tú quieras y en el horario que predispongas, se hará el evento en la mansión
Me lance a sus brazos sin dudar
—¡Gracias, Romeo! ¡Gracias de verdad! –Aumente la rigidez del abrazo– Has mejorado mi día, eres maravilloso
—No tienes que agradecerme, me gusta verte sonreír
—Que tierno eres, –dije mirándolo a los ojos– pero me temo que con esta noticia debo avanzar con los preparativos, fue un gusto verte, Romeo
—Pero aún no hemos ordenado
—El tiempo vuela, colega
Me fui saltando de felicidad, claro, hasta la esquina que era desde donde aún me podía ver Romeo. Al rodear la cafetería, limpié mis lágrimas con asco y saqué mi desinfectante. No quería contagiarme la maldad de ese hombre. Con mi sonrisa de satisfacción me dirigí a la casa.
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Il falso colore delle rose
Teen FictionTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...