𝐻𝑒𝒶𝓁 𝓂𝑒 | 𝒽𝒶𝓈𝒽𝒾𝓂𝒶𝒹𝒶

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Este one-shot contiene temas delicados, como son el embarazo adolescente y el abuso sexual en menores. Se recomienda discreción y si eres sensible a esto, por favor, no leas.
















—¡Doctor Senju! —fue el grito que despertó a las tres personas que dormían en un cuarto de la posada en la que estaban. Dos niños, uno castaño y otro albino, se despertaron por el grito—. ¡Es una emergencia!

—¿Qué pasa? —el hombre se desperezó. 

—Lo lamento es que... ¡tenemos a un doncel en parto, usted es el único médico y él está en riesgo!

—Voy allá —el hombre tomó el maletín que siempre traía, era pediatra, así que no tendría problemas con esto. Se puso su bata de médico encima de su pijama—. Hashirama, ven conmigo.

Hashirama era el hijo mayor del doctor Senju, con aproximadamente unos 16 años, tenía un don para calmar a todos los pacientes de su padre. Bajaron un piso más y se escuchó un grito desgarrador. Entraron y lo que vio le rompió el alma y el corazón al chico. El embarazado, postrado por la labor de parto, era un muchacho de por lo menos, su edad.

Era pelinegro, de piel extremadamente pálida y estaba sudoroso por el esfuerzo que conllevaba traer un niño al mundo. Hashirama había visto esa misma expresión en otras personas y en su madre. Hashirama sostuvo la mano del azabache, quien por instinto se la apretó.

—Tranquilo —lo consoló—, mi padre te ayudará. Evitará que tú y tu hijo mueran.

—¡AAAAAGH! —le apretó aún más.

Mientras tanto, Butsuma Senju preparaba sus instrumentos y con ayuda de unos asistentes improvisados, empezó la operación; la cual desgraciadamente iba a ser más dolorosa de lo habitual, pues no tenía sedante. Hizo un corte en la barriga del niño, lo cual equivalió a un grito y otro apretón enorme en la mano del niño moreno.

Fue algo muy laborioso. Una cesárea muy dolorosa. El niño gestante se desmayó, por suerte no murió.

—No mueras, no mueras —suplicó Hashirama—, quiero darte la vida que mereces...

La operación terminó después de mucho, mucho tiempo. Nació un bebé con muy poco pelo, pero muy azabache. Se quedó quieto en los brazos del doctor, que se empezó a asustar; ¿y si el niño no respiraba?

Y empezó a llorar, fue un llanto escandaloso que no inmutó a su madre, que se había desmayado. Fueron a limpiarlo y a envolverlo en una manta. Luego se lo pasó a su hijo, para que lo cuidara en lo que el niño despertaba.

—Eres un bebé muy bonito —dijo Hashirama, alzándolo—. Tu mamá te quiere mucho, yo también. Te cuidaremos...

Porque ya se había hecho la promesa de que no iba a abandonar al niño de cabellos azabaches. Tan pronto como su madre y sus otros dos hermanos arribaran, les pediría que por favor adoptaran a esos niños.

—Me pregunto cuál será tu nombre... ¿Ya te habrán escogido uno? —siguió hablándole al bebé, que de seguro tenía hambre, pero no podía hacer nada hasta que la madre despertara.

Luego de unos minutos, el niño se empezó a levantar. Hashirama sostuvo con una mano al niño recién nacido y con la otra ayudó al desconocido. Este, sintió la cicatriz de la cesárea en su abdomen. Al menos su hijo estaba a salvo.

—Disculpa, pero, ¿me lo puedes pasar?

—Si, toma —se la pasó con mucho cuidado, ayudándolo a sujetarlo bien.

—Muchas gracias... por... ayudarme. Nunca nadie se había preocupado tanto por mi.

—No te preocupes... ¿Quién es el padre? —preguntó mientras el chico azabache se quitaba la parte que cubría su pecho para amamantar al bebé.

—Yo... —de repente se había puesto muy nervioso—. No quiero hablar de eso, perdón.

—No, perdóname a mí. Soy muy preguntón.

Empezó a darle pecho a su hijo; Hashirama se quedó absorto ante la hermosura y pureza que formaba ese cuadro; no había cosa más linda que ver a una madre que si ama a su hijo. A él le encantaban los bebés.

—Soy Madara Uchiha —se presentó al sentir los ojos castaños sobre él.

—Soy Hashirama Senju. ¿Ya tienes un nombre para él? —cuestionó, refiriéndose al pequeño.

—Si. Se llamará Izuna Uchiha —afirmó con determinación.

—Es un nombre muy bonito.

Los Senju y los Uchiha se quedaron un tiempo más en aquel lugar. Tan pronto la señora Senju llegó, su marido le comentó sobre aquel niño, con un hijo recién nacido, y su deseo de adoptarlos.

Al hijo albino, Tobirama, no le causaba mucha gracia, pero no podía hacer nada contra las decisiones de sus padres. Madara e Izuna pasaron pronto a ser parte de la familia Senju.

Se mudaron a una casa cerca de la costa. Con Butsuma y su esposa, Izuna se acostumbró a llamarlos papá y mamá. Para Madara estaba bien, lo trataba de nii-san; si Izuna se enteraba de que él era su madre biológica...

Hashirama empezó a fijarse en Madara a los catorce años. Ya no era el niño famélico, casi muerto por el parto. Pero era igual o más hermoso. El primer incidente que tuvo, fue un sueño húmedo con él, en donde acariciaba sus caderas.

—Hashirama... —su amor se acercó.

—Dime, Maddy —su amigo frunció el ceño ante ese apodo.

—No me digas así. Nunca —su voz se volvió amenazante.

—Está bien...

—¿Recuerdas... que me preguntaste quién era el padre de Izuna? —ese secreto ya lo carcomía y confiaba demasiado en Hashirama. Este asintió—. Prométeme que no se lo dirás a nadie.

—Lo juro.

—Es en serio, Hashirama...

—¡Por supuesto que lo prometo! ¡Jamás haría algo que tú no quisieras, eres demasiado importante para mí! —los dos se sonrojaron. Luego de un silencio aplastante, Madara habló.

—El padre de Izuna... Es mi propio padre —dijo en un susurro. Hashirama sintió algo invadirlo... Rabia y odio puro contra ese hombre que había ultrajado a un niño, ¡a su propio hijo!

—¡¿Qué?! ¿Cómo se atrevió a hacerte eso? ¡Lo voy a matar, no me importa!

—Hashirama... escúchame, por favor. Luego de... Eso, quedé encinta. Soy un doncel, así que sí era posible. No quise dejar a mi niño, él no tenía la culpa... Además de que desarrollé un lazo con él.

«Me escapé de mi casa. A él no le importó, ya había hecho lo que quería conmigo. No tienes idea de cómo me sentí. Era una escoria, una puta, una perra. Una abominación que tuvo que huir.

«¿Cómo sobreviví? No lo sé, la caridad de las personas del hostal fue lo que me salvó esa noche de febrero. Nunca podré pagarle a tu padre por salvarnos a Izuna y a mí. Él... lo es todo para mí. Por eso no puedo dejar que se entere de la verdad. Querría hacerse daño por "arruinar" mi vida.

«Y si Izuna se va, yo me voy con él. Aunque —se sonrojó, a pesar de la tristeza y el asco que le provocaba el recordar—, ahora tengo otro motivo para no rendirme.

Lo miró a los ojos. Hashirama estaba muy confuso: Madara le contó su pasado, ok, quería matar a su padre. Sobre Izuna, ahora quería protegerlo, era otro hermanito más, pero en cierto modo sería, ¿su hijastro? Y Madara se le estaba declarando, estaba tan enamorado del de ojos de cuervo.

—Madara, escucha, yo... Me gustas mucho —se volteó, no queriendo mirar su reacción. Se levantó y se fue corriendo, dejando a Madara con el corazón latiendo a mil.

—Tú también me gustas, Hashirama —susurró—. Ayúdame a sanar...

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄 | naruto shippsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora