Me encontraba en el hogar de Terry, justamente en una silla del comedor. Le insistí a Lana para que me dejara ir a la fiesta de cumpleaños de Daniel, ella me llevó y sugirió recogerme al día siguiente para regresarme al colegio. Sin embargo, le dije que regresaría junto con Terry y Daniel. Enserió un poco al despreciarla.
Aunque ella era gentil conmigo, la odiaba un poco.
El viernes la acompañé en el centro comercial, ella hizo muchas compras, algunas eran cosas que no le pedí, pero creyó que necesitaba. Para mí todo era novedad en el lugar, no estaba acostumbrado a ir centros comerciales. Miraba hacia todos los escaparates y vitrinas posibles. Por algún motivo, ver cosas me distraía de la tristeza que contenía. Disfruté de las escaleras eléctricas, de comprar y tomar un café helado mientras caminaba al paso de Lana. Busqué algo para regalarle a Daniel en su cumpleaños, pero nada me complacía del todo y lo consideraba digno para él. Tampoco podía comprar cigarrillos, alcohol ni revistas como las que él tenía y escondía debajo del colchón, Lana lo hubiera visto.
Estuve tentando a preguntarle a Lana qué podría ser un buen regalo para mi amigo, pero decidí callar. Por un momento concebí la idea de que si a Daniel le gustaría hacerse otro tatuaje conmigo. Era divertido tener ese secreto. Siempre que tomaba una ducha y pasaba al baño, veía el pequeño copo de nieve que me tatué y Daniel también tenía. Me animaba tener algo que me conectara a su recuerdo y que fuera a perdurar en toda mi existencia. Al final, decidí comprarle como obsequio un brazalete de cuero que podría ayudarle un poco a cubrir las cicatrices de sus cortadas.
El tiempo se me hizo eterno en la casa de mi padre, quería salir volando y dejar de ser un intruso ahí. Lana daba todo lo mejor para hacerme sentir cómodo, pero parecía comprometida a hacerlo, como si lo hiciera su trabajo y no fuera algo que naciera de ella. Me pregunté muchas veces por qué actuaba así. Tal vez era porque ya no podía tener hijos y solo pudo darle una niña a mi padre y él necesitaba, más bien quería, varones que se hicieran cargo de su empresa multinacional. Tenía socios, abogados y más personal que lo respaldaban. Sin embargo, consideraba que la familia no traicionaba. Me pareció irónico que pensara así, debido a que traicionó a mi madre y a mí al encerrarme en el internado. Aun así, le agradecía un poco, desde mi interior, por haberme mandado al internado, ya que ahí conocí a Daniel.
En el centro de la alargada mesa se encontraba un jarrón enorme con flores secas, la luz del candelabro iluminaba la triste vasija como si fuera un cuadro de naturaleza muerta. En el ambiente se agitaban las risas armoniosas, el sonido de los cubiertos, el aroma de los perfumes escandalosos y el olor del vino añejo. A pesar de que todo a mi alrededor gritaba que era una fiesta, no me sentía en una.
Sin embargo, me sorprendió ver a Albert entre los invitados, Terry lo terminó invitando y a él no se le dificultó asistir. Comentó que vivía a pocas calles de la casa de Terrence. Él no participaba mucho en la plática, sus respuestas eran breves, pero elocuentes y encantadoras como él. Definitivamente era un chico tímido, como yo. Pensé si también era perverso en sus pensamientos y por eso se reservaba tanto. Al fin de cuentas, estuvo en una relación con otro chico, eso me hacía creer que en el fondo de su ser le gustaban los chicos y fantaseaba con ellos, dijera lo que dijera. Dejé de hacer conjeturas. Llevé mi ver de nuevo en él. Albert vestía un traje oscuro que adelgazaba aún más su esbelta silueta y a la vez resaltaba su nacarada piel. Su presencia me evocaba el recuerdo de un príncipe, uno que pasó mucho tiempo encerrado en una torre. Siendo honesto conmigo mismo, me gustó que fuera tan calmado, al igual que una noche sin nubes. Suspiré hacia mis adentros. Me regañé, me fijaba más en mis compañeros que las chicas presentes en la fiesta.
—¿Por qué pareces deprimido? —preguntó Terry con una amable entonación—. Supuse que te haría muy feliz salir por un momento del internado y celebrar con tu amigo su cumpleaños.
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Cuando cierro los ojos se van los santos (Pronto en librerías)
Teen FictionPronto en librerías traído por VRYA Isaac no conoce más allá del internado de monjas donde ha sido criado desde su infancia. Su padre niega que lo visite en vacaciones y su madre está internada en un psiquiátrico. Todo su entorno gris cambia cuando...