𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄 | naruto shipps

𝒞𝒽𝒾𝓁𝒹𝓇𝑒𝓃'𝓈 𝓁𝑜𝓋𝑒 | 𝒽𝒶𝓈𝒽𝒾𝓂𝒶𝒹𝒶

Tobirama tenía una idea de porqué Hashirama solía escaparse del campamento Senju a menudo. Tal vez había conocido a una chica y estaba enamorado. Desafortunadamente el albino estaba correcto en una cosa pero mal en otra. 

Hashirama estaba enamorado. Pero no de una chica. Era un niño, de la edad de su hermano, con cabellos azabaches semejantes al ala de un cuervo, con una piel pálida, una yukata azul con pantalones blancos y sandalias. Y unos ojos negros. 

—¡Madara! —gritó Hashirama. Y algo encajó en el cerebro de Tobirama: Uchiha Madara. Sus características físicas correspondían a un miembro de ese clan, y había escuchado sobre el tal Uchiha Madara, un niño que ya podía vencer a adultos experimentados Senju. 

—Hola, Hashirama —solo rogaba a todos los dioses que ese sentimiento fuera unilateral, que solo Hashirama estuviera enamorado, porque cuando un Uchiha llega a amar... 

—¿Puedo besarte, Madara? —su hermano estaba tímido. 

—¿Por qué preguntas? ¿Es que no somos ya pareja para qué me lo andes pidiendo? —el albino abrió muy grandes los ojos. ¡¿Estaban saliendo?! 

—Es que no quiero hacer nada que no quieras, Maddy. 

—No me digas así, Hashirama —hizo una mueca de enojo, pero luego añadió con las mejillas rosas—. Está bien, bésame.  

Hashirama presionó sus labios con los del otro niño en un gesto infantil y a Tobirama le dio asco. Los ojos de ambos niños brillaban. ¿Cómo podían amarse si evidentemente eran enemigos? Se acercó un poco más, en silencio y suprimiendo su chakra. Y Hashirama hizo algo que ni Madara ni Tobirama esperaban. 

Acarició el vientre de Madara. 

—Madara, cuando seamos grandes ¿podemos tener un hijo? 

—¿Qué rayos, Hashirama? 

—Quiero que tengamos un hijo, ¿no sería bonito? 

—No; los bebés solo comen, lloran, gritan y duermen. Además, ya he tenido suficiente con mi hermano. 

—Yo también he tenido hermanos —se deprimió. Eso incomodó al Uchiha. 

—Vamos, no te deprimas, Hashi. Mira, es muy pronto. Mejor lo pensamos después. 

—Está bien, Maddy. 

-¡No me digas Maddy! Te odio, joder. 

—Yo también te amo —le tocó el hombro—. ¡Las traes! 

Se echó a correr. 

—¡Vuelve acá, hijo de puta! —lo persiguió por mucho tiempo, hasta que ambos cayeron agotados. Tobirama no encontró nada digno de mención en aquellos juegos. 

De echo, le pareció algo repugnantemente tierno. Hashirama divirtiéndose con su enemigo como dos niños normales y como si no estuvieran en la guerra. Muy en el fondo, deseaba divertirse así. ¿Su padre debería enterarse acerca del noviazgo de Hashirama? ¿Debía saber que su anija solo quería divertirse como si no estuvieran en guerra? 

El encuentro entre ambos niños concluyó pronto. Se despidieron con otro beso e intercambiando piedras. 

—Nos veremos después, Hashirama. 

—Claro que sí, Madara. Tenlo por seguro. 

Madara salió disparado a la dirección del campamento Uchiha. Tobirama también salió de ahí, rápido, para no ser encontrado por su hermano. Es que no podía creerlo. Hashirama estaba saliendo con uno de sus enemigos y además ansiaba tener hijos con él. Hashirama llegó al complejo Senju, muy alegre, como solo lo ponían sus encuentros con su novio. 

—Hola, anija. 

—Hola, Tobi-chan. 

—Estás muy alegre, más que de costumbre. ¿Pasó algo, anija? 

—¿Qué? —se había puesto nervioso—. ¡Nada, no pasó nada! 

—Oh, vamos, anija. Soy tu hermano menor, me preocupo por ti. ¿Hay una chica de la que debería enterarme? —esperaba que a Hashirama se le ocurriera una mentira basada en eso, por si su padre le preguntaba. 

—No hay ninguna chica —caminaron un poco más alejados, por los bordes del complejo—. Es que yo no lo entiendo, Tobi-chan. 

—¿Qué cosa, aniki? 

—Es que no entiendo porqué miran las piernas y los pechos de las niñas. No les veo nada de especial... Y además, ¿no se sienten ellas incómodas cuando las miran? Si yo fuera una niña no me gustaría que me miraran. Deberían dejar de mirarlas de ese modo. 

—Pienso lo mismo, aniki. Aunque tampoco encuentro interesantes a los niños —lanzó el anzuelo para que Hashirama le contase algo importante. 

—Bueno, supongo que está bien. Pero que padre no se entere. Pensará que sus hijos son dos bichos raros. 

—¿Entonces...? —se sintió incómodo y molesto consigo mismo, nada le daba derecho en meterse en la vida de su hermano, pero debía hacerlo si perjudicaba al clan—. ¿Tienes en mente a alguna persona? 

—¡Tobi-chan! ¿De qué se trata todo esto? 

—Es solo curiosidad, anija.

—Por favor, no quiero hablar de eso, Tobirama.

Tobirama supo lo que pensaba su hermano. Si abría la boca un poco más, se arriesgaba a ser descubierto y por ende, separado de ese chico. ¿En verdad Hashirama amaba tanto a Madara? Mejor dicho, ¿podía confiar en que Madara sí amaba a su hermano? 

Más tarde, mientras dormían, se acercó al futón de su hermano. Tenía la boca abierta y lo escuchó murmurar en sueños. 

—Si... yo también te amo, Madara, hm... Tengamos cinco hijos y un perro, Maddy... 

Tobirama se volvió a acostar, preocupado. Su padre debería saberlo, pero a la vez no. Eso pondría triste a Hashirama, el ser separado de su, posiblemente, alma gemela; se pondría deprimido y eso, ¡eso enojaba a Tobirama! Su hermano no podía ser más infantil, ¿o sí? 

La próxima vez que Hashirama y Madara se volvieron a reunir, Tobirama no estaba solo. Había un niño muy parecido a Madara, solo que más pequeño. 

—¿Quién eres tú? —se preguntaron al mismo tiempo. 

—Tengo un trato para ti —dijo el albino. 

—No confiaré en ti si no me dices quién eres. 

—Eso no importa y escucha primero. Mientras vigilamos a esos dos, nada de hostilidades el uno con el otro, ¿está bien? 

—Si, supongo. ¿Quién eres? 

—Senju Tobirama. 

—Bien. Uchiha Izuna. 

Los vigilaban atentamente. No hicieron nada digno de mención. Jugaron, entrenaron, hablaron de la paz... Hasta que Hashirama quiso meterse en el río. Se puso detrás de Madara y le bajó la yukata, dejando al descubierto su níveo torso. 

—¡¿Qué haces?! ¡¡Eres un estúpido!! —Madara le pegó una tremenda cachetada y el moreno cayó al suelo. Tobirama sujetó a Izuna, que quería ir a matar a Hashirama, reprimiendo sus ganas de ir y golpearlo él también, por ser un pervertido. 

—¡Ya, ya, Maddy! ¡Perdón, perdón! 

[Me tardé mucho en actualizar; al final decidí subir esto que era parte de un libro que voy a borrar "Abecedario HashiMada"]

[Tengo curiosidad, ¿cuál es su comida favorita? A mí me gustan los tomates y no por el emo vengador xd]

[¿Debería subir otra historia o seguir con las demás?]