Capítulo XXIX

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Millan Brunet

Un mes y medio atrás...

La lancé al suelo, con brusquedad me solté de su agarre, he intente huir. Para mi maravillosa suerte, eso salió pésimo. Mis piernas se debilitaron y caí contra la acera, trate de arrastrarme, pero fue imposible, mis brazos también estaban débiles. Poco a poco, mis ojos comenzaron a sentirse pesados, hice un gran esfuerzo por no cerrarlos, sin embargo, efectivamente eso que contenía la jeringa era un sedante, el cual ya había comenzado a hacer efecto. Mis parpados se rindieron, al igual que mis brazos y piernas.

Y ahí, en ese preciso instante, en esa miserable acera, fue donde comenzó mi infierno.

No me equivoque cuando dije, que era el inicio de mi peor pesadilla. Mis extremidades dolían, mis muñecas ardían al intentar moverlas, estaban sujetas al igual que mis tobillos. Me encontraba totalmente inmóvil. Mi cabeza palpitaba del dolor, no sé cuánto tiempo estuve inconsciente. Mi boca estaba seca y con gusto metálico, podía sentir la sangre seca al costado de mis labios. Mi vista estaba totalmente obstaculizada por la bolsa de tela que recubría mi cabeza. Comencé a moverme para intentar zafarme, pero no funciono. Termine cayendo de lado, directo al suelo.

No sería muy inteligente comenzar a gritar, les daría señales de que ya había despertado. Pero tampoco fue inteligente dejarme caerme, de esa forma también me descubrirían y fue así como no tenía ya nada que perder, que comencé a gritar.

—¡Auxilio, sáquenme de aquí! ¡Ayuda! –Seguía sin respuestas– ¡Les daré todo el dinero que quieran, pero libérenme!

Nada, absoluto silencio

—¡Hijos de puta! ¡Cómo no me saquen ahora, tendrán a toda la policía y la prensa detrás de ustedes! –Volví a gritar– ¡Suéltenme!

Continuaba reinando el silencio

—¡No sé a quién buscan, pero estoy seguro de que no se trata de mí! –solté rendido, no sabía si aunque sea me estaba oyendo alguien

Minutos después, un largo pitido se oyó en todo el lugar, aturdió mis oídos por unos segundos. Alguien, un hombre lo frenó y comenzó a hablar

—Eres justo a quien buscábamos, Millan Brunet –pronunció mi nombre como si fuera de su total familiaridad– Hijo único y del gran empresario Amelio Brunet. El actual modelo más codiciado por el país, contratado por nada más ni nada menos que por Sace, la famosa marca que está recorriendo el mundo entero. Estudiante de ingeniería en informática, promedio de 9.8...

—Sí, si ya comprendí que leíste toda biografía en Wikipedia, ¿ahora puedes decirme quién demonios eres? –exigí

—¡Shh! –chistó por el altavoz– Aquí nos gustan mantener los modales, así que por tu bien más vale que los mantengas

No podía verlo, solo oírlo. Por lo que preferí acatar sus reglas, hasta que mínimamente pueda ver en qué situación me hallaba, pero no me cabe dudadas que no estaba en una muy buena.

—De acuerdo, seré amable. ¿Me dirá quién es, por favor?

—No.

—Hijo de su puta madre –susurré– Bien, ¿me dirá porque estoy aquí?

—Tampoco

Mierda

—¿Responderá algunas de mis preguntas?

—A su debido tiempo, tal vez –intenté no insultarlo con todas mis fuerzas– Querido Millan, si prometes que te comportaras permitiré que te quiten la bolsa de la cabeza

Il falso colore delle roseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora