Millan Brunet
—¡Jamás me has querido realmente, deja de engañarte a ti misma! –bramé– Así que, por más que te excuses, de nada servirá
—No me excuso, solo cuento la realidad –se encogió de hombros– Lo de aquella noche fue un error, de lo cual me arrepiento pero tú tampoco has sido el hombre más fiel de la galaxia
—¿Es enserio? –su silencio me permitió continuar– ¿De qué estás hablando? –La mire confuso– Jamás te engañe, ni siquiera hice algo que te lastimará
—¿Y tú amistad con esa pelirroja? –escupió
—¿Tatiana? No puedo creer que todo esto, sea por ella –asintió– Es mi amiga, no confundas las cosas
—No pues claro, una amiga que te quiere tener en su cama –bufó– De seguro desde que se enteró que no andamos, ha estado detrás de ti...
—¡Basta, Gina! –grité– Lo que yo haga o no ya no te involucra, y jamás volverá a involucrarte
Mi paciencia se estaba agotando, ya no quería oírla más. Era la milésima disputa del día, así veníamos desde el maldito día que decidieron encerrarme con ella. Al principio creí que sería buena idea estar con alguien conocido, pero no tuve en consideración el nivel de irritación que me podía generar una sola persona.
—¿Solo dime si has estado con ella? –sollozo, sentándose en la cama
—Eso no te compete
—¡Agh! Al final, todas tienen razón, el sexto sentido de una mujer nunca falla. No puedo creer que te hayas acostado con ella, eres patético –lagrimas falsas recubrían su rostro. Sus conclusiones eran tan erróneas como cada palabra que salía de su boca– Pero descuida, yo misma me encargaré de que no me veas más
—Si lo logras, te lo agradeceré –confesé con sinceridad absoluta
—¡Eres un imbécil! –Me empujo contra la pared, justo debajo de la ventana y corrió hacia la puerta– ¡Philippe! –Comenzó a gritar– ¡Philippe! ¡Philippe, ven por favor!
Llamó al rubio grandulón como si se tratara de su mejor amigo. Que confundida estaba. De igual modo, este apareció con fastidio y quejándose de que los gritos de la niñata, si tan solo supiera como me perturbaron a mí por años.
—¿Puedes dejar de chillar? Tus gritos se oyen desde el ala sur, deberías hacer ver ese pitido de voz que tienes –recomendó y yo reí por lo bajo
—Philippe, necesito que me saques de aquí –dijo desesperada– Millan se ha vuelto loco, tengo miedo de que quiera golpearte
—¿Millan? ¿El mismo que llora por las noches porque extraña a su mejor amiga? –rió– Por favor niñata, hay más probabilidades de que tú lo golpees primero
—¡Oye! Eso dolió, ¿que acaso tú no tienes una mejor amiga? –me quejé
—En realidad, no. Siempre término follándomelas –admitió y yo reí– En fin, deberán continuar con su convivencia, adiós
—¡Espera, Philippe! –Él volteo asomándose por la pequeña ventana de la puerta– ¿No existe la mínima posibilidad de que te la puedas llevar de acá un rato? O ¿A mí? Si quieres limpio los baños, pero apártame de ella
—Yo no quiero solo un rato, exijo un cambio de celda –impuso
Tanto el rubio como yo soltamos una gran carcajada, parecía que se le iban a salir lágrimas de tanto reír y a mí también.
—¿No quieres también un roomservice? –bramó irónico
—No me vendría mal...
—¡Debes estar de coña! ¿Realmente has salido con esta mujer? –la señaló preguntándome
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Il falso colore delle rose
Teen FictionTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...