Jade Fischer
—Sangre...
Esa había sido la palabra que encendió todas mis alarmas. Definitivamente le había afectado como a mí. Es una mala señal. Por más que Liz y yo sepamos cómo tratarla, estaba descolocada. En mis planes, estaba contarle a fondo acerca del secuestro de Millan, pero en estas condiciones, nada de eso sería bueno.
—¿Qué sucede? ¿Ahora eres buenito o qué? –insinuó con cizaña
—Siempre lo he sido –afirmé
—Ayer no lo parecías... –me dedico una sonrisa perversa– Sabes... me agradas más cuando estas golpeando personas, es placentero –Oliver se levantó del suelo completamente anonadado
Le hice una seña para que se largará, no quería involucrar a nadie más en esto. Su reacción al principio, cuando estaba en shock y angustiada, creí que se mantendría. Que le agarraría depresión, que sufriría algún ataque de pánico como ya le había sucedido anteriormente, pero no. Al fin de cuentas, es más parecida a mí de lo que me imaginaba. O más bien, de lo que me gustaría.
—No creo que sea tan placentero para ellos –aunque los imbéciles que nos atacaron se lo merecían, pero no podía decirle eso
—A mí sí, es excitante
Claramente, has creado un monstruo
O he liberado uno
—Ya está anocheciendo... –quería cambiar el tema cuanto antes– ¿Por qué no preparamos algo para cenar todos juntos?
—Prefiero seguir practicando mi puntería, Nadim me ha regalado un arco y flecha –dijo levantándolo
Estupendo, ahora tiene un arco y flecha. Más armas para matarnos a todos, que genial. Debo tener una conversación con todos ya mismo, no podemos seguir dándole aparatos asesinos.
—¿Quieres ayudarme? –Volvió a hablar– Podríamos hacer como en las películas, tú te colocas una manzana en la cabeza y yo lanzó
Sería divertido...
Definitivamente, no.
—Me encantaría –le sonreí de lado, necesitaba que supiera que estaba con ella– Pero no he comido nada en todo el día, ya me urge ir por algo de comida
—Vale, aburrido –puso los ojos en blanco
Já
¿Aburrido yo? Por favor...
Encuentro mil formas de demostrarle que no soy para nada aburrido.
La miré con advertencia y me marche. No me preocupo dejarla sola, a ella misma no se haría nada. El peligro ocurría cuando estaba acompañada.
Al entrar nuevamente a la sala, se encontraba Oliver masajeando su cuello. A su lado yacían Donatella y Nadim, ambos ocupados en su ordenador. Necesitaba reunir a todos, sin embargo, quien se encargó de esa tarea fue la peliblanca. Repose mis antebrazos sobre la parte superior del respaldo de la silla, esperando a que bajaran Liz y Marco.
El fastidio reflejado en el rostro de Marco, era claro. Estaba sobrecargado de trabajo y odiaba ser interrumpido y más por algo que no le interesará. Por eso, intente ser lo más breve posible.
Una vez todos reunidos en la mesa, comencé a hablar.
—Margot está pasando por algo muy difícil...
—¿Para eso nos citaste? Atiéndela como a cualquiera de nosotros y listo –soltó Marco, quien se aproximó a levantarse
—Su reacción es igual a la mía –afirmé, captando su atención nuevamente– Casi ahorca a Oliver
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Il falso colore delle rose
Teen FictionTodos idealizan a la vida como un color de rosas, pero ¿es realmente verdadero lo que sucede dentro de esa burbuja imaginaria?, por defecto no tengo una respuesta exacta para eso. Sin embargo, lo que si puedo afirmar es que a veces uno mismo elige a...