Millan Brunet
Gar... Philippe ya se había marchado. Insistí en que me cambiara de sitio, pero él solo acataba órdenes, no podía hacer nada. Solo estábamos nosotros en la habitación. Gina y yo. Peor persona para compartir celda no me podría haber tocado. Lo único que me reconfortaba es que, llevaba tiempo conociéndola. Podría con ella, lo sé.
Esta celda era la numero noventa y a decir verdad, todo allí era muchísimo mejor que en mi celda anterior y comparándolo con el sótano, parecía un palacio. También había una pequeña ventana con barras de hierro. En las paredes reinaba la humedad, pero a diferencia de las demás tenía una cama digna, con algunos dibujos sobre la misma y el intento de cuarto de baño estaba increíblemente limpio. Yacía también una pequeña mesa junto a la cama, en la cual había residuos de comida y un libro.
Otra diferencia, era que allí se encontraba Gina Galli, mi ex. La hermosa rubia de ojos verdes, de la cual me enamore alguna vez. Temblorosa y asustada, abrazaba sus rodillas en una esquina. Coloque mi rostro justo al pequeño rayo de sol que entraba por la ventana, permitiéndole que me viera.
—¿Mi–Millan? –titubeo
—El mismo, ¿qué acaso no hay una fiesta de bienvenida para mí? –dije rompiendo el hielo
Sonrió y se lanzó a mis brazos. No estaba seguro de abrazarla, sin embargo lo termine haciendo. Estaba temblando, se encontraba más flaca de la última vez que la había visto, la debían estar matando de hambre aquí dentro. Su pelo rubio estaba todo desastroso, me extraña que no haya hecho un escándalo por eso. Tenía moretones amarillentos, de seguro ya llevaba unos días con ellos. Sus dientes chocaban entre sí, tenía frío. No me sorprende, no sé qué temperatura hará afuera, pero aquí parece el polo norte.
—¿Qué haces aquí? –Susurro contra mi pecho– ¿Has venido por mí?
—Teóricamente si, a causa tuya –reí nervioso– Pero ya tendremos tiempo de hablar de ello, dime tu como has terminado aquí
Aun entre mis brazos, la repose sobre la cama y quedando ambos sentados, apoyados contra la pared comenzó a hablar.
—Luego de que me dejaras –tragué duro– subí los primeros dos escalones del poche de la casa de Mila, cuando me llamaron por mi nombre. Un pelicastaño de acento ruso y un japonés me apuntaron con un arma por la ventanilla, obligándome a subirme al mismo. Me terminaron apresando las extremidades para que no pudiera moverme, en ese instante miré para atrás y tú ya no estabas, ya te habías marchado...
—Y te trajeron aquí –finalizo por ella
—Exacto, no se hace cuánto tiempo estoy aquí, –sus lágrimas resurgieron– ya he perdido la cuenta pero estoy segura de que habrán pasado dos meses ya
—Gina... ha pasado más tiempo–
—¿Cuánto? –interrumpió
—Cinco meses–su rostro se tornó horrorizado– No sé qué día es hoy exactamente, pero ya ha comenzado noviembre
—¡¿Noviembre?! –Preguntó anonadada– A mi... a mí me han capturado en julio, no puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo...
—Me encuentro igual de incomprendido que tú, no puedo creer que tu padre con los contactos y el poder que tiene, no haya hecho nada –suspiré
—A mí no, –se encogió de hombros– no me sorprende esta reacción, incluso te podría asegurar que debe estar feliz, se libró de mí
Sus palabras me dolieron. Sabía de su mala relación. Todos los cercanos a la familia Galli, los internos éramos conscientes de sus desprecios mutuos. Gina y su padre jamás han tenido demostraciones amorosas, las típicas de padre e hijos. El vicepresidente está constantemente de viaje y únicamente se comunican para que ella reciba su mesada. De pequeña, ha perdido a su madre y ha tenido que convivir con las esposas de su padre. Cada dos o tres años, el señor Galli volvía a comprometerse. Una esposa nueva. Gina estaba cansada de esto, por eso siempre escapa de allí. Y así fue como la conocí yo, escapando de su casa.

ESTÁS LEYENDO
Il falso colore delle rose
Подростковая литератураTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...